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Ucranianos que regresan para luchar contra los rusos: "Vamos a enviarles a un infierno del que no volverán"

Dos niñas pintan el cristal de uno de los vagones de la estación de tren de Lviv, a 2 de marzo de 2022, en Leópolis (Ucrania).

Helene Bienvenu (Mediapart)

Medyka (Polonia) —

Ruslan Shkola, con una gorra roja, parece decidido. Se baja del autobús fletado por los bomberos de Przemyśl para trasladar a la gente desde un centro comercial hasta el paso fronterizo de Medyka. A diferencia del medio millón de personas que han huido de Ucrania tras la guerra de Vladimir Putin, Ruslan Shkola va para allí. Se dirige a Vinnytsia para reunirse con su hermana y sus sobrinos, que viven en el centro del país.

"Llegué a Polonia hace una semana por un trabajo que acabo de dejar porque, mientras tanto, ha estallado la guerra. Hubo bombardeos a 25 kilómetros de mi casa y lanzamiento de cohetes a 10 kilómetros. No puedo quedarme con los brazos cruzados en Polonia viendo YouTube y esperando a que bombardeen mi casa. ¡Tengo que ir a la guerra!", dice este hombre de 30 años, que empuja una maleta gris y al que unos amigos polacos le regalaron una mochila militar justo antes de su marcha. "Tomé la decisión sin dudarlo", dice este trabajador ucraniano. "Era más difícil estar en el trabajo y ver lo que ocurría en Ucrania. Los rusos nos han invadido, incluso han utilizado el territorio de Bielorrusia, ¡vamos a enviarles a un infierno del que no volverán!".

"Rusia trata de impedir que entremos en la OTAN y quiere dominarnos, sólo que el futuro de Ucrania está en Europa, no en Rusia", continúa este ex maidan, que participó en la Revolución de la Dignidad en 2014, pidiendo un acercamiento de Ucrania a la Unión Europea. "¡Claro que los ucranianos ganarán la guerra, por algo somos cosacos! Pero va a depender del esfuerzo de todos y cada uno de nosotros, especialmente de los jóvenes que se están yendo al frente".

Una vez en casa, Ruslan Shkola se apresuró a comprobar en internet las posibilidades que se le ofrecían: movilización en la defensa del territorio o incluso defensa ciudadana local. "Puede que no tenga formación militar, pero voy a aprender a hacer cócteles molotov. Además, uno de mis amigos, algo bebedor, tiene varias botellas de vodka en casa, que podrían ser muy útiles...".

Un poco más allá, frente al edificio de la guardia fronteriza de Medyka, Alexander también se prepara para regresar a Ucrania. A este hombre de 50 años le gustaría alistarse en el Ejército allí. Cuando se le pregunta por su motivación, da una calada a su pitillo y luego, visiblemente emocionado, se lleva la mano al bolsillo para buscar el teléfono y mostrar su fondo de pantalla. "Por ella, por mi niña y por mi familia vuelvo y me alisto en el Ejército.

Detrás de ellos, entre la multitud, Lela y Vitaly, de Ternopil, en el Oeste de Ucrania, llegaron a Polonia poco después de que comenzara la invasión rusa. Dos días después, están de vuelta. "Acompañamos a nuestra hija de 25 años. Está embarazada de cinco meses y queríamos que estuviera segura en Polonia bajo el paraguas de la OTAN. Pero sin duda dará a luz en Ucrania, la guerra habrá terminado para entonces", dice Vitaly. Este padre optimista, que sirvió en el Ejército hace 30 años durante su servicio militar en la era soviética, dice que está listo para "desempolvar sus habilidades militares".

Un poco más allá, frente al supermercado Biedronka, con una gran maleta azul en la mano y una capucha en la cabeza, Dmytro Marchenko es uno de esos miembros de la diáspora que viven en Polonia y quieren unirse a Ucrania. "De momento, es complicado y peligroso ir a Kyiv [Kiev], así que me ofrezco como voluntario en la frontera, pero en cuanto sea posible, me iré, mi maleta está lista", dice. No tiene experiencia militar. "Tendré que aprender todo y espero tener la oportunidad de formarme.

A la hora de sopesar los pros y los contras, para este ucraniano de 24 años que vive en la ciudad de Łódź desde hace cinco, fue el "a favor" el que se impuso ampliamente. "Por un lado, es cierto que es una decisión difícil; he pasado buena parte de mi vida en Polonia, tengo un piso allí. En resumen, es un poco como dejarlo todo. Y no sé si volveré alguna vez a Polonia. Pero en Ucrania tenemos una defensa territorial, y quiero implicarme en la unidad de mi región", continúa este joven de ojos verdes.

Su madre, que vive en Crimea, región anexionada por Rusia en 2014, no quiere que vuelva. Él ha decidido lo contrario. "Hace ocho años que hay tensiones con Rusia y sabíamos que un día estallaría. ¿Por qué esperar a defender nuestro territorio?".

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Para Dmytro Marchenko, no hay duda tampoco de que Ucrania ganará: "Conozco a muchas personas de la diáspora que han decidido volver a Ucrania. Es responsabilidad de todos apoyar al Ejército. Lo que está en juego es nuestra tierra, nuestro país.

Este mismo sentido del "deber" es el que impulsa a Ivanna Tkatchova, una ucraniana de 42 años que conoció en una escuela primaria de Przemyśl, cuyo gimnasio sirve de dormitorio para los que han abandonado Ucrania. La madre ha viajado a Polonia para mantener a su hija de 14 años, Viktoria, a salvo de las bombas. Pero ella misma volverá a Ucrania. "Entiendo que las familias abandonen el país, es muy natural, pero si no quedan ucranianos, no queda Ucrania. Algunas personas tienen que quedarse en el país y defenderlo. Lo he sabido desde el principio: quiero quedarme y estoy dispuesto a ofrecerme como voluntario para ayudar a los que luchan en la retaguardia o para cuidarlos. Y, además, echo mucho de menos nuestra casa grande, no muy lejos de Lviv, tengo nostalgia...", confiesa. Antes de abrazar fuertemente a su hija en una emotiva despedida.

Texto original en francés:

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