Live Aid 1985, el macroconcierto de leyenda que unió al mundo contra la hambruna en África

El idioma universal no es el inglés, sino el rock n' roll. Partiendo de esta premisa consiguieron los músicos Bob Geldof y Midge Ure incluir en la agenda política de occidente las cuestiones humanitarias en general, y la terrible hambruna que asolaba Etiopía en el primer lustro de los ochenta en particular. Una década aquella de hedonismo desbordante en la colorida escena pop del momento, que resultó tener, entre estribillo y estribillo, un profundo poso solidario y una poderosa fuerza transformadora.

Pero empecemos por el principio, que en este caso es la emisión en octubre de 1984 en la BBC de un reportaje de Michael Buerk sobre la devastadora hambruna que parecía Etiopía. Mucho antes de las redes sociales, en tiempos en los que la sociedad no parecía anestesiada ante el horror retransmitido en directo —como de alguna manera ocurre ahora con el genocidio de Israel contra Gaza—, el Reino Unido quedó traumatizado a la par que concienciado. Ante la televisión también estaba el músico irlandés Bob Geldof, quien se hizo la misma pregunta que todos los demás: ¿cómo se puede ayudar?

Así fue como, junto a su amigo Midge Ure, compuso a toda prisa la canción Do the know it's Christmas?, que un mes después estaba grabando en Londres un rutilante elenco de estrellas, congregadas por puro altruismo para la ocasión bajo el nombre de Band Aid. A saber: Bono y Adam Clayton (U2), Phil Collins, George Michael, Spandau Ballet, Duran Duran, Status Quo, Sting, Paul Young, Kool & The Gang, Bananarama, Bob Geldof (con The Boomtown Rats), Midge Ure (con sus Ultravox) o Boy George (Culture Club). David Bowie o Paul McCartney grabaron, además, mensajes hablados incluidos en la cara-B.

El single fue un rotundo éxito que consiguió recaudar más de 8 millones de libras —inicialmente los autores habían calculado unas 70.000— a toda velocidad. La semilla había sido plantada y Boy George lo vio claro: había que seguir regándola para llegar a algo más grande. De esta manera, Culture Club, entonces en la cima de su popularidad gracias a hits como Karma Chameleon, invitó en el último de sus seis conciertos en el Wembley Arena de Londres a varios de los integrantes de Band Aid para interpretar en vivo Do the know it's Christmas? La inercia no solo no cesaba, sino que se acrecentaba.

Al mismo tiempo, por cierto, al otro lado del Atlántico, el cantante Harry Belafonte reunía a lo más granado de la música para, bajo la campaña USA for Africa, grabar en enero de 1985 el clásico instantáneo We are the world, escrito por Michael Jackson y Lionel Richie, con producción de Quincy Jones y las voces de Bruce Springsteen, Bob Dylan, Stevie Wonder, Tina Turner, Paul Simon, Ray Charles, Smokey Robinson o Diana Ross, entre muchos otros. Se estima que, en total, se superaron los 80 millones de dólares recaudados por las ventas del single, el merchandising despachado y las donaciones recibidas. Un montante que fue destinado a varios países africanos en ayudas directas y en planes de desarrollo a largo plazo.

Mientras tanto, el gran macroconcierto (entonces no se llamaban festivales) benéfico del siglo XX se ponía verdaderamente en marcha con una idea clara: tenía que haber dos sedes simultáneas. Inicialmente se pensó en el estadio de Wembley en Londres y el Madison Square Garden de Nueva York, pero la opción americana terminó pasando del famoso pabellón a un recinto de mayor aforo, el JFK Stadium de Philadelphia. 72.000 asistentes en el primero y 102.000 en el segundo. Mucha gente, pero no suficiente para este empeño, que multiplicó exponencialmente su impacto al ser finalmente retransmitido vía satélite por televisión a 150 países, con una audiencia estimada de 2.000 millones de espectadores (cerca del 40% de la población mundial).

Definitivamente, tenía razón Bob Geldof al ver al rock n' roll como el idioma universal que difumina las fronteras y aúna lenguas y dialectos a lo largo y ancho del planeta Tierra. Quedó palmariamente demostrado durante el sábado 13 de julio de 1985 en uno de los más emblemáticos conciertos de la historia, Live Aid, con 16 horas ininterrumpidas de conciertos encadenadas y simultáneos a ambos lados del océano Atlántico, que acabaron en ambos estadios con las canciones que habían provocado semejante maremágnum solidario: Do the know it's Christmas? en Londres y We are the world en Philadelphia. Un cántico coral por la solidaridad y contra la hambruna que cosechó más de 140 millones de dólares.

Una jornada maratoniana que estableció un puente aéreo simbólico entre Europa y Estados Unidos, que Phil Collins convirtió en real al actuar en Londres y volar en Concorde para llegar a tiempo de repetir en Philadelphia (por si fuera poco, en un día glorioso para él, el cantante de Génesis tocó la batería con Led Zeppelin, reunificados por primera vez para la ocasión, y también para Eric Clapton, aparte de tocar el piano para Sting). Ya en este párrafo hay suficientes grandes nombres de la historia de la música como para llamar la atención del mundo sobre cualquier causa, pero es que hubo muchísimo más.

Legendaria fue la actuación de Queen en Wembley. Apenas veinte minutos que quedaron para la historia con una banda arrolladora y un Freddie Mercury ciertamente incomparable. La reina, definitivamente, steal the show, como dicen los anglosajones, con un repertorio de los que tiran abajo grandes estadios y enardecen multitudes con Bohemian Rhapsody, Radio Ga Ga, Hammer to fall, Crazy little thing called love, We will rock you y We are the champions. Un golazo que dejó pasmados a todos los espectadores, in situ o en sus hogares, contagiados de una energía vital arrolladora.

