Librepensadores

Rajoy en la Ruta de la Seda

Juan José Torres Núñez

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, ha desembarcado recientemente en China con motivo de la primera conferencia internacional sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que ha tenido lugar en Pekín los días 14 y 15 de este mes de mayo. El señor Rajoy ha elegido la mejor ruta posible. En la Unión Europea, algunos mandatarios han considerado muy positivo asistir a esta iniciativa. El candidato a las elecciones francesas, Jacques Cheminade, ha manifestado que este evento había de ser "decisivo para la paz mundial”. Y ésta es la palabra importante: paz. La cumbre no ha sido solo sobre economía, había algo más en juego. Helga Zepp-Larouche percibió esto antes de este encuentro, cuando señaló que si “EEUU y las naciones de Europa colaboraran con Rusia y China en la Nueva Ruta de la Seda, los problemas del mundo se resolverían”. Y en el foro de Pekín ha afirmado que “esta iniciativa no es solo sobre prosperidad económica de todos los países participantes, sino que sirve también como una verdadera base para un orden pacífico en el siglo XXI”.

Este foro multilateral es el resultado de un proceso que empezó el presidente chino Xi Jinping en 2013. Por tanto, el proyecto es muy joven, si bien Helga y Lyndon Larouche ya hablaron hace 35 años de este concepto que hoy se ha convertido en la Ruta de la Seda. Por esta razón, a Helga se le conoce en China como La señora de la seda. Pero aunque no todos están de acuerdo con esta iniciativa de inversiones millonarias, 950.000 millones de dólares, más 115.000 mil millones que se han añadido en esta cumbre, lo cierto es que ha despertado grandes expectativas en todo el mundo. Sin embargo, de los 29 jefes de Estado y de Gobierno que han estado en Pekín, de Europa solo han asistido seis, entre ellos España. Esto sorprende porque en la eurozona algunas economías se encuentran en una situación insostenible. Pero aunque muchos mandatarios no han podido ir, han enviado representantes de sus respectivos Gobiernos. El presidente Trump no ha asistido, a pesar de haber sido invitado dos veces. Sin embargo, la delegación de Estados Unidos en Pekín ha mostrado su deseo de participar en el proyecto. Matthew Pottinger, el director de la delegación, ha declarado “que las compañías estadounidenses están listas para participar en el proyecto del siglo de China”. Una clara alusión a las palabras pronunciadas por Xi Jinping en su discurso de apertura, cuando subrayó que “más de 100 naciones se benefician de este proyecto del siglo”. (La noticia publicada en El País, en la que se afirma que “El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha sido invitado…” es manifiestamente falsa).

Necesitamos un nuevo paradigma que no esté basado en la guerra y en la avaricia. No se trata de que unos pocos se lleven todo y que los demás sigan en la más deplorable pobreza, sino de buscar un modelo de cooperación en donde todos podamos ganar: esto es el win-win chino. Si entendemos este nuevo concepto podemos ver por qué The Economist, que representa a los bancos de la City de Londres, cuestiona y recela de este nuevo sistema basado en la cooperación y en la conectividad. No nos extraña que las élites financieras europeas se encuentren en una situación muy incómoda y estén intentando torpedear la Iniciativa de la Franja y la Ruta, aun sabiendo que su sistema económico, basado en la rapiña y el expolio, puede volver a estallar en cualquier momento, como ya ocurrió en 2008.

