GESTIÓN TRIBUTARIA

Sólo el 0,3% de las empresas acapara las tres cuartas partes de los beneficios fiscales

Las lagunas de la Lista Montoro

El 75% de los beneficios fiscales del Impuesto de Sociedades son acaparados por un puñado de compañías que apenas suponen el 0,32% del tejido empresarial español: las 4.569 grandes sociedades que facturan más de 45 millones de euros al año. Según los cálculos de Gestha, el sindicato de técnicos de Hacienda, esas deducciones son una de las causas de que la recaudación tributaria haya caído un 58,2% desde el comienzo de la crisis hasta 2014. Las otras, la evidente caída de la actividad consecuencia de la crisis, también la evasión y el fraude, y finalmente los “huecos” de las normas tributarias que permiten a las grandes empresas rebajar su factura fiscal.

Por esos resquicios, el impuesto de sociedades ha perdido 173.370 millones de euros en recaudación desde 2007, denuncia Gestha. La cifra equivale al 68% de la pérdida acumulada de la recaudación por todos los impuestos que ingresa la Agencia Tributaria. Mucho más de lo que se ha perdido desde entonces en el IVA –21%– y en el IRPF –un 9%– . Para hacerse una idea del volumen del quebranto para las arcas públicas, basta con recordar que los 173.370 más que triplica el recorte del gasto público sufrido en España desde 2009, unos 50.000 millones de euros. La Comisión Europea acaba de exigir a España recortes adicionales por importe de 10.000 millones. El gasto en prestaciones por desempleo en España fue de 25.000 millones en 2015, por lo que la pérdida de recaudación multiplica por siete esa cifra.

Hay que tener en cuenta que en España el 95,8% de las empresas tienen menos de 10 empleados. Si el concepto se amplía a la definición de pyme de la Unión Europea y el Banco de España –la que posee menos de 250 trabajadores–, nada menos que el 99,88% de las empresas nacionales son pequeñas y medianas.

Las grandes empresas tienen más posibilidades para aprovechar las deducciones fiscales, de forma que, al final, las pymes sufren una carga fiscal de casi el 15%, asegura Gestha, mientras que las mayores compañías no pagan más del 6% de sus beneficios a Hacienda. Por ejemplo, a las exenciones por doble imposición internacional sólo pueden acceder las grandes empresas. O sólo las más potentes pueden aguantar, digamos, cinco años en pérdidas compensando bases imponibles negativas.

Los diferentes tipos de beneficios fiscales

Así, la principal grieta por la que se escapan los tributos que no llegan a las arcas públicas es la deducción por gastos financieros: las empresas pueden reducir su factura fiscal por los intereses de los préstamos que piden. El último Gobierno socialista y luego el del PP establecieron limitaciones tanto en este apartado como en la compensación de bases imponibles negativas. En el primer caso, las empresas sólo pueden deducirse gastos financieros por importe del 30% de sus beneficios operativos o, en todo caso, que no excedan de un millón de euros al año.

En el segundo, las empresas que facturen entre 20 y 60 millones de euros pueden deducirse como máximo un 50% de su base imponible negativa. Y las que facturan más de 60 millones, un 25%. Las que ingresan menos de 20 millones de euros pueden seguir deduciéndose el 100% de esas bases negativas.

No obstante, lo que no se deduzcan en un año, por no alcanzar esos topes, pueden deducírselo en ejercicios posteriores. Es decir, esas limitaciones no equivalen a un aumento de la carga impositiva, advierte el sindicato de técnicos fiscales.

A partir de 2012 también se eliminó la libertad de amortización, otro de los recursos que aprovechaban las empresas para pagar menos a Hacienda, tanto las grandes como las pequeñas. Hasta entonces, las sociedades podían elegir el ritmo al que consignan la pérdida de valor de algunos de sus activos –de inversiones inmobiliarias a terrenos o maquinaria, por ejemplo–.

Las grandes compañías igualmente podían recortar su factura fiscal si reinvertían sus beneficios extraordinarios, entre un 12% y un 17%. Es decir, si venden un inmueble, el dinero obtenido lo invierten en la propia empresa y esa reinversión no la vuelven a vender durante al menos cinco años. La última reforma fiscal eliminó esta deducción en 2015. Pero en su lugar creó una “reserva de capitalización”, que permite no pagar a Hacienda trasladando a ella los beneficios sin necesidad de reinvertirlos. También limitó la reforma el descuento tributario por el fondo de comercio –la marca, la cartera de clientes...–, del 5% al 1%.

Al tiempo, el Gobierno benefició a las grandes empresas con otra medida: desde el año pasado las grandes empresas no tributan por las plusvalías que obtengan al vender sus filiales españolas ni por los dividendos que éstas les reporten. Antes ya no pagaban al fisco por sus filiales en el extranjero. La exención sólo se aplica a aquellas participaciones superiores a 50 millones de euros. Se penaliza, por tanto, a las empresas más pequeñas. Según el Gobierno, se trataba de equiparar la norma fiscal española a la europea.

Las grandes empresas resultan también las principales beneficiarias de las deducciones por invertir en I+D. Son las que más recursos y posibilidades tienen para destinar dinero a esta partida. Un problema añadido es que, en muchos casos, cualquier programa para mejorar un producto, aunque nada tenga que ver con la investigación y el desarrollo, termina recibiendo esas deducciones fiscales. El Gobierno del PP redujo sólo del 60% al 50% el descuento en este capítulo.

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Todos contra las deducciones fiscales

En el futuro, es muy probable que estos huecos del sistema tributario se achiquen aún más. Al menos si los partidos cumplen sus programas electorales. El PP propone luchar contra la “planificación fiscal agresiva” de las grandes compañías. Hay que recordar que fue Mariano Rajoy quien aseguró en su primer debate sobre el estado de la nación que “hay sociedades del Ibex que pagan el 0% en impuestos”. Una frase que también repetía el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

El resto de los partidos coinciden en proponer seguir eliminando deducciones y bonificaciones fiscales para acercar los tipos reales a los tipos oficiales. El PSOE plantea una tributación mínima del 15%PSOE en el impuesto de sociedades de las mayores empresas. También lo pide Podemos, que reclama además elevar el tipo nominal hasta el 30%, hasta el 25% si las compañías reinvierten sus beneficios. Para Ciudadanos, el tipo no debería superar el 20%, pero a cambio quiere eliminar todas las exenciones y la deducción por gastos financieros.

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