Bono también supo ganarse la atención del respetable en Wembley durante el ratito del que dispuso U2 (por aquel entonces una banda exitosa, pero justo antes de su eclosión comercial global), dejando en el recuerdo de todos esos minutos en los que baja del escenario para acercarse a la gente y acabar bailando abrazado durante unos segundos con una joven en una alargada interpretación de Bad que se comió casi todo su show. “No sabía que cuando la estaba sosteniendo estaría abrazando al resto del mundo", diría Bono después con su habitual lírica. Tampoco sabía el vocalista que aunque inicialmente el resto del grupo le regañó por saltarse el guion y destrozar su actuación, en realidad habían conseguido conectar con una audiencia que vio en su paseo un gesto de espontaneidad y auténtica veracidad. Vamos, que U2 se hicieron verdaderamente famosos en esos 12 minutos ante los ojos del mundo, aunque se quedaran sin tiempo para interpretar Pride (in the name of love), su mayor éxito hasta entonces.

Hay cierto consenso en recordar a Queen y U2 como las dos bandas que mejor aprovecharon la oportunidad de mostrarse ante una audiencia tan enorme. Pero hubo muchísimo más. Live Aid propició la primera reunión de Led Zeppelin, transcurrido un lustro desde su final por el fallecimiento del baterista John Bonham, reemplazado para la ocasión por el ubicuo Phil Collins (que llegó a Philadelphia en Concorde para ello, como ya hemos comentado, después haber actuado en solitario y tocado con Sting en Londres). A su vez, Sting se unió a Dire Straits para una vigorosa colaboración en forma de Money for nothing.

También en Wembley tuvieron lugar los portentosos recitales de David Bowie, The Who y Elton John, con Paul McCartney como colofón entonando Let it be al piano acompañado por Bob Geldof, Alison Moyet, Pete Townshend y el propio Bowie. Una nómina de lo mejor de la música británica, en la que tampoco faltaron otros nombres como Status Quo, Spandau Ballet, Sade o Elvis Costello. Por supuesto, los Boomtown Rats de Geldof y los Ultravox de Ure también se reservaron su hueco.

Algo más variopinto resultó el cartel en el JFK Stadium, que osciló desde el heavy metal de Black Sabbath (con el recientemente fallecido Ozzy Osbourne puntualmente de vuelta) o Judas Priest hasta clásicos norteamericanos de la talla de Four Tops, Joan Baez, Patti LaBelle, Hall & Oates o The Beach Boys, pasando incluso por el hip-hop de Run D.M.C. o el AOR de Rick Springfield y REO Speedwagon, junto al folk de Crosby, Stills, Nash & Young. Mucha más diversidad de estilos que en Europa, desde luego, también con hueco para una incipiente Madonna.

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Destacada fue la aparición de Mick Jagger, sin los Rolling Stones pero con Tina Turner a dúo en State of shock y también en It's only rock n' roll (but I like it). Curioso que los dos guitarristas de los Stones, Keith Richards y Ron Wood, se aliaran para la ocasión con Bob Dylan y no con su vocalista habitual, pero por aquel entonces andaba Jagger convencido de que podía triunfar en solitario (no lo logró), lo cual no hacía mucha gracia al resto de la banda. Y mucha más guitarra hubo con Neil Young, Tom Petty, Eric Clapton y Santana (con Pat Mettheny como invitado), además de artistas igualmente enérgicos como Bryan Adams, Simple Minds, Duran Duran o los Pretenders de Chrissie Hynde.

Live Aid se convirtió así en un telemaratón a la vieja usanza, en el que los telespectadores pudieron hacer donaciones telefónicas (la BBC habilitó trescientas líneas) e incluso enviar cheques por correo. No faltaron las críticas, furibundas y fundadas en no pocos casos, como por ejemplo por la ausencia total de artistas africanos tanto en Londres como en Philadelphia. El propio Sir Bob Geldof (nombrado Caballero Comendador de Honor de la Orden del Imperio Británico en 1986 por la Reina Isabel II) sigue soportando a día de hoy el peso de ser el rostro visible de semejante transatlántico musical, recibiendo acusaciones de sentirse como un "salvador blanco", entre otras muchas lindezas.

No cesaron las investigaciones y las suspicacias con el paso de los años, con informaciones que aseguran que parte de lo donado fue a parar al gobierno dictatorial etíope de Mengistu Haile Mariam, presidente del Consejo Militar Provisional acusado de asesinar a inocentes en terribles matanzas, apoyado por Cuba y la URSS y rechazado por el ejecutivo británico de Margaret Thatcher. Asimismo, la BBC desveló que otra parte los ingresos acabaron en manos de la guerrilla etíope para comprar armas, debido a la falta de conocimiento de la organización de los conciertos para repartir adecuadamente el dinero. Nada de eso terminó de confirmarse, pero dejó claro que el negocio del espectáculo siempre tiene una cara-B, incluso cuando le mueven las más honorables intenciones.

El idioma universal no es el inglés, sino el rock n' roll. Partiendo de esta premisa consiguieron los músicos Bob Geldof y Midge Ure incluir en la agenda política de occidente las cuestiones humanitarias en general, y la terrible hambruna que asolaba Etiopía en el primer lustro de los ochenta en particular. Una década aquella de hedonismo desbordante en la colorida escena pop del momento, que resultó tener, entre estribillo y estribillo, un profundo poso solidario y una poderosa fuerza transformadora.