Librepensadores

De Pedro (Sánchez) y pactos

Felipe Domingo

Pedro, sobre tu piedra... se edificará un nuevo gobierno, en julio o... en septiembre.

En mi larga trayectoria vital he llegado a comprender, no sin dificultad, que, igual que los frutos, las cosas maduran poco a poco y no se pueden recoger las uvas todavía agraces  en julio por mucho calor que haga. Después de dos meses de inacción, las prisas son malas consejeras.

Señala Antonio Elorza, siguiendo la lógica del análisis  de la realidad social que es imprescindible “partir de un análisis riguroso del orden social que aspira a reformar, precisamente para poder transformarlo”, al tiempo que rechaza  las utopías socialistas de las que el siglo XX se ha encargado de enterrarlas.

En este último mes de junio he leído, publicados en El País, tres artículos y otros en este periódico. El primero, el del aludido Antonio Elorza, otro de Juan Luis Cebrián y  otro de Jordi Gracia. Aunque cada uno discurre por hechos y sucesos de nuