Doñana está peor que nunca y la mayor parte de su acuífero entra en “estado de alarma”

Imagen aérea de la laguna de Santa Olalla, en Doñana, este mes de agosto, completamente seca.

El Parque Nacional de Doñana va camino del colapso. La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CGH) considera en un informe que nueve de los 16 sectores en los que se divide el acuífero están en "estado de alarma" y otros cuatro están en "alerta" debido a las extracciones de agua legales e ilegales destinadas al riego de cultivos. Estas reservas subterráneas son las que surten de agua a las lagunas de Doñana y, como su nivel es extremadamente bajo, las charcas superficiales que antes eran permanentes han desaparecido, lo que ya provoca la muerte de la vegetación y la reducción de las especies en el parque. 

Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana, explica que saber lo que ocurre bajo el parque representa perfectamente lo que ocurre sobre él. "Lo que dice el informe es lo que nosotros vemos en la superficie. Se extrae más agua de la que entra y solo el 10% de las aguas superficiales tienen ahora un estado razonable", explica el investigador. 

El estudio lo presentó la CHG el pasado viernes y corresponde al análisis del año hidrológico comprendido entre octubre de 2021 y septiembre de 2022. Ha pasado casi un año desde que acabó el periodo analizado y muy poco ha llovido desde entonces, hasta el punto de que ya ha quedado desfasado. "El estado actual es todavía peor que lo que cuenta el informe; ha llovido menos y seguimos sin reducir el consumo de agua", opina Revilla.  

El estudio analiza el acuífero subterráneo del parque, que está dividido en 16 zonas, y presenta una situación demoledora. Si 13 de ellas están en situación de alarma o alerta, las otras tres están en fase de prealerta. Además, explican los técnicos, la mitad de ellas se encuentran en un estado "peor que la pluviometría" registrada. Es decir, que más allá de que llovió poco, el nivel del agua es menor de lo que debería por las precipitaciones, por lo que el responsable de la escasez es su extracción para el riego de cultivos. Concretamente, durante ese año hidrológico llovió un 42% menos que en la media de los últimos 30 años, y la temperatura fue 1,3 grados superior, lo que evidencia que también el cambio climático está castigando la reserva.  

Todo esto ocurre mientras la Junta de Andalucía (PP, con el apoyo de Vox) trata de sacar adelante una reforma legislativa para ampliar las licencias de riego en los alrededores del parque. Según un análisis que realizó la organización WWF, el suelo regable aumentaría en un 20% con la nueva norma, con 1.900 nuevas hectáreas. Su tramitación se ha ido posponiendo y la Junta prevé retomarla en septiembre pese a las numerosas advertencias de científicos y organismos como la Unesco.  

Juanjo Carmona, coordinador de WWF en Doñana, opina que el informe de la CHG –que depende del Ministerio de Transición Ecológica– es especialmente relevante este año, ya que por fin reconoce que el parque sufre ya una transformación por culpa del vaciado de los acuíferos, mientras que en el pasado se limitaba a advertir de un futuro riesgo.  

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"Este análisis permite afirmar que el actual grado y modo de explotación de los recursos en zonas del acuífero detrítico compromete su buen estado y el de los ecosistemas terrestres dependientes", se lee en el análisis de los técnicos del ministerio. 

"Hasta ahora hablaba de futuribles, pero el verbo este año es compromete. Hasta ahora se resistía a decirlo, pero ya reconocen que el acuífero no soporta más presión", comenta Carmona. 

Además de que el nivel del acuífero es alarmante, el informe también recoge que algunas de las zonas están contaminadas por nitratos que provienen de los fertilizantes que los agricultores usan alrededor de Doñana y de las filtraciones que tienen las depuradoras de agua urbana. Las masas de agua subterráneas de La Rocina y Almonte tienen altos niveles de nutrientes y la CHG avisa de que la segunda se encuentra en "mal estado químico". La concentración de nitratos aumenta además a medida que la cantidad de agua del acuífero disminuye, y una vez que esa agua contaminada alcanza el exterior provoca grandes daños en las lagunas, en un efecto llamado eutrofización. El aumento de los nutrientes en el agua facilita la proliferación de plantas y pequeños organismos, que roban el oxígeno a los peces y pueden llegar a causar la muerte masiva de estos, como ha ocurrido a gran escala en el Mar Menor de Murcia.

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