Más de cincuenta mil palestinos asesinados para que Europa diga basta (con la boca pequeña)

Wael Al Dahdouh es periodista. Durante años, fue delegado de Al Jazeera en Gaza, desde donde informó de acontecimientos tan relevantes como la Segunda Intifada o los repetidos conflictos entre Israel y Hamás. Sin embargo, nunca vivió nada parecido a la invasión de la Franja llevada a cabo el 27 de octubre. Los bombardeos indiscriminados mataron, en los primeros días de la guerra, a su mujer, a dos de sus hijos (uno de ellos de 15 años y otra, de 7) y a uno de sus nietos, cuando aún era un bebé. Durante ese mismo bombardeo en el campo de refugiados de Nuseirat, también murieron otros ocho familiares suyos. Poco tiempo después, otro de sus hijos, periodista, igual que él, falleció mientras se desplazaba en coche por la Franja para informar sobre el conflicto. 

Él mismo también sería víctima de los ataques israelíes. En sus propias carnes sufrió el ataque de un dron israelí que mató a su cámara y a él le dejó herido en una mano a consecuencia de la metralla. Ahora, ha conseguido salir de Gaza y vive en Qatar, recuperado de sus heridas, pero aún con secuelas. Su historia ejemplifica la de tantos palestinos que, desde que comenzara la invasión, han visto cómo ha destrozado sus vidas. Familias enteras rotas, eternamente desplazadas y que han perdido todo lo que tenían. Una tragedia a la que el mundo ha hecho oídos sordos… hasta ahora.

En las últimas semanas, algo ha cambiado en relación a Palestina. Durante meses y meses, las principales potencias y la Unión Europea han dado carta blanca a Israel para que hiciera lo que quisiera en Gaza. Sin consecuencias y sin ningún tipo de crítica, las acciones del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, parecían justificarse dejando a un lado las atrocidades que causaran. Sin embargo, la iniciativa de 17 de los 27 países de la Unión Europea para revisar el acuerdo bilateral de relación política y comercial con Israel, sumada a otras decisiones, como la de Reino Unido de detener las negociaciones con Tel Aviv de un nuevo acuerdo de comercio por las violaciones de derechos humanos en Gaza, han marcado un cambio que, pese a ser pequeño, supone un paso sustancial en las hasta ahora tibias críticas de los países occidentales hacia Israel.

Para ello han tenido que morir más de 50.000 gazatíes, ser desplazada forzosamente más del 90% de la población y producirse bombardeos constantes a hospitales y puestos de ayuda humanitaria. Y no solo eso. Durante el año y medio que dura la invasión, Israel ha roto un alto el fuego, desencadenando una nueva invasión y activando un bloqueo de ayuda humanitaria que ha matado de hambre a decenas de niños y ancianos, ha invadido Líbano, parte de Siria y ha infringido las peticiones de la comunidad internacional de parar la matanza de civiles y una escalada bélica que desembocara en un conflicto regional. Tampoco la UE hizo nada cuando la Corte Penal Internacional ordenó el arresto de Netanyahu por crímenes de guerra y de lesa humanidad, ni cuando el Tribunal Penal Internacional calificó de “genocida” su ofensiva en Rafah y exigió a Israel que detuviera las operaciones. 

En la estela de Trump

Con todo este historial, ¿por qué la UE ha cambiado ahora de parecer? Para Álvaro de Argüelles, analista de El Orden Mundial y doctorando en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid, la pregunta no tiene una sola respuesta. En primer lugar, apunta a que la gota que ha colmado el vaso y que ha servido como excusa al cambio han sido las declaraciones a la BBC del subsecretario general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Tom Fletcher, en las que avisaba de que más de 14.000 niños morirían en 48 horas si no entraba ayuda en Gaza. Pese a que la ONU luego matizó la cifra, afirmando que hacía referencia a aquellos menores en riesgo de malnutrición severa, Argüelles explica que sus palabras tuvieron un gran impacto en la agenda internacional y desataron la indignación de Europa.

