En diciembre de 1995 aconteció en Estados Unidos el principio del fin de la guerra bosnia. La firma de los Acuerdos de Dayton permitió que finalizase el violento conflicto que durante los últimos tres años había asediado al país y especialmente a su capital, Sarajevo durante el desmembramiento de la Antigua Yugoslavia. Sin embargo, treinta años después de aquel tratado, y pese a la gran cobertura internacional que tuvo, Bosnia y Herzegovina sigue sin ser un país independizado.
Tras los acuerdos, se integraron en la nación balcánica dos entidades políticas muy diferentes entre sí: la República Srpska (o República Serbia de Bosnia) y la Federación de Bosnia y Herzegovina. Los territorios, enfrentados durante la guerra, no vivieron ningún proceso de estabilización ni reconciliación, sino que fueron unidos “a la fuerza” en el país americano. Por tanto, la tensión sigue protagonizando la vida social y política bosnia, lo que se traduce en una inestabilidad que imposibilita el crecimiento del país.
Además, debido a estos acuerdos, Bosnia no elige a su máxima autoridad política, sino que esta tarea está a cargo de la Unión Europea desde 1995. La figura del Alto Representante Internacional tiene, entre sus amplias competencias, lo que se conoce como “poderes de Bonn”, esto es imponer y modificar leyes o despedir a cargos elegidos sin necesidad de contar con el visto bueno de la población o del Gobierno de la nación. “Es un agente extranjero al frente de un país, impuesto por la comunidad internacional, que no responde ante ningún poder democrático. No tiene que rendir cuentas ante nadie.”, asegura el periodista e historiador Sergio Rabinal.
Rabinal, experto en la Antigua Yugoslavia, cuenta a infoLibre que todos los tutores que ha tenido el país han sido alemanes o austríacos. El actual, el conservador alemán Christian Schmidt, “ha generado una crisis política y legal con la República Srpska por su uso de los poderes de Bonn”. El pasado mes, el vicepresidente del Consejo de Ministros y Ministro de Comercio Exterior y Relaciones Económicas del país balcánico, Staša Košarac, envió a Schmidt un casco de las SS nazis junto a una carta titulada Carta al ocupante. El “regalo” rezaba: "Es hora de que te marches de este país al que nunca debiste haber venido", firmaba Košarac, vinculado a la parte serbia. Esta parte del país ha mostrado su rechazo a la presencia extranjera desde su imposición treinta años atrás.
Los acuerdos comerciales
La República Srpska, que se autodenomina Estado independiente y que lleva años luchando por serlo de manera legal, ha sido incapaz de conseguirlo por la negativa de la máxima autoridad alemana.
Lo que parecería una buena solución para finalizar con estas tensiones políticas, y que permitiría cumplir la función principal de “implementar la paz y la estabilidad” de este máximo cargo, choca con los intereses económicos que la UE, y especialmente Alemania, tiene en el territorio. “A Alemania, como una potencia postindustrial, le interesan las minas. Sobre todo las explotaciones de litio. Y aquí está la clave, estas supuestas explotaciones están en la zona serbia, la zona de la República Srpska”, asegura Rabinal.
Además, el negocio del sector automovilístico también está en juego. La débil economía bosnia basa la mayoría de sus exportaciones en productos como chasis, carrocerías, motores, asientos, etc. para Alemania, país que lidera el puesto de venta de coches en Europa por su popularizada calidad. Los aranceles que el país de la UE impone para este tipo de productos es del 0%, mientras que para frutas, verduras y otros alimentos llega a ser del 15%.
Pese a su importante aportación al mundo automovilístico, la capital del país es una de las ciudades más contaminadas del mundo por el uso de coches antiguos y los recursos como la quema de carbón o madera para soportar el frío invierno. "Nadie está tomando medidas", aseguraba una vecina, entrevistada por el medio Euronews, y advertía de los graves problemas de salud que provoca en el país. En 2024, el país tutorizado por la UE ocupó el puesto 91 de 196 en el ranking de PIB per cápita, lo que indica un nivel de pobreza considerable.
