Pisos turísticos, ciudadanos indignados y precariedad laboral: la cara b del turismo que no se ve en Fitur

La Feria Internacional del Turismo, Fitur, comienza este miércoles respaldada por la mejor cifra de visitantes que ha alcanzado España en su historia: en 2024 llegaron 94 millones de personas. Además, se gastaron un 16% más y dejaron en nuestro país 126.00 millones de euros, lo que supone otro récord histórico. Pero detrás de las cifras emerge el reto de gestionar algunas de las derivas negativas: unos precios de la vivienda disparados por la demanda turística, masificación, condiciones de empleo precarias o problemas de sostenibilidad, son los dilemas que preocupan cada vez a más ciudadanos. Las protestas vecinales en regiones como Canarias o Málaga para pedir un control de los pisos turísticos o una afluencia de visitantes más controlada, son un síntoma de la otra cara de este sector. “El reto ya no es cuantos turistas tenemos, sino como vamos a poder gestionar esta enorme magnitud y esta industria tan potente para España”, explica Javier Blanco, asesor de turismo de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES), quién también apunta que los operadores “cada vez son más conscientes de estos problemas”.
Fitur es un escaparate para el sector. Este año celebra su 45ª edición y reunirá a 9.500 empresas, 156 países y más de 880 expositores. Además, se espera que acudan a la cita alrededor de 150.000 profesionales entre el miércoles y el viernes de esta misma semana. En la feria se abordarán retos como la sostenibilidad o medidas para fomentar experiencias de turismo más responsables con el entorno. Según Blanco, estas cuestiones se han ido haciendo más patentes en los últimos años y la presión social ha transportado la necesidad de abordarlos hacia los grandes operadores turísticos. “Estos récords también deben servir para tomar conciencia de que están creciendo los impactos negativos. Hay que pasar de las estrategias de marketing para atraer gente, a pensar en como abordamos la acción climática y la sostenibilidad social”, explica. Porque además de las consecuencias sociales y ambientales, otra razón de peso es evitar que la burbuja explote y la propia bonanza del sector termine por dañar sus cifras. “En algunas zonas se está llegando al límite de capacidad y hay riesgo de colapso si no se abordan medidas de forma integral”, advierte Blanco.
Pisos turísticos
Dentro de lo que denomina como sostenibilidad social entran cuestiones como el impacto de los pisos turísticos en los precios de la vivienda. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), España ya cuenta con unas 400.000 viviendas de uso turístico, un 16% más en comparación con 2023. Sobre la presión que ejercen las casas turísticas en los precios del mercado normal de la vivienda, un estudio de las universidades de Granada, Málaga y Sevilla, ha concluido que el precio de la vivienda aumenta un 33% de media en las ciudades turísticas cuando las residencias de uso turístico alcanzan el 10%. Esto supone un incremento de 3,29 euros por metro cuadrado sobre el precio corriente. Dentro de las comunidades con mayor presión en este sentido están Andalucía, Valencia, Cataluña o Canarias.
Por otro lado, esas 400.000 viviendas destinadas a turistas se traducen en que ya hay más plazas en las viviendas de uso turístico, que en el mercado regulado de alojamiento hotelero, apartamentos turísticos y otros sistemas de alojamiento tradicionales, según los datos de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT). “Esto genera asimismo un grave problema no solo en las ciudades, sino también en los destinos de temporada, ya que los trabajadores que tradicionalmente se desplazaban a los destinos estacionales ya no encuentran lugar para alojarse y poder residir con sus ingresos durante los meses que requiere el trabajo. Esas viviendas que tradicionalmente alquilaban se han puesto hoy a disposición de los turistas”, explican en una nota de prensa.
Pero aquí entran otras cuestiones, como las condiciones del empleo en uno de los sectores con mayor peso para la economía Española. En concreto, supone un 5,6% del PIB de acuerdo con los datos de Contabilidad Nacional. “La mala popularidad que han ido cosechando las condiciones laborales de las personas que trabajan en el turismo en España, particularmente en la hostelería, ha ido restando atractivo un sector que ha pasado a definirse como low cost, mal pagado, inestable y poco profesionalizado”, apuntan desde Comisiones Obreras (CC OO). El sindicato, que también estará presente en Fitur, señala en un informe que los salarios bajos, la falta de profesionales formados y el mayor peso de grupos vulnerables —como migrantes o jóvenes— son los puntos que se deben mejorar en este ramo profesional.
En cuanto a los sueldos, los datos de CCOO apuntan que mientras el salario bruto medio en España en 2023 se situó en 2.273 euros, las personas trabajadoras en hostelería apenas alcanzan un promedio de 1.818 euros mensuales. Una circunstancia que se agrava en el caso de las mujeres, quienes, a pesar de constituir el 57% de las plantillas, ganan un 13% menos que los hombres, con una brecha salarial que equivale a 173 euros menos al mes.
El tercer problema, la sostenibilidad, es una evidencia cada vez más urgente. La gestión del agua en localidades que llegan a multiplicar su población en verano, el tráfico en lugares con escasa infraestructura o el equilibrio entre el turismo de aventura y los espacios naturales, son problemas que ya han llegado a muchas zonas. “España es un país en emergencia climática, somos muy vulnerables al cambio climático y tenemos que adaptarnos. Es una necesidad acuciante si queremos pensar en un horizonte mínimamente viable para esta actividad”, concluye el experto. Sobre esto, hasta el presidente de Meliá, el mallorquín Gabriel Escarrer, se ha pronunciado a favor de poner límites y topes a la llegada de turistas, además de reclamar que se ponga coto a la oferta ilegal de servicios.
Las soluciones
“Una de las claves de este nuevo tiempo es lograr sistemas con una mayor participación de la ciudadanía. No se le puede pedir a los vecinos que amen el turismo si continuamente interfiere en su vida ordinaria”, apunta Javier Blanco. De hecho, las soluciones pasan por un cambio en la forma de gestionar y en los objetivos que se fijan.
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Un informe realizado por ECODES da algunas pistas al respecto, como por ejemplo, adaptar la vivienda turística “creando objetivos y límites distintos y adaptados a cada barrio”. Para eso, la fundación remarca la necesidad de crear organismos de regulación locales, que integren tanto a ciudadanos como a organismos públicos para actuar desde las ciudades y municipios.
Además, proponen avanzar en medidas como el registro único propuesto por el Gobierno y en el que se deben inscribir todas las viviendas de uso turístico. Esto, apuntan, ayudaría a obtener una foto fiable y a establecer medidas efectivas en las zonas más tensionadas. También permitiría ponderar en cada momento cuántas puede absorber el mercado sin disparar los precios, por lo que podrían establecerse cupos o moratorias.
En definitiva, más regulación, para que los números dorados del turismo no terminen por volverse contra sí mismos. “España debe crear un nuevo liderazgo turístico”, concluye Blanco.