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El Europarlamento, obligado a resetearse tras el ‘Catargate’

Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo.

Ludovic Lamant (Mediapart)

Los eurodiputados deberán levantar la inmunidad a dos de sus colegas socialdemócratas implicados en la investigación de corrupción que afecta a Catar y Marruecos antes de la semana del 13 de febrero. La Presidencia del Parlamento Europeo espera que la operación no sea más que una formalidad. La presidenta de la institución, Roberta Metsola, presentará la petición formal de las autoridades belgas, que apunta al valón Marc Tarabella y al italiano Andrea Cozzolino, en la sesión plenaria que se abre el lunes 16 de enero en Estrasburgo, lo que iniciará el procedimiento hasta el muy probable levantamiento de la inmunidad.

Tras hacer repetidas promesas de reforma cuando estalló el escándalo a mediados de diciembre, la conservadora maltesa Metsola debe demostrar ahora que mantiene la presión, más allá del apabullante efecto causado a finales de 2022. "El descrédito colectivo es extremadamente importante, y sería muy arriesgado no sacar conclusiones políticas de esto", afirma la eurodiputada socialista Sylvie Guillaume. 

“El Parlamento está mostrando su voluntad de ser ejemplar, destituyó muy rápidamente a la vicepresidenta griega (Eva Kaili, detenida), y en diciembre aprobó una resolución muy, quizás demasiado, consensuada", afirma David Cormand, eurodiputado de Europa Ecológica Los Verdes, EELV. "Pero también tengo la sensación ya de una vuelta a una forma de ‘business as usual’".

Aunque este escándalo salpica a la familia socialdemócrata (S&D), dirigentes del PPE (derecha) ya se habían visto implicados a finales de 2021 por su dudoso uso de fondos públicos a través del presupuesto del Tribunal de Cuentas de la UE. El eurodiputado Cormand expresó su preocupación por la posibilidad de que un hipotético "pacto entre caballeros" entre los dos grupos mayoritarios de la Eurocámara obstaculice las reformas que se llevarán a cabo en los próximos meses.

Roberta Metsola tiene mucho que hacer para convencer a los escépticos porque, desde su elección en enero de 2022, su actuación en materia de transparencia es casi nula. En septiembre, el PPE, su grupo, logró imponer a su director de gabinete, el italiano Alessandro Chiocchetti, en el estratégico puesto de secretario general del Parlamento, tras una serie de pequeños arreglos entre las fuerzas mayoritarias del Parlamento.

Por cierto, el día de la elección de Chiocchetti en la Mesa del Parlamento, el representante de la Izquierda, el grupo de la izquierda radical (del que forma parte La France Insoumise), se abstuvo a cambio de que su grupo presidiera una nueva dirección general, la decimotercera dentro del Parlamento, dedicada a las "relaciones con las democracias parlamentarias". 

Lo que me indigna es que este escándalo se produzca en un momento en que la Europa política ha dado muestras de cierta unidad

Sylvie Guillaume — Eurodiputada socialista

Entonces, ¿cómo podemos creer en las promesas de Metsola y en su voluntarismo en estos temas? ¿Conseguirá, por ejemplo, hacer obligatoria la inscripción de los grupos de presión en el registro de transparencia de la Unión Europea y ampliar su aplicación a los representantes de países de fuera de la UE, como Catar o Marruecos?

El académico Antoine Vauchez (de la Universidad París-I), que trabaja en particular sobre estas cuestiones de transparencia y conflicto de intereses en la UE, analiza con cautela la resolución aprobada por el Parlamento tras el Catargate: "Detrás de la urgencia retórica, la resolución está hecha esencialmente para ganar tiempo. La comisión de investigación prevista por el Parlamento no tendrá lugar probablemente hasta dentro de dieciocho meses, mientras que la prometida comisión interna está lejos de crearse."

Vauchez añade: "Esta escasa politización de la cuestión, al igual que esta voluntad de aplazamiento, resulta sorprendente a dieciocho meses de las elecciones al Parlamento Europeo. Elecciones en las que inevitablemente saldrá a relucir el tema de la corrupción, dada la amplia cobertura mediática del Catargate.

¿Aumentará el escándalo los discursos antieuropeos en las urnas en 2024? ¿Sobre todo si hay más imprevistos en la investigación en los próximos meses? "Lo que me indigna –dice la socialista Sylvie Guillaume– es que esto ocurra en un momento en que la Europa política ha mostrado cierta unidad, frente al Brexit, el covid o la guerra de Ucrania. Se han producido avances significativos. Pero este tipo de comportamiento socava esos avances".

“Europa está criogenizada desde el no al TCE (Tratado Constitucional Europeo, rechazado en referéndum en 2005 por Francia y los Países Bajos)", afirma David Cormand. “Y ahora hemos conseguido reforzarnos bajo el efecto de covid. Hemos completado el Brexit. La guerra de Ucrania ha dado lugar a una mínima conciencia de la necesidad de una diplomacia europea... La UE vive desde hace unos años un verdadero momento político, y eso debe llevar a este Parlamento a politizarse más".

En palabras de David Cormand, "politizarse" significa "salir de la zona de confort", es decir, dejar atrás definitivamente la gran coalición izquierda (S&D)-derecha (PPE), con los liberales de Renew (incluido LREM) como bisagra, que asfixia muchos debates y congela los votos. Cormand imagina una coalición "progresista" para el próximo mandato, desde los liberales a la izquierda, pasando por los Verdes y los socialdemócratas.

Pero lo que preocupa a muchos observadores es más bien la posibilidad de una alianza sin precedentes de la derecha y la extrema derecha, en la línea de lo que viene ocurriendo en Italia desde la elección en septiembre de la posfascista Giorgia Meloni. A principios de este año, el propio Silvio Berlusconi reactivó este proyecto, al ensalzar las bondades de una fusión de todas las derechas italianas, desde la derecha postfascista hasta la derecha tradicional, en un único partido que compitiera en las elecciones europeas de 2024.

La marcha de Angela Merkel, que durante mucho tiempo enmascaró las divisiones estratégicas del PPE y sus ambigüedades frente a la extrema derecha, ha dejado a la derecha europea desorientada desde finales de 2021. En este contexto, la asunción por Suecia de la presidencia de turno de la UE durante seis meses, el 1 de enero, no ha causado mucho revuelo. A pesar de que, tras las elecciones de septiembre, el conservador Ulf Kristersson lidera una coalición de derechas, con el apoyo de la extrema derecha, que dicta gran parte de la agenda.

Sobre el papel, esta reconfiguración de la derecha en el Parlamento de Bruselas se basaría en tres grupos: además del PPE, los conservadores del European Conservative and Reformists, ECR (incluido el partido de Giorgia Meloni, Fratelli d'Italia, o Vox, los neofranquistas españoles), pero también Identity and Democracy, ID (que incluye al RN francés de Le Pen y a la Lega de Matteo Salvini). Pero esa alianza de la derecha es también una vieja serpiente de mar en la capital belga y persisten importantes factores de división. Empezando por un obstáculo difícil de superar en estos tiempos de guerra: las relaciones con Moscú.

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Traducción de Miguel López

 

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