Una frontera migratoria
El país balcánico, sobre todo la subdivisión de la Federación de Bosnia y Herzegovina, está alineado, sin embargo, con los intereses de la UE y lleva años solicitando su anexión a la misma. Desde la invasión rusa de Ucrania ha aumentado esa demanda por el miedo a su vecina Serbia y a la propia República Srpska, antiguos enemigos durante la guerra y posicionados políticamente con China y Rusia. La UE, por su parte, sigue denegando el acceso al país, aunque en 2024 rebajó sus exigencias de entrada. “Es más una motivación política que un proyecto”, asegura Rabinal.
Bosnia es parte de la llamada “ruta de los Balcanes Occidentales”, una de las principales rutas migratorias para personas que intentan llegar a Europa. Su frontera con Croacia, miembro de la UE, provoca que la escalada de violencia contra las personas migrantes para impedir su entrada sea alentada desde Bruselas, con la presencia de agencias propias como Frontex, una empresa de “seguridad fronteriza” conocida por vulnerar con frecuencia los derechos humanos.
Las organizaciones humanitarias en el terreno han documentado “devoluciones en caliente, violencia física y sexual, encarcelamiento, robo e intimidación” o incluso “psicotrópicos en las comidas en los centros de internamiento”, tal y como publicó El Salto. Una de ellas es el movimiento No Name Kitchen, que trabaja exclusivamente en las zonas fronterizas de los Balcanes y el Mediterráneo, brindando ayuda humanitaria a refugiados frente a los abusos cometidos indirectamente desde las instituciones. Los testimonios que recogen son abundantes.
Los intereses de EEUU
El país americano no solo sirvió de anfitrión para la firma de los Acuerdos de Dayton, sino que su influencia continúa presente junto a la de la Unión Europea en las decisiones políticas del país balcánico.
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En 2024, el entonces presidente de la República Srpska Milorad Dodik anunció que comenzaría los trabajos para redactar un acuerdo de desvinculación pacífica para integrar el territorio en la vecina Serbia. La respuesta internacional fue rápida. Estados Unidos comunicó: "Es una acción peligrosa, irresponsable y anti-Dayton, que pone en riesgo la integridad territorial, la soberanía y el carácter multiétnico de Bosnia y Herzegovina. Estos son intereses clave de Estados Unidos. Estados Unidos los defenderá y protegerá, entre otras cosas, pidiendo cuentas a quienes los exponen a riesgos". Dodik fue sentenciado a un año de prisión y a seis de inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos por desacato al alto representante.
La propuesta del entonces presidente respondía a una petición generalizada del autodenominado Estado independiente, que, con ideología ultranacionalista serbia, también está alineada geopolíticamente con China y Rusia. Este hecho es uno de los principales intereses que tiene la UE, y por extensión, EEUU, para incorporar a Bosnia en los 27. “El principal interés que puede tener la UE en incorporar a Bosnia puede ser avanzar posiciones geográficas e intentar limitar la posible influencia que pueda tener Rusia”, afirma Rabinal.
El experto asegura que otra de las imposiciones de los Acuerdos de Dayton es la posibilidad que tiene la OTAN de intervenir militarmente el país, usando su “fuerza de estabilización” si no se cumplen estos acuerdos: “Es una anomalía gigantesca dentro del buen funcionamiento democrático de un país treinta años después de que haya terminado el conflicto”, concluye Rabinal.
En diciembre de 1995 aconteció en Estados Unidos el principio del fin de la guerra bosnia. La firma de los Acuerdos de Dayton permitió que finalizase el violento conflicto que durante los últimos tres años había asediado al país y especialmente a su capital, Sarajevo durante el desmembramiento de la Antigua Yugoslavia. Sin embargo, treinta años después de aquel tratado, y pese a la gran cobertura internacional que tuvo, Bosnia y Herzegovina sigue sin ser un país independizado.