The Economist cuestiona si el win-win es viable económicamente o no. Y The New York Times se pregunta si China representa al nuevo colonialismo The New York Times , en el artículo Is China the World New Colonial Power?  [¿Es China la nueva potencia colonial mundial?] En Londres creen que estas rutas de la seda no son en realidad tan atractivas como parecen. El señor Raúl del Pozo, ya dijo en su tribuna publicada en El Mundo Populistas o jacobinos que “los jerarcas chinos […] implantan un modelo populista, thatcheriano, de capitalismo agresivo ajeno a la ortodoxia marxista”. Con todos mis respetos, creo que el populismo (una palabra que vale lo mismo para un roto que para un descosido) y Margaret Thatcher no tienen nada que ver con el sistema de desarrollo win-win que China ofrece. The Economist sí puede tener problemas a la hora de interpretar el “capitalismo agresivo”. Recordemos la actuación de la Gran Bretaña en las guerras del opio con China. La primera guerra ocurrió en 1839-42. Había una demanda de los productos chinos, como la seda y el té, en los mercados europeos. Los británicos transportaban el opio a China. En 1839 el Emperador chino Daoguang, al ver el creciente número de drogadictos en su país, abolió este comercio. La marina británica, que controlaba todos los mares, se convirtió en el policía del mundo y derrotó a los chinos con la justicia de los cañones. En 1856-60 tuvo lugar la segunda guerra, esta vez con los franceses y los ingleses contra la dinastía Qing para legalizar el comercio del opio en China. El imperio británico, con el dominio hegemónico global y el control de la economía, sabía mucho sobre el colonialismo. Por eso The Economist acusa a Xi Jinping de querer “crear nuevos mercados para las empresas chinas y nuevas esferas de influencia”. Y hoy para explicar esta iniciativa, lo ha hecho con grandes titulares en What Is China’s Belt and Road Initiative?, opinando que es “unreliable” [poco de fiar]. Se percibe una desesperación injustificada. Muchos opinan que toda esta iniciativa se debe a motivos geopolíticos.

Esta cuestión es muy importante. El sistema transatlántico, con la crisis constante de su economía de casino, no puede aceptar que el mundo ya es multipolar y que la geopolítica pertenece al sistema de guerras imperiales. El win-win que China ofrece quiere que todos los países salgan ganando. Helga lo explica muy bien cuando comenta que “para África y otros países en vías de desarrollo esta es le primera vez que tienen acceso a las nuevas tecnologías para luchar contra la pobreza y estimular su desarrollo”. Si preguntáramos a algunos países de América Latina, como Bolivia, Ecuador o Perú, si este proyecto es “un modelo populista, thatcheriano, de capitalismo agresivo”, se desternillarían de risa. ¿Por qué el presidente de México ha mostrado tanto interés en este proyecto chino? Estos países se están beneficiando mucho de este proyecto en su desarrollo económico. Por esta razón, Helga Zepp ya anunció que “el futuro de las Américas se encuentra en la Nueva Ruta de la Seda”. La ruta comercial del Pacífico y los lazos culturales y comerciales entre China y América Latina ya empezaron en los siglos XVI y XVII, como las antiguas caravanas cargadas de mercancías que viajaban entre Asia y Europa en el siglo XV. El embajador español en China, Manuel Valencia, ha fomentado esta Iniciativa de la Franja y la Ruta, calificándola de “útil, sin lugar a duda”. Y ha añadido que los puertos de Algeciras, Valencia y Barcelona “están preparados”.

Lo que Occidente no ha entendido es que China, después de tantos años de sufrimiento, pobreza y subdesarrollo, ahora quiera compartir su desarrollo económico con otros países para que puedan acabar con la pobreza y que su potencial económico se utilice para acabar con el hambre en el mundo. Jinping nos ha recordado en su discurso de apertura que hay “una cuestión urgente: mil millones de personas viven en la pobreza, amenazadas por el hambre y las muertes masivas”. Esto nos lleva a dos crisis existenciales de nuestra civilización: el peligro de una guerra termonuclear y el peligro del estallido de los mercados, debido al caos incontrolable que producen.

Contra este miedo existencial y desorden absoluto, este foro multilateral de Pekín ofrece la posibilidad de un nuevo Renacimiento cultural y un nuevo paradigma que den respuestas a las justas aspiraciones de la humanidad, que quiere vivir en un mundo más justo y sin guerras. No se trata, pues, de geopolítica, sino de una iniciativa global de cooperación y conectividad en un mundo multipolar que quiere vivir en paz. En la conferencia de prensa que Jinping dio al final, señalaba que “tenemos que trabajar juntos por el futuro compartido de la humanidad” y anunciaba que la segunda cumbre internacional de esta iniciativa se celebrará en China en el 2019. El foro nos brinda la posibilidad de dar trabajo y acabar con la pobreza de millones de personas en todo el mundo, como China ya he hecho con millones de su gente en poco tiempo. Y todo lo ha conseguido sin lanzar ni un solo misil Tomahawk. ____________________

Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

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