Y es que la crisis humanitaria se ha recrudecido en Gaza durante las últimas semanas. El bloqueo humanitario de Israel con motivo de su nueva operación de guerra y los camiones con suministros parados en la frontera han hecho que la paciencia de muchos se acabe. Durante los últimos días, Israel y la comunidad internacional han mantenido un pulso lleno de ultimátums sobre la entrada de ayuda. Una tensión que ha terminado perdiendo Israel: “El reproche ha sido generalizado, incluso países más reacios como Francia, Reino Unido o Canadá han sido muy críticos con Netanyahu. Y hasta dentro de Israel se han escuchado voces contrarias a lo que está haciendo su Gobierno. Yair Golan, líder de la izquierda opositora, ha llegado a decir que ‘un país sensato no mata bebés por afición’”, explica De Argüelles.

Por su parte, Lola Bañón, profesora y periodista con amplia experiencia en la cobertura de conflictos en Oriente Medio, cree que el verdadero motivo de este cambio de actitud hay que buscarlo fuera de las fronteras de la UE. “El volantazo europeo es mucho más estratégico que humanitario. Lo que está pasando ahora en Gaza lleva sucediendo ya muchos meses y durante ese tiempo, nada ha cambiado. Lo que sí lo ha hecho es la postura de EEUU. Trump ha tomado una posición diferente siendo más distante con Netanyahu y negociando con Hamás, algo que se ha visibilizado con la liberación de un soldado rehén con orígenes estadounidenses”, describe la periodista.

Una clave en la que coincide De Argüelles, que también ve en Trump el actor que ha propiciado, con su alejamiento de Netanyahu, el cambio de postura de la UE. “El magnate se está empezando a cansar del primer ministro israelí. No quiere seguir prolongando el conflicto de forma indefinida y, por ello, él también ha ido modulando sus posturas, influido por los países árabes, a los cuales está demostrando que escucha. A todo ello se le suma que Hamás ha ido también abandonando progresivamente sus peticiones más maximalistas y está teniendo una mayor voluntad para negociar”, describe el analista de El Orden Mundial. Ese alejamiento se ejemplificó en la gira del presidente estadounidense por Oriente Próximo, en la que visitó Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, además de reunirse con el líder sirio, Ahmed al-Charaa, pero en la que evitó ir a Israel. “En este contexto es en el que Netanyahu lanza la nueva ofensiva, como siempre, a contracorriente”, concluye De Argüelles.

Una Europa más crítica pero sin dar pasos radicales

El instrumento que ha usado la UE para llevar a cabo ese cambio de postura es el Acuerdo de Asociación con Israel, del que algunos Estados miembro han pedido una revisión en vista de las violaciones de derechos humanos por parte de Tel Aviv. “Romper este acuerdo sería un golpe durísimo contra Israel, no solo a nivel simbólico sino también económicamente, ya que la UE es el principal socio comercial del país y si ese pacto desaparece, las finanzas de Israel se resentirían”, afirma Bañón. Aun con todo, esa petición de revisión no se traduce en una suspensión del pacto, ni mucho menos en una ruptura.

Para que esto suceda, se requeriría la unanimidad de todos los países para romper el pacto, algo que ambos expertos descartan. Primero, porque sería una decisión demasiado radical y una ruptura casi total a nivel político y económico con Israel y, segundo, porque actualmente es muy complicado poner a todos los países de acuerdo para actuar de esta forma. “Existen países muy importantes que, a corto plazo, es difícil que cambien de opinión. De hecho, ni siquiera ha podido haber unanimidad en un tema como el de las sanciones a los colonos en Cisjordania, algo que genera cierto consenso, ya que incluso EEUU ha dado pasos en ese sentido. Pero aquí Hungría lo vetó”, señala De Argüelles.

El historial Europeo con Gaza es sangrante. Bañón recuerda cómo, hace un año, solo tres países, España, Irlanda y Noruega, reconocían conjuntamente el Estado palestino y lideraban una posición más crítica en el continente europeo frente al consenso proisraelí. Un apoyo a Israel que tocó techo en el polémico viaje de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, para visitar a Netanyahu al poco de los ataques del 7 de octubre. Ahora, en cambio, el número de Estados miembros que piden una revisión de los acuerdos es mucho mayor, y países anteriormente muy favorables a Israel como Austria o Países Bajos, han cambiado de posición. Tanto es así que ha sido precisamente Amsterdam quien ha impulsado la revisión del Acuerdo de Asociación.

Una situación que abre la puerta a que otras naciones también lleven a cabo un viraje en los próximos meses. “El caso alemán es el más polémico por su pasado con respecto al Holocausto. Sin embargo, y al contrario de lo que se cree, la idea de este deber histórico de Alemania con Israel es relativamente moderna, y, de hecho, es Merkel quien impulsa más esta asociación, por lo que, aunque es difícil, nada asegura que no pueda cambiar su posición. Sobre todo porque las encuestas muestran que la sociedad alemana es cada vez más crítica con Israel”, señala De Argüelles. 

La clave Netanyahu

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En ese contexto, ambos expertos coinciden en que, para ser efectiva, la presión de Europa debe ir hacia una figura, que es la más fuerte y a la vez la más débil de todo el esquema: Netanyahu. “EEUU no puede y no quiere, por su relación histórica con Israel, realizar ningún cambio radical, pero Europa sí puede hacerlo. Y creo que con estos movimientos, la UE no quiere hacer tanto daño a Israel como al propio Netanyahu para que, o bien caiga su Gobierno, o bien pierda las próximas elecciones”, explica Bañón. 

De una opinión similar es De Argüelles, que también destaca el papel central en el conflicto que tiene el mandatario. “El fin de la guerra pasa por forzar una salida de Netanyahu. Eso puede producirse porque una parte de la sociedad israelí vea que se están convirtiendo en un paria internacional, y para ello es fundamental la presión europea. Existen de nuevo esas críticas internas, pero Netanyahu va a querer volver a la estrategia que ya usó el año pasado: hacer escalar la guerra para ganar popularidad”, señala De Argüelles. En este sentido, el primer ministro está contra la espada y la pared: si quiere continuar en el poder debe contentar a las fuerzas más extremistas y supremacistas, como el partido Sionismo Religioso, que le sostienen en el Gobierno y son partidarias de una ocupación total de Gaza.

En el caso de que le retiraran su apoyo por percibir que las políticas del Gobierno no son lo suficientemente radicales, Netanyahu no solo saldría del poder, sino que tendría que enfrentarse a las múltiples acusaciones de corrupción contra él. “Tensar su figura es lo que debe hacer la UE, aunque realmente parece muy complicado ahora mismo que el escenario de una salida de Netanyahu sea probable”, continúa el experto. Para Bañón, otro punto importante es cómo vaya respondiendo la sociedad israelí a las decisiones del primer ministro: “La situación interna de Israel es angustiosa. Hay muertes de sus jóvenes, empresas que están cerrando, miedo a ser llamados a filas… Es muy difícil mantener esta situación durante mucho tiempo porque, a diferencia de otros conflictos, este sí les está tocando muy de cerca. Y eso puede hacer que todo cambie”, zanja Bañón.

Wael Al Dahdouh es periodista. Durante años, fue delegado de Al Jazeera en Gaza, desde donde informó de acontecimientos tan relevantes como la Segunda Intifada o los repetidos conflictos entre Israel y Hamás. Sin embargo, nunca vivió nada parecido a la invasión de la Franja llevada a cabo el 27 de octubre. Los bombardeos indiscriminados mataron, en los primeros días de la guerra, a su mujer, a dos de sus hijos (uno de ellos de 15 años y otra, de 7) y a uno de sus nietos, cuando aún era un bebé. Durante ese mismo bombardeo en el campo de refugiados de Nuseirat, también murieron otros ocho familiares suyos. Poco tiempo después, otro de sus hijos, periodista, igual que él, falleció mientras se desplazaba en coche por la Franja para informar sobre el conflicto. 

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