La lluvia salva la campaña y los agricultores recibirán el 90% de sus dotaciones de riego tras dos años de sequía

Presa del embalse del Atazar desde el Mirador de El Atazar, a 19 de marzo de 2024, Madrid.

Las lluvias del último mes han dado un enorme alivio al campo español, que aspira a vivir en 2024 una relativa normalidad tras dos años de recortes en el regadío. Salvo algunas zonas de Cataluña y Andalucía, el abastecimiento de agua en el campo está garantizado al menos durante lo que queda de primavera, y cultivos como el arroz y el cereal remontarán en los próximos meses, según los expertos consultados. De hecho, los agricultores españoles tendrán disponible entre el 90% y el 95% de las dotaciones de regadío, según Javier Fatás, responsable de Agua de la organización agraria COAG.

"Este año hay normalidad en gran parte de las cuencas, salvo situaciones puntuales, y tenemos reservas de nieve en los Pirineos y otras cordilleras, lo que nos garantiza una buena campaña de regadíos", explica Fatás. "En todo caso, la campaña es muy larga y sólo estamos a finales de abril. Si dejara de llover de manera brusca, algunas cuencas podrían recuperar las restricciones", añade. 

Las reservas de agua de las presas españolas estaban la última semana al 67% de capacidad e incluso superaban a la media de agua embalsada de la última década. En la mitad norte del país, la mayoría de pantanos están hasta los topes, principalmente en Castilla y León, Madrid, Navarra y Galicia. En este contexto, los regantes terminan de negociar estos días con las confederaciones hidrográficas (CH) la cantidad de agua a la que tendrán acceso durante lo que queda de primavera y el comienzo del verano, aunque los acuerdos se van modificando sobre la marcha y no hay nada atado. La CH del Guadalquivir, una de las más afectadas por la sequía en los años pasados, aprobó el miércoles pasado una dotación de 1.010 hectómetros cúbicos para el regadío de aquí a octubre, un 162% más que el año pasado y alrededor del 60% del total posible. Los más beneficiados serán los arroceros de la provincia de Sevilla, que en 2023 no pudieron sembrar nada por falta de agua y en 2022 solo un 30%. 

Roque García, encargado de Agua en UPA en Andalucía, otra organización agraria, señala que no toda la región está de celebración. Las cuencas interiores andaluzas, que no están regadas por el Guadalquivir, tienen serios problemas de abastecimiento, salvo las que toman el agua del río Tinto y el río Piedras, en Huelva, donde este año hay una muy buena campaña de recogida de fresas. Los problemas están, según García, en Málaga, en el norte de Granada y el interior de Almería. La costa almeriense está abastecida, por mucha sequía que haya, por las desaladoras y las aguas urbanas regeneradas. "El olivar, que es el gran cultivo de Andalucía, está en una situación espectacular con un inicio de floración perfecto", opina García, "aunque un mayo sin humedad y con altas temperaturas como el de 2023 quemaría la flor y se perdería la aceituna", reconoce también.

En Cataluña ocurre lo mismo. Las tierras que se salvan son las que reciben agua de la CH del Ebro, en Lleida y el sur de Tarragona, mientras que las cuencas internas, las controladas por la Generalitat de Cataluña porque no cruzan a otras comunidades, están muy afectadas por la sequía. Los agricultores bañados por el Ebro acordaron en febrero tener acceso al 100% de las cuotas de regadío y se espera que las precipitaciones de este fin de semana —hay avisos por fuertes lluvias en el noroeste de Cataluña— afianzarán la situación. 

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Rosa Pruna, presidenta de Asaja en Barcelona, la tercera gran asociación agrícola española, no oculta la alegría del sector este año, ya que las tormentas de marzo y abril han regado el cereal, el principal cultivo por extensión en Cataluña. "Han sido muy buenas lluvias porque han empapado bien el cereal, y veníamos de tres años muy malos. Tener un buen año en el cereal es doblemente positivo porque sirve para alimentar a las personas y al ganado, y el año pasado tuvimos que buscar forraje fuera a precios desorbitados", señala Pruna. Aunque las precipitaciones han ayudado, explica que no son suficientes para llenar los embalses y los pozos, por lo que las explotaciones de regadío de Girona, Barcelona y el norte de Tarragona, que dependen del agua almacenada, van a tener muy complicados los próximos meses. La dotación de regadío allí no se ha cerrado con la Generalitat, sino que se va valorando continuamente en función de si hay agua o no.

El optimismo del sector en la mayoría del país choca con la imagen que había hace tan solo 12 meses, cuando la media de agua embalsada era del 50%, 17 puntos menos que en la actualidad, y ya se vislumbraba lo que terminó siendo uno de los años más duros para la agricultura española. Agroseguro, el consorcio de aseguradoras que cubren a la agricultura, registró un gasto récord, con indemnizaciones que superaron los 1.000 millones de euros en solo 12 meses.

Julia Martínez, directora de la Fundación Nueva Cultura del Agua, no ha olvidado la situación que se vivió en 2023, y recuerda que las lluvias de estas últimas semanas no deben nublar a la población. "Tenemos que tener en cuenta que aunque haya llovido muchísimo últimamente, si miramos el año hidrológico -que comenzó en octubre- nos mantenemos en una precipitación muy por debajo de la media en muchas comunidades", explica la bióloga. "La lluvia no es garantía de abastecimiento para las ciudades y necesitamos reducir la superficie de regadío, basándonos en criterios de justicia social, porque en la última década ha crecido demasiado rápido", termina Martínez.

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