Nunca es pronto (ni tarde) para sembrar la semilla de la lectura

Niños absortos con sus lecturas.

Todos recordamos la paz de ir durmiéndonos poco a poco mientras alguien nos leía un cuento en la cama siendo niños. Y, en un abrir y cerrar de ojos, pasa el tiempo y resulta que eres tú quien está leyendo para acompañar a tus pequeños hacia el sueño. Una escena rutinariamente íntima y significativa que busca dar seguridad y se basa, a su vez, en una premisa: nunca es pronto (ni tarde) para sembrar la semilla de la lectura.

"Últimamente se insiste mucho en que la lectura se desarrolla sobre una base más emocional que racional", apunta a infoLibre el escritor Pedro Mañas, quien plantea que muchas veces el "éxito a la hora de conseguir que un niño sea lector es que quien te cuente esa historia a esa hora determinada apele a tus sentimientos directamente, que sea un momento mágico", un recuerdo compartido con cualquier familiar, pues no tiene por qué ser esta una actividad exclusiva del padre o la madre. "Esa es una buena baza que, aunque no asegura nunca el triunfo, ayuda a hacer lectores", apostilla.

Mañas, creador de Frida McMoon, acaba de publicar dos nuevos números de su colección ¿Quién soy?, con la que acerca la poesía a niños a partir de 4 años, con ilustraciones de Katia Klein. "No es la primera vez que escribo poesía, pero sí la primera vez que lo hago en forma de colección y para casi pre-lectores. Porque más que para que lean ellos es para que les lean", señala, para a su vez explicar: "Por experiencia, la poesía es una de las cosas que mejor funcionan en los pequeños lectores, porque la cadencia, el ritmo y la rima les deja como hipnotizados. Casi más que el contenido, que en este caso va en segundo lugar. Estos libros están hechos para que disfruten de la musicalidad y vayan también entendiendo qué es la poesía, que es mirar con otros ojos lo que vemos todos los días".

En la misma dirección señala la escritora y psicóloga infantil Bárbara Montes, quien remarca que "hay libros para todas las edades, de manera que nunca es pronto para empezar a leer". "Yo me imagino que a todos nos han leído cuentos de pequeños y ese es un primer acercamiento a la lectura cuando tú no sabes leer todavía. Además de ser también de las cosas más bonitas que se pueden hacer con tu hijo o con tu hija: leerle un cuento", subraya a infoLibre la autora, quien además de publicar recientemente su primera novela, Julia está bien, ha alcanzado gran éxito por sagas de libros infantiles de Amanda Black y Rexcatadores junto a Juan Gómez-Jurado.

"¿En la música hay una edad mínima?", se pregunta retóricamente, por su parte, Pilu Hernández Dopico, maestra, formadora de formadores y CEO de El Pupitre de Pilu. Y se responde a sí misma: "Muchas embarazadas se ponen ya los auriculares en la barriga. Pues con la lectura es exactamente lo mismo, porque tú a tu hijo le puedes perfectamente leer". Otra cosa, expone, es lo que se hace en las escuelas infantiles de primer ciclo y en la Educación Infantil, algo respecto a lo que se posiciona en contra, pues "para empezar a leer y escribir está la Primaria".

Opina igual Miguel López, maestro, escritor infantil y tuitero de éxito conocido como El Hematocrítico, quien aclara que es al final del ciclo de Infantil y al principio de Primaria cuando "empiezas a desarrollar las herramientas de lectura". "Básicamente, por nuestros currículums, los niños deben tener herramientas para leer cómodamente al terminar 2º de Primaria. Aunque es verdad que hay cierta presión y como un interés de los colegios por pura competitividad por acelerar el proceso de enseñanza de la lectura", destaca a infoLibre.

Y desarrolla: "Eso está muy establecido, pero creo que es un error porque los niños tienen su edad, cada uno en el momento en que están maduros para empezar a leer. Acelerar esto de manera artificial puede ser contraproducente. Yo he visto niños que cogen miedo a la lectura porque han insistido en acelerarles porque sus compañeros digamos que habían madurado antes. Se dedican a machacar a estos niños hasta que acaban leyendo, pero el precio es que le coge fobia a la lectura".

"Nosotros recomendamos ocho o nueve años para empezar con Amanda Black", comenta Montes: "Es verdad que clasificamos los libros por edades, pero a partir de cierta edad creo que podemos leer cualquier cosa, y creo que esa edad son los diez o doce años. Efectivamente, no vamos a coger Guerra y paz con ocho años, pero puede haber niños que lo entiendan y lo disfruten. Otra cosa es que luego apetezca terminar ese libro que se haya empezado o que sea el momento. Y siendo adultos podemos leer infantil y nos puede divertir igual", defiende.

De manera que las semillas se pueden sembrar cuanto antes, para que luego las plantas vayan germinando y creciendo cada cual cuando llegue su momento, hasta convertirse en lustrosos lectores y lectoras autónomos. Porque si nunca es pronto, tampoco nunca es tarde. Pero hay que regarlas, no pasemos por alto este importante detalle. Y precisamente para eso, da Pilu Hernández Dopico una serie de pautas: crear una rutina desde pequeños, ir a librerías con asiduidad, llevarlos a bibliotecas, tratar los libros como un regalo especial y predicar con el ejemplo.

