Los ecologistas belgas reculan con la energía nuclear ante la crisis energética

Dos generadores de vapor de Ensa para centrales nucleares en Francia, en una imagen de archivo.

Ludovic Lamant (Mediapart)

La guerra en Ucrania ha obligado a muchos gobiernos de Europa a dar repentinos giros estratégicos, al igual que el giro militar alemán. El que acaban de hacer los ecologistas en Bélgica, que gobiernan en coalición con otros cinco partidos, también es casi espectacular: los dirigentes de Groen (neerlandófono) y Ecolo (francófono) han aceptado bajo presión prolongar diez años la vida de dos reactores del país, Doel 4 y Tihange 3, relanzando así el interminable culebrón del "fin de la energía nuclear belga".

Estos dos reactores generan dos de los seis gigavatios (GW) que suministran los siete reactores del país. Tras 40 años de funcionamiento, los otros cinco reactores deberán cerrar en 2025. Bélgica aprobó una ley de abandono de la energía nuclear en 2003 bajo el gobierno del liberal flamenco Guy Verhofstadt, en la que también participaron los ecologistas por primera vez en su historia. Sin embargo, el reino nunca se dotó de los medios necesarios para aplicar esta ley.

"En nuestra opinión, no es una renuncia. Seguimos siendo fieles a nuestro objetivo, que es alcanzar el 100% de energía renovable [en 2050]", afirma Gilles Vanden Burre, diputado ecologista belga contactado por Mediapart, socio editorial de infoLibre. "Al mismo tiempo, vamos a hacer hincapié en un plan de inversión en energías renovables. Pero es cierto que hemos acordado volver a estudiar la posibilidad de ampliar los dos últimos reactores".

Si este diputado habla, con cautela, de "estudiar", es porque queda por hacer la parte más difícil. Después de que la coalición llegara a un acuerdo de principio el viernes 18 de marzo, la ministra de Energía Tinne Van der Straeten (Groen) y el jefe de Gobierno Alexander De Croo (Liberales flamencos) iniciarán ahora negociaciones con el operador Engie, que probablemente serán difíciles. Tendrán que ponerse de acuerdo sobre la modernización de los reactores después de Fukushima, sobre la gestión de los residuos y sobre el futuro desmantelamiento de las centrales, cuestiones todas ellas extremadamente costosas y que probablemente resulten dolorosas para los contribuyentes; está por determinar quién del Estado belga o de Engie pagará qué.

En diciembre de 2021, un acuerdo anterior de la coalición también preveía la construcción de dos centrales de gas para compensar parte de la pérdida de energía causada por el cierre de los siete reactores. Al mismo tiempo, la Comisión Europea había dado luz verde a la puesta en marcha de un mecanismo de subvención para los operadores de estas centrales, para que no perdiesen dinero en caso de sobreproducción, si se daba prioridad a las renovables. 

El acuerdo del pasado viernes incluye la reactivación de dos reactores nucleares, pero mantiene la construcción de dos centrales que producirán electricidad a partir de gas fósil, que emite mucho CO2. Esta doble vía no gusta a Arnaud Collignon, de Inter-Environment Wallonia, una plataforma de ONG proclima: "Realmente, es el peor escenario. Estamos prolongando la energía nuclear y, al mismo tiempo, construyendo y subvencionando centrales de gas. El Ejecutivo no ha tomado una decisión [entre las dos opciones], es un arbitraje político en el vacío...".

"Corremos el riesgo de acabar con un exceso de capacidad ya en 2026", prosigue este especialista en energía, que cree que, como mucho, bastaría con una sola central de gas. "Las crisis también son oportunidades para romper tabúes. Pero aquí no se está rompiendo ningún tabú, se trata de business as usual, sin más".

Una dotación de 1.200 millones de euros

Ante el espectro de la sobreproducción a partir de 2026, Gilles Vanden Burre responde: "La diferencia para nosotros, que es un punto de inflexión, es que ahora se da prioridad a las renovables. En caso de sobreproducción, las renovables funcionarán, el resto no, dando prioridad a las centrales de gas".

El plan aprobado el 18 de marzo –cuyas extensiones legislativas aún no están claras– también prevé un plan "inédito desde hace 20 años" de apoyo a las energías renovables, en palabras del ministro Van der Straeten. Para financiar este "cambio energético" se ha habilitado una partida de 1.200 millones de euros para tres años, muy inferior a las expectativas iniciales de Ecolo y Groen. "Muchísimo para Bélgica", argumenta Gilles Vanden Burre, que también responde a las críticas de las ONG que afirman que el programa desvelado se concentra únicamente en el aumento de la producción de energías renovables y demasiado poco en la reducción del consumo de energía: "Lo uno no puede ir sin lo otro, estoy de acuerdo, pero esta dimensión está en manos de las regiones, que tienen la competencia en este tipo de inversiones".

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La apuesta de los ecologistas belgas, enzarzados en laboriosas disputas políticas con el MR (liberal, también en la coalición) sobre el tema de la energía nuclear, contrasta con la estrategia de Europe Ecologie-Les Verts en Francia. Preguntado el martes, en France Inter, por la decisión de sus colegas de Bruselas, Yannick Jadot se mantuvo firme al respecto: "Construir reactores operativos en 2040-2045 no resuelve ninguno de nuestros problemas actuales [...]. Tenemos que desplegar energías renovables, en lugar de depender del uranio importado de Kazajstán o Uzbekistán bajo la tutela de Rusia.

El diputado de los Verdes Gilles Vanden Burre no ve ninguna diferencia: "Participamos en un gobierno de coalición con otras familias políticas [incluyendo liberales y socialistas]. Pero nuestro objetivo no ha cambiado: 100% de energía renovable para 2050, y la mitad de la producción de electricidad de Bélgica con energías renovables para 2030". Queda por ver si el electorado de Ecolo y Groen tendrán la misma paciencia.

Texto en francés:

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