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La OTAN: un mundo irreal

Juan José Torres Núñez

En los primeros párrafos del tercer libro de Guerra y paz, Tolstoi nos relata unos acontecimientos del año 1812 de tal manera que según vamos leyendo parece que se trata de algo que está ocurriendo hoy. Nos cuenta que los dirigentes de la Europa occidental “empezaron a reforzar sus ejércitos y a concentrar sus fuerzas, trasladando sus tropas hacia la frontera de Rusia”, en donde los rusos también se habían estado concentrando desde 1811. El día 12 de junio de 1812 las fuerzas de Europa occidental cruzaron las fronteras de Rusia y comenzó la guerra. La causa, según Napoleón, se debió a “las intrigas de Inglaterra”. Y el Parlamento inglés consideró que la causa de la guerra se debió a “la ambición de Napoleón”. Tolstoi, sin embargo, al haber vivido la guerra como soldado en el sitio de Sebastopol –experiencias que utilizó después para escribir Guerra y paz-, afirma en estos primeros párrafos que “si Napoleón no se hubiera ofendido cuando se le pidió que se retirara más allá de Vístula y no hubiera ordenado a sus tropas que avanzaran, no hubiera habido ninguna guerra”. El resultado de la contienda lo expresa con palabras que nos obligan a reflexionar: “Millones de hombres, renunciando a sus sentimientos humanos y a su sentido común, avanzaron de oeste a este para matar a sus compañeros, igual que algunos cientos de años antes hordas de hombres habían avanzado de este a oeste, matando a sus compañeros”.

Como podemos constatar, la historia se repite, pues el comportamiento y el sin sentido que en estos días las tropas de la OTAN muestran al acercarse a la frontera de Rusia, se parece mucho al de aquellos pueblos bárbaros que mataban a todos los que encontraban en su camino. La OTAN es una organización belicista. Recordemos las palabras del senador estadounidense Richard Black, que ya cité en este medio en mi artículo “Moby Dick: la metáfora de América”. El señor Black ha sido categórico al aseverar que “la OTAN debe disolverse porque esta estructura militarista y agresiva, si bien fue efectiva en la década de los ochenta, su existencia ya no tiene ningún sentido. Solo puede conducirnos a una confrontación nuclear […] Con la disolución de la Unión Soviética, la OTAN es un anacronismo”. El profesor Stephen Cohen también ha apuntado que “acercarse a la frontera de Rusia es una idea terrible”. Se pregunta que si la OTAN no lucha contra el terrorismo, ¿cuál es su papel? Donald Trump ha calificado a esta organización de “obsoleta”.

La OTAN se creó el 4 de abril de 1949 como una alianza militar defensiva, con la propuesta de no extenderse más de 20 años. El Pacto de Varsovia se firmó el 14 de mayo de 1955 para colaborar entre sus integrantes contra una agresión armada. Surgió, pues, como una respuesta a la creación de la OTAN y también hablaron de una duración de 20 años. Con la disolución de la Unión Soviética en 1991, se disolvió el Pacto de Varsovia. Y se habló de una estrategia para asegurar una zona de influencia con una función muy importante: evitar un conflicto entre la OTAN y Rusia.

Con la Doctrina Sinatra en 1988, Mijaíl Gorbachov (refiriéndose a la canción de Frank Sinatra I Did It My Way) anunció que los países de la Europa del este podían decidir su futuro político, derogando así la Doctrina Brezhnev introducida el año 1968, que impedía a los países miembros poder salir del Pacto de Varsovia. Y con la caída del Muro de Berlín, terminó la Guerra Fría. En esos momentos la OTAN quedó obsoleta, pues su existencia ya no tenía ningún sentido. Sin embargo, ni se ha disuelto ni ha respetado la zona de influencia pactada ni deja de acercarse a la frontera rusa: “una idea terrible”. Es decir, el objetivo principal de defensa de esta organización militar se ha convertido en una amenaza constante de guerra al acercase al patio trasero de Rusia, como es el caso de estos días con la brigada de hierro que está de maniobras militares en la Europa del este. Esto que está ocurriendo estos días se debe a que después de la disolución de la Unión Soviética, el Pentágono elaboró un plan de defensa, el Defence Planning Guidance, dejando claro que “Nuestro objetivo principal es prevenir the re-emergence [que vuelva a salir] un nuevo rival”. Este plan también explica por qué Barack Obama y Hillary Clinton estaban tan obsesionados con atacar a Rusia y China, aunque esto hubiera implicado un Mutual Assured Destruction (MAD, por sus siglas en inglés). Es decir, un plan que asegura una destrucción mutua. Mad en inglés significa loco, con lo que vemos la esquizofrenia y la falta de humanidad que implica este plan.

Resulta irónico que Joe Biden, el vicepresidente saliente de EEUU, en su último discurso haya vuelto a insistir en la defensa de Europa, de la OTAN y del orden internacional liberal. Con su “mesianismo histérico” puntualizó: “es una obligación sagrada” que “nunca debe ser cuestionada”. Las palabras de este hombre infalible implican que el liberalismo, con toda la desigualdad y pobreza que está causando, y la OTAN no pueden cuestionarse. Vemos, pues, que Biden desconoce el nuevo paradigma de orden internacional. Todo su discurso lo enfocó hacia la amenaza que supone Rusia y Putin. Esto es paradójico porque el despliegue de las maniobras militares de estos días en la frontera de Rusia, sí que son una amenaza de consecuencias imprevisibles. El ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha dicho que son “una provocación a Rusia”. En la manifestación contra la OTAN que tuvo lugar en Berlín, un participante sí mostró con sus palabras el sentimiento humano y el sentido común que hemos visto leyendo a Tolstoi cuando exclamó: “¡Rusia no va a invadir Europa! ¡Lo mejor es mantener relaciones comerciales con Rusia!” Después confesó: “Tengo miedo a otra nueva guerra”. Por desgracia, aunque Trump ha mostrado sentido común al observar que la OTAN es una alianza obsoleta, no podrá disolverla porque primero, no parece que eso sea lo que él quiere; segundo, porque ni el partido republicano ni el demócrata se lo van a permitir; y tercero, porque la industria militar de EEUU tampoco se lo va permitir, hay muchos intereses creados: la guerra es un gran incentivo en las economías de casino de nuestras sociedades.

Por tanto, como ha señalado la portavoz del ministerio de Exteriores ruso María Zakharova: “Lo que se ha iniciado es una nueva carrera armamentística que nos impone un modelo de confrontación en nuestras relaciones, como en los antiguos tiempos de la Guerra Fría”. El embajador ruso Alexander Grushko dijo en una videoconferencia el pasado 26 de diciembre que con la escalada militar vigente, “ninguno de los métodos diplomáticos o militares funcionarán. Esto es un mundo irreal”. ______________

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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