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Juana Gallego, docente feminista: "En la Universidad hay mucha intolerancia, es fácil acallar a quienes discrepan"

La profesora Juana Gallego.

El pasado martes 15 de marzo, la profesora Juana Gallego debía impartir clase frente a su grupo de alumnas. La materia, incluida en el Máster de Género y Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), versaría sobre la representación del cuerpo femenino en la publicidad. Pero la profesora malagueña, afincada en Barcelona, se topó con un aula vacía. No fue una sorpresa para la docente, quien ya había sido alertada por la coordinación del máster de la ausencia deliberada del alumnado. Gallego decidió entonces grabar un vídeo denunciando su caso como un ejemplo de la "cultura de la cancelación" que prolifera contra las militantes feministas. Poco después, pulsó el botón de publicar en redes sociales. El vídeo generó miles de reacciones y a su alrededor emergió toda una red de apoyo por parte del movimiento feminista.

El pasado miércoles 23 de marzo, el rectorado de la universidad catalana aplazó indefinidamente su clase, pero la mecha ya había prendido: la profesora protagonizó una retransmisión online que fue aplaudida por centenares de mujeres. El jueves 24 de marzo este diario contactó con la profesora, quien finalmente concedió una entrevista a infoLibre este mismo lunes.

¿Qué ocurrió el 15 de marzo en la Universitat Autònoma de Barcelona?

En realidad las clases se dan en el centro de Barcelona, en un local cedido al Máster, no en la Universidad. Al llegar a la clase me encontré con que no había ninguna alumna porque habían decidido hacer boicot a mis clases, como previamente me había anunciado la Coordinadora el fin de semana anterior. Entonces decidí que no podía quedarme callada y grabé un video que subí posteriormente a las redes sociales.

En el vídeo que publicó en redes sociales afirma que las alumnas han hecho boicot a su asignatura por su posicionamiento público, ¿a qué se refiere exactamente?

Pues que las alumnas consideran, literalmente, que las ideas que yo transmito en mi blog o en los medios de comunicación en los que colaboro van contra una teoría que no admite contraargumentación. Es decir, que las ideas en las que ellas creen no se pueden discutir, no ha lugar a debate, no se pueden cuestionar. Lo preocupante de esta actitud es que conceptos que no tienen ni solidez teórica ni científica, y que han sido acuñados hace muy poco tiempo, se hayan impuesto como dogmas de fe. Podemos discutir si Dios existe pero no qué es ser no binario o qué es la identidad de género.

¿Es el debate sobre la autodeterminación de género y la ley trans el origen del conflicto?

No sé, porque no me han explicado nada más que lo que te he dicho. Mis posturas son bien claras en muchos temas, como es contra la prostitución, contra los vientres de alquiler, cuestiono el concepto de autodeterminación de sexo, pero también cuestiono el concepto de identidad de género como algo innato, que el sexo se asigne al nacer, y otros muchos conceptos que son perfectamente debatibles y sobre los cuales no hay una única posición ni consenso intelectual. La ley trans me parece un auténtico disparate porque no es una ley para resolver los problemas de las personas trans; es un proyecto de ley que universaliza la posibilidad de elegir el sexo registral. Todos podemos ser trans si así lo afirmamos. Basta con ir al Registro, sin cambiar ni de aspecto físico, ni siquiera de nombre, si no se desea, y ya está. En el paraguas trans se incluye, sin definir con precisión transexuales, transgénero, travestis, no binarios, intersexuales, cross-dressers, etc. Es decir un batiburrillo de condiciones que se puede aceptar en el lenguaje común, pero no en una ley, que tiene que definir claramente quienes son los sujetos a proteger.

La universidad ha sido tradicionalmente espacio de debate, pero en ocasiones también el alumnado se organiza contra ponencias, charlas o clases. Lo que le ocurrió a usted, ¿forma parte de esa expresión organizada de desacuerdo estudiantil o es un caso distinto?

El alumnado siempre puede organizar todo tipo de actividades, y si tiene quejas contra un profesor o profesora por lo que ocurra en su clase siempre tiene cauces para elevar la protesta. Otras veces se organiza contra charlas o actividades porque las dan personas cuyas ideas no les gustan, y a veces incluso se llega a impedir que otros se puedan expresar libremente. La Universidad no es ese santuario de diálogo y libertad que la gente cree. Hay mucha intolerancia, y depende de las ideas hegemónicas que se imponen es muy fácil acallar a grupos o personas que discrepan de esas tendencias mayoritarias.

Cuando se impone una idea que además se considera la única buena, va acompañado de una cierta superioridad moral, según la cual cualquier persona que discrepe de esa corriente mayoritaria es excluida y proscrita. Entonces no hay lugar para el debate. En mi caso ha sido un boicot ideológico porque las alumnas parten de la base de que sus ideas son incuestionables, que no se pueden debatir, que no admiten contraargumentación. Pero no es un caso aislado, ha habido otros semejantes en otras universidades, como el caso de Kathleen Stock, de la Universidad de Sussex y en muchos otros centros. Yo creo que todas las ideas son debatibles, porque si no nos instalamos en el terreno de la fe, del dogma religioso que no se puede cuestionar.

Cuando se impone una idea que además se considera la única buena, va acompañado de una superioridad moral según la cual cualquier persona que discrepe es excluida y proscrita.

¿Qué consecuencias ha tenido sobre su vida laboral? ¿Y cuál ha sido el impacto en lo que respecta a su militancia feminista?

En mi vida laboral no tiene consecuencias. Yo soy profesora titular y por tanto puedo mantener mi independencia y mis posturas sin miedo a represalias. No es el caso de muchas jóvenes profesoras o investigadoras que están intentando consolidar sus carreras académicas y no pueden expresarse libremente porque eso les puede acarrear problemas en sus expectativas laborales. Cuando se instala un clima de intolerancia ideológica (sea el que sea) las personas que discrepan de la mayoría tienen muy pocas posibilidades de expresarse, salvo que pongan en riesgo su futuro.

Yo he sido feminista toda mi vida, no he tenido más militancia que esta y voy a seguir siéndolo. No ha habido ningún impacto en este sentido. Estoy muy segura de lo que pienso, tengo argumentos y creo que la razón me asiste.

¿Percibe una censura generalizada contra mujeres feministas? ¿En qué ámbitos se proyecta esa censura y quién la ejerce?

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Existe censura y hostigamiento a mujeres feministas si se sostienen posturas como las que yo defiendo, pero somos muchas y cada vez vamos a ser más. La censura se ejerce en las redes sociales, que hoy día vienen a ser como la hoguera de la Edad Media, pero también en las universidades, institutos, instituciones sociales, partidos, sindicatos, etc. Y por supuesto los medios de comunicación, que evitan todos aquellos temas por los que se les podría llamar “tránsfobos”, el anatema actual que cierra la boca de la gente.

¿Existe división dentro del feminismo? 

Depende de lo que entendamos por feminismo. Si creemos que cada persona puede decidir lo que es el feminismo, según dice el Ministerio de Igualdad, en España hay 47 millones de formas de definirlo, significa que no existe el feminismo, porque el feminismo no puede ser lo que cada uno quiera. Pero si definimos como feminismo el movimiento político y social que pretende la emancipación de las mujeres en todo el mundo y lucha contra cualquier tipo de explotación, subordinación o discriminación existente por el hecho de ser mujer, entonces no hay división en el feminismo.

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