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La tercera yihad: terrorismo descentralizado con individuos armados por sus propios medios

Varias personas participan en una manifestación en solidaridad con las víctimas del ataque que dejó el sábado siete muertos y 48 heridos en el Puente de Londres.

A pesar de que todavía tiene bajo control MosulRaqqa, hace meses que el Estado Islámico pareció darse cuenta de que la base territorial de la que disponía –un protoestado, entre Irak y Siria, que se esforzaba en construir a partir de las viejas estructuras estatales y que contaba con unos diez millones de habitantes– estaba abocado, tarde o temprano, a la desaparición. Y, con ésta, lo harían también los centros operacionales establecidos en estas dos ciudades, en especial en Raqqa. No obstante, dado que Daesh también es una entidad ideológica, dispone de redes durmientes, o de células, creadas, tal y como se puso de manifiesto en el ataque de Año Nuevo perpetrado en Estambul contra la discoteca Reina (39 muertos). En aquel entonces, el MIT (los servicios secretos turcos) descubrieron diferentes escondites en el barrio de Esenyurt, en la capital turca, y hallaron un bonito botín de un millón de dólares en metálico, destinado a preparar otros atentados.

Para el Estado Islámica, la caída de los bastiones de Raqqa y Mosul supondrá el regreso a una forma de organización similar al prototipo que fue Al Qaeda, es decir, una organización clandestina, sin territorio preciso. De hecho, ni siquiera hace falta que una filial reciba una orden directa desde uno de los centros operaciones de la organización, ni el envío de un equipo sobre el terreno, para iniciar un ataque ya que la doctrina de Daesh sobre la yihad es más que suficiente para radicalizar a sus simpatizantes e incitarlos a pasar a la acción, de manera individual o colectiva, y en cualquier parte; lo único que necesitan es aplicar la doctrina de la organización. Los atentados ante el Parlamento de Westminster o en el Puente de Londres; de Magnanville, a las puertas del Louvre; de Berlín, en el mercado navideño; de Orly; bien pudieron ser ordenados desde Raqqa o responder a una iniciativa surgida a escala local. Pese a todo, los nuevos yihadistas necesitan armas y entrenamiento, de ahí que terminen por recurrrir a otras formas de terrorismo como ataques con un vehículo, coche o camión, con el que arremeter contra la multitud.

Estos modus operandi también figuran en los escritos de varios teóricos de la yihad mundial, cuyas obras son los libros de cabecera de Daesh. De ellos, el más conocido es Abou Moussab al-Souri, el conocido como profeta de la “tercera yihad”. En un momento en que el yihadismo mundial parecía desestructurado, Al-Souri, cuyo nombre real es Mustafá Setmariam Nassar, un sirio que obtuvo la nacionalidad española tras contraer matrimonio, profesa una teoría que parece haber inspirado tanto a Mohamed Merah como a los hermanos Tsarnaev, que tiñeron de sangre la maratón de Boston. En su obra principal, Llamada a la resistencia islámica mundial, de 600 páginas y publicada en internet en diciembre de 2004, este intelectual se atrevía a criticar abiertamente la estrategia de Bin Laden. Su principal reproche es que los atentados del 11-S tuvieron como consecuencia la pérdida de Afganistán, hasta entonces base de operaciones de los yihadistas de todo el mundo. También propone otra estrategia, diametralmente opuesta, que consiste especialmente en llevar a cabo ataques descentralizados, efectuados por pequeñas células dispersas en Occidente, sin vinculaciones con un mando central operativo.

Se aboga sobre todo por dos tipos de operaciones: las que tienen como objetivo fundamentalmente a los musulmanes que han traicionado su fe y los que vestido el uniforme de los Ejércitos occidentales –como Mohamed Merah– y las que, según Al Souri, les permitirían ganarse las simpatías de la comunidad musulmana, como el asesinato de niños judíos en represalia por los niños palestinos asesinados por Israel. O los blasfemos. Pero el objetivo final de la estrategia es desencadenar una guerra civil generando divisiones irreconciliables entre la mayoría de la población y la minoría musulmana. Hay un aspecto importante: en uno de sus textos (Catorce lecciones amargas sobre la yihad), apuesta por apoyarse en los combatientes de élite en lugar de sobre las masas musulmanas. Ésta es la teoría que se conoce como la “yihad de los pobres” o la tercera yihad, después de la yihad contra el Ejército soviético en Afganistán y de la yihad contra el Ejército norteamericano en Irak (la primera victoriosa y la segunda, un fracaso con la permanencia de un Gobierno chiíta en Bagdad).

Se desconoce si Al Souri sigue con vida. Nacido en 1958 en el seno de una familia de la pequeña burguesía de Alepo, participó en la mayoría de los combates islamistas: en el levantamiento de los Hermanos Musulmanes en Hama (Siria) en 1982 y asistió a la destrucción de la ciudad vieja siria por parte de las fuerzas de Hafez al Assad. Hombre próximo a Osama Bin Laden, fue capturado por los servicios secretos paquistaníes, en 2005, y entregado a los estadounidenses, quienes a su vez lo devolvieron en 2011 a los sirios. Bashar Al Assad lo liberó y, desde entonces, se le ha perdido la pista.

El éxito de este “arquitecto del yihadismo mundial”, parafraseando a un investigador francés, radica en que sus teorías han encontrado eco en todo el universo islamista, más aún porque ha estudiado mucho Europa. Aunque, a diferencia que el Estado Islámico, no persigue la creación de un califato, por temor a que sea sometido, se puede ver su influencia en la propaganda de la organización, sobre todo cuando esta insiste en la “opresión” y en la “humillación”, de la que supuestamente son víctimas los musulmanes en Europa y de los que predice se cobrarán una revancha formidable. Otro teórico del Estado Islámico es Abu Bakr Al Naji y su libro Idarat at Tawahhush (Administración o dirección del salvajismo). No se sabe casi nada de este autor, salvó que se puede tratar del yerno de Abou Moussab Al Zarqaui, el fundador de lo que ahora es el Estado Islámico. Su obra es un manual de unas 400 páginas de supervivencia del yihadismo y de aprendizaje del terror. Sobre todo, recomienda ser imprevisible y atacar objetivos variopintos –aeropuertos, escuelas, comisarías de Policía, centros comerciales– con el fin de dispersar a las fuerzas de seguridad por todo el territorio enemigo.

El terrorista de Bruselas, identificado como Oussama Zariouh

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

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