Rock

El príncipe púrpura viaja a la eternidad

Francisco Chacón

 “Esto es música de verdad por músicos de verdad”, solía espetar Prince en cuanto se acercaba al micrófono para ofrecer uno de sus excitantes conciertos. Era rigurosamente cierto lo que decía. Su autenticidad no conocía barreras estilísticas: croossover de lujo para trazar un viaje a caballo entre el rock, el funk, el soul, el jazz y blues.

La mejor esencia de la música afroamericana anida en su alma eterna, más allá de una muerte física que en absoluto logrará nunca que su voz calle, que su guitarra enmudezca.

Prince fue un pionero de la desinhibida actitud moderna, del reciclaje sin fin de la cultura pop, el mismo que ya estaba huérfano con la reciente pérdida de David Bowie.

Y ahora, todavía incrédulos ante la crónica negra que nos llega desde Mineápolis, subimos el volumen más que nunca para que suenen a toda pastilla I wanna be your lover, When doves cry, Purple rain, Kiss, Little red corvette, U got the look y tantos clásicos de la música de hoy que le debemos.

Talento desbordante, inmenso… Genialidad perenne en primer plano… Rebeldía incontestable… Apuesta por la independencia, que por algo se atrevió a plantar cara a la mismísima Warner rompiendo su acuerdo comercial y pintándose la palabra Slave (Esclavo) en su rostro.

Y lo hizo cuando comandaba las listas de éxitos a la par que Madonna, sin importarle bajarse del tren de las multinacionales con el vagón en marcha. Cierto que después atravesó una etapa marcada por el ostracismo comercial, pero sus giras se convirtieron en una prolongación de su estudio-refugio en Paisley Park.

Los éxitos de Prince que Prince nunca cantó

Los éxitos de Prince que Prince nunca cantó

Allá por 1990 disfrutamos de Prince en el Estadio Vicente Calderón, una velada en la que él mismo pidió de forma expresa que ejerciera Ketama como banda telonera. Ketama como banda telonera.Después se sumergió en la noche madrileña, pues estaba obsesionado con que le llevaran a uno de los mejores tablaos flamencos.

También le encantaba el fado, como exhibió cultivando su amistad con Ana Moura, la gran embajadora internacional del género. Con ella se le pudo ver paseando por el Bairro Alto de Lisboa.

Prince encarna la dimensión más arty de la música de nuestro tiempo. Y nosotros no podemos más que rendirnos a sus pies en un de aquí a la eternidad sellado por el beso de sus melodías sexuales, más que sensuales.

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