Otro gran apagón volvería a colapsar los teléfonos móviles

El apagón que mantuvo a España sin luz el pasado 28 de abril dejó también fuera de servicio las telecomunicaciones. Para muchos ciudadanos, ni las llamadas, ni los mensajes instantáneos y tampoco los SMS o el simple gesto de consultar las noticias en un dispositivo móvil fueron acciones posibles. La razón es simple: muchas antenas de repetición se quedaron sin energía. “Cuando hay un apagón, las infraestructuras de telecomunicaciones empiezan a fallar porque, para que se produzca una comunicación, tiene que estar operativo todo el camino que recorre la señal desde el origen hasta el destino”, explica a través de la agencia SMC, Héctor Esteban González, director de la Escuela Técnica Superior de Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica de Valencia.
El problema llegó cuando las baterías de respuesta se agotaron. “Las estaciones de telefonía móvil requieren energía eléctrica. Muchas cuentan con baterías o generadores para poder funcionar durante cortes de suministro, pero solo durante un tiempo limitado”, explica el ingeniero del Centro Nacional de Supercomputación. El camino por donde viaja la información se llenó de nodos de comunicación inoperativos y las estaciones comenzaron a caer. Así, la responsabilidad de las operadoras móviles y las filiales que gestionan las antenas es una cuestión que empieza a salir a relucir. De hecho, fuentes del Gobierno reconocen a infoLibre que, tras los resultados de la investigación completa de todo lo ocurrido con el apagón, se estudiará por qué las plataformas telefónicas no pudieron responder o tener autonomía para dar servicio a todos los clientes. También se estudiará qué normativas habrá que reformar o poner en marcha para evitar que se repitan situaciones como estas.
“Muchas estaciones tienen baterías para operar sin luz, pero por tiempo limitado”, puntualiza Carlos García Calatrava, ingeniero del Centro Nacional de Supercomputación y profesor de la Universidad Carlemany. De hecho, los expertos señalan que el apagón dejó el sistema sin alimentación y, salvo aquellos servicios que requieren sistemas de emergencia como bomberos, policía o emergencias, el resto de la población vio sus comunicaciones interrumpidas casi por completo.
La caída del sistema eléctrico no fue uniforme, por lo que en España la incidencia fue desigual, también a nivel de telecomunicaciones. Mientras en algunas regiones se podían comunicar sin ningún problema, en otras era muy difícil o imposible. Había dispositivos que sí funcionaban, mientras otros en el mismo lugar no lo hacían. “En la mayoría de las regiones españolas afectadas, el tráfico disminuyó rápidamente y se estabilizó, o bien siguió cayendo. Sin embargo, también es evidente cierta recuperación del tráfico, que se pudo observar en Navarra, La Rioja, Cantabria y el País Vasco”, señala un informe de la compañía de medición de datos Cloudflare. Según la información recopilada, se produjeron caídas en el tráfico de internet de hasta un 80% y la velocidad media perdió más de un 70% de su ritmo habitual. “Antes del corte del suministro eléctrico, la velocidad media de descarga en el país era de unos 35 Mb/s, pero unas horas después de la interrupción cayó a 19 Mb/s”, recoge Cloudflare.
Las antenas de telefonía móvil pueden estar directamente en manos de las operadoras (Telefónica, Digi, MasOrange o Vodafone, entre otras) o pueden estar cedidas para reducir costes a otras empresas como TowerCo, que opera estas instalaciones. De hecho, según el informe Económico y de telecomunicaciones 2023 publicado por la CNMC, esta compañía acapara el 43,3% de los emplazamientos utilizados para ofrecer la cobertura de los servicios móviles.
Una red sobrecargada
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Pero más allá de los altibajos que iba sufriendo la red eléctrica, los mecanismos para compensar el apagón más grave que ha sufrido España, comenzaron a quedarse cortos. Aun cuando la conexión ya se empezaba a poner de nuevo en marcha, el proceso es lento debido a las sobrecargas que puede sufrir la red por la alta demanda. “En estos casos, ocurre un efecto ‘reconexión’ que puede empeorar la situación: en casa, la mayoría de las personas están conectadas a su Wi-Fi doméstico. Cuando hay un corte eléctrico, los routers dejan de funcionar, y todos los móviles se conectan automáticamente a la red de datos móviles para restablecer su acceso a internet. Por lo tanto, en un momento frágil para las estaciones de telefonía, se suma una conexión simultánea de muchísimos usuarios. Esto no solo agota la energía de reserva, sino que también ralentiza enormemente la velocidad de la red, especialmente si no existe cobertura 5G”, concluye García Calatrava.
“El sistema está diseñado para aguantar pequeños apagones puntuales que pueda haber o averías en una zona concreta, pero no para situaciones extremadamente excepcionales como esta”, explica José Antonio Morán, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya. El profesor explica que cuando un nodo de comunicación se cae por una incidencia, el sistema se va reajustando, pero llega un momento en el que es imposible. “En el momento en que estas caídas de nodos empiezan a ser cada vez más acentuadas nos quedamos sin caminos viables y llega un momento en que empieza a haber una caída general del sistema”, apunta.
Eso fue lo que se vivió en España el último lunes de abril, cuando miles de españoles observaban el móvil sin recibir respuesta. Sin embargo, Morán explica que crear una red a prueba de cualquier evento de este tipo sería “muy difícil y extremadamente costoso”. Por el momento, el Ejecutivo se centra en resolver las causas del apagón eléctrico, aunque reforzar y atajar las causas del apagón digital también se encuentra en las previsiones del Gobierno.