Precisamente es esto último a lo que la experta da más relevancia pues, a su juicio, "lo primero" es que los adultos lean para que el menor les vaya copiando progresivamente. "El ejemplo tiene más fuerza que las reglas", afirma. "Creo que esto debe ser una guerra silenciosa", tercia Pedro Mañas, añadiendo: "Aunque tú estés empeñado en que tu hijo sea lector, creo que una de las peores estrategias es obligar, convertirlo en deberes. El gusto por la literatura surge de una manera natural simplemente poniendo muchas posibilidades a disposición del niño".

Coincide en este punto el autor con Pilu, pues recomienda llevarles a bibliotecas y librerías, así como "prestigiar la literatura en casa" para que llegue a ver al libro como "algo valioso". "Que cunda el ejemplo en casa", reitera, para añadir otra recomendación más para fomentar tanto la lectura como las relaciones familiares: "Que se hable de literatura con ellos, que se compartan las historias, se comente por qué le gusta tal libro. Que haya una conversación sobre un gusto compartido".

"Saber qué le gusta a nuestros hijos e intentar entablar una conversación con ellos para conocer sus gustos", recalca asimismo Montes, antes de que Pilu lamente que ese paso no suele ocurrir con los libros en la misma medida que, por ejemplo, con una película: "Hoy en día los niños leen un libro, los padres no, y directamente no se comenta con ellos. Ahí perdemos un momento de comunicación con los menores. Y cuando el niño esté empezando a leer se cansará pronto, de modo que lo ideal es ir leyendo a medias hasta que lea solo. Y luego acabar comentando para hablar del libro, ver la moraleja o qué valores transmite".

Para que todas estas dinámicas se desarrollen con naturalidad es importante evitar las imposiciones y las lecturas obligatorias (que las habrá en su momento). "Que el niño lea lo que quiera, lo que nos interesa es que lea y que tenga una lectura comprensiva", asegura Pilu, quien recuerda que cuando un niño empieza a leer se fija más en cómo lee y en cómo pronuncia que en lo que está leyendo. "Luego ya tenemos que trabajar la lectura comprensiva y ahí nos encontramos a adolescentes e incluso universitarios que tienen que estudiar de memoria porque no entienden lo que leen. Si todo eso lo trabajamos bien desde pequeños, otro gallo cantaría", argumenta.

Y para que los niños y las niñas se acerquen a los libros y escojan sus propias lecturas, es importante que haya una literatura de calidad coincidente con sus gustos. "Con mis libros yo intento aportar diversión y hacer comedia", subraya El Hematocrítico, creador de personajes populares como Max Burbuja o la más reciente Dona Problemas, quien cita como sus propios referentes a Manolito Gafotas, El Pequeño Nicolás, Mortadelo y Filemón o Astérix y Obélix. Y aún agrega: "Yo leía para reírme y pasarlo bien, y me convertí en un lector gracias a esa sensación que ahora intento reproducir en mis libros, esto es, recordar el placer de la lectura porque te lo estabas pasando bien".

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La misma intención, "entretener y divertir", tiene con Amanda Black el tándem formado por Gómez-Jurado y Montes —quien asegura tener muchas ganas de leer Doña Problemas—, en un momento en el que, según ella, "hay muchísima buena literatura para niños y muchísima buena literatura que está enfocada para niños y que los adultos podemos disfrutar también". Lo mismo opina El Hematocrítico, quien además sigue lanzando recomendaciones para posibles lecturas: "Nunca hubo una producción infantil tan grande, tan diversa y con tantos productos de tanta calidad. Desde colecciones extranjeras como El capitán calzoncillos o muchas otras, a una remesa de autores nacionales como Leticia Costa, Diego Arboleda o Patricia García-Rojo. Y nunca tuvimos los autores de infantil tanta presencia en medios como estamos teniendo últimamente".

Mañas aprovecha para recomendar la serie de libros Una serie de catastróficas desdichas, escrita por Daniel Handler bajo el seudónimo de Lemony Snicket, e ilustrada por Brett Helquist. Coincide, asimismo, con el resto de autores en que la literatura infantil tiene "la misma implicación, seriedad y rigor que la destinada para adultos", al tiempo que resume: "Además, sobre todo, tiene el mismo objetivo, que es entretener. Es un objetivo artístico. Aprender a disfrutar del arte, de referencias a otros libros, de sumergirse en las historias, de divertirse y evadirse incluso. Es un deleite artístico más allá de cualquier enseñanza o cualquier moraleja. Se trata más de poner el énfasis en una literatura de calidad en forma y en fondo".

Con semejante producción, anima por último Pilu a acudir a bibliotecas y librerías para, de paso, transmitir los valores del comercio tradicional y de barrio. Para que así, desde pequeñitos, aprendan el valor de un buen libro: "Porque con un libro también te regalan tiempo, un viaje. Se desarrolla una imaginación y una creatividad que no te la va a dar otra cosa que no sean los libros. Igual que una cultura y una riqueza de vocabulario, porque se nota mucho los niños que leen respecto a los que no".

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