GUERRA EN SIRIA
España aboga por levantar las sanciones a Siria en la ONU y le ofrece más de 11 millones de ayuda

Ha pasado sólo un mes y medio. El 8 de diciembre de 2024, Báshar Al Asad huía a escondidas de Siria tras la caída del régimen que él mismo dirigió con mano de hierro durante casi catorce años. Se ponía así punto y final a un mandato de terror en un país que hoy está devastado. Es el mismo tiempo que ha transcurrido desde la última vez que un ministro de Exteriores español pisó el suelo de Damasco. Este jueves, el jefe de la diplomacia española no sólo visitaba la ciudad, sino que se ha reunido con el nuevo líder de facto, Ahmed al Sharaa, que ha cambiado la chilaba que llevaba tiempo atrás por el traje y la corbata. El encuentro, que se ha celebrado en el Palacio del Pueblo —residencia de Al Asad hasta su derrocamiento— ha dejado una imagen simbólica: la del apretón de manos entre ambos.
Al Sharaa, hombre fuerte en Siria tras la victoria de los rebeldes el pasado 8 de diciembre, pertenece al grupo islamita HTS, que Estados Unidos y la ONU tienen catalogado como terrorista. Es una de las sombras que rodea a esta etapa: el temor a una posible radicalización del nuevo gobierno que eche por tierra los derechos de las mujeres y de las minorías étnicas. Son líneas rojas que, como ha repetido insistentemente el Gobierno español en los últimos días, no va a dejar que se traspasen. Este jueves Albares ha asegurado que, en su encuentro, Al Sharaa, ha sido contundente en su compromiso con là inclusión y ha condenado enérgicamente al Estado Islámico. "Hay que juzgar a las nuevas autoridades por sus hechos" , ha dicho.
"Las mujeres tenemos miedo al islamismo. Necesitamos que nuestros derechos no retrocedan", comenta preocupada Fida Alboutroz, que lleva trabajando veinte años en la embajada española como traductora. "Hay ciudades en las que ya han prohibido que las mujeres se suban a los mismos autobuses que los hombres". Ella nunca dejó de trabajar a pesar de la guerra, pero aprendió a convivir "con el miedo, la escasez y la lluvia de obuses". Hoy afirma que "lo más urgente ahora es que se apruebe una Constitución para que se convoquen elecciones".
La apuesta del Ejecutivo español es la de una transición pacífica que convierta un movimiento militar —por HTS— en uno político. Es la idea que ha trasladado Exteriores durante la gira express que ha realizado el ministro en Oriente Medio. Pero para ello hay requisitos que consideran imprescindibles. Como que se refuerce la seguridad, el control de armas químicas y la destrucción de drogas sintéticas de las que Siria es uno de los grandes productores a nivel mundial. También que se celebre una Conferencia de Diálogo Nacional. Un encuentro que el gobierno sirio ya ha anunciado y con el que quiere definir là hoja de ruta del país contando con la participación de representantes de todos los ámbitos de la sociedad y las instituciones.
Si se empiezan a dar pasos en este sentido, España defenderá el próximo 27 de enero ante la Unión Europea la necesidad de levantar las sanciones que se impusieron a Siria hace trece años. Aunque fuentes gubernamentales reconocen que no hay prisa, si senalan que a quien realmente perjudican es a la población. "Hay señales de que Siria está en otro momento", ha advertido el jefe de exteriores. La postura española está alineada con la de los principales países de la Unión Europea. De hecho, Albares es el cuarto ministro de exteriores que visita el país tras Francia, Alemania e Italia.
El acercamiento entre ambos países ha dado además otro paso este jueves. La bandera española ha vuelto a ondear en la embajada española de Damasco, algo que no sucedía desde 2012 cuando se produjo la salida del Embajador. Acompañado del enviado especial para Siria que España mantiene en la capital del país desde hace algunas semanas, el ministro ha participado en un acto en el que han participado policías nacionales y en el que se ha condecorado a algunos trabajadores y trabajadoras por su dedicación. "Que el contacto y el apoyo en este nuevo período se intensifiquen es una buena noticia", ha recalcado Albares.
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Lo que comenzó como un levantamiento popular contra el régimen de Al Asad, al calor de las revueltas de la Primavera Árabe en 2011, se convirtió en una cruenta y larguísima guerra con múltiples facciones enfrentadas. Un conflicto armado que ha dejado un país destrozado y no sólo metafóricamente hablando: según Naciones Unidas, 300.000 personas han muerto y hay millones de desplazados y refugiados. Cómo levantar de nuevo un país que se ha desangrado durante tanto tiempo es una de las grandes incógnitas tras la caída del régimen alauita.
Para facilitar la reconstrucción, el ministro ha anunciado un paquete de ayudas españolas por valor de 11,1 millones de euros que podría agilizar el proceso. España destinará 6 millones para ayuda humanitaria, 1,6 para cubrir el déficit alimentario y 3 millones para ayudar a los refugiados que quieran volver. Además, se destinarán medio millón de euros para la rendición de cuentas, es decir, a la investigación de crímenes de guerra de la que el Gobierno quiere que se encargue la ONU.
El ministro también ha visitado la prisión de Sednaya, a 30 kilómetros de Damasco, conocida como el "matadero humano". Acompañado de altos cargos de Naciones Unidas ha recorrido sus instalaciones, hoy abandonadas, para conocer de primera mano el horror al que se enfrentaron los miles de prisioneros que pasaron por el siniestro edificio. Se calcula que 30.000 reclusos fueron asesinados en tan sólo 7 años. Sednaya se ha convertido en el símbolo de la represión de los Al Asad ejercieron sobre el pueblo sirio durante los 50 años que estuvieron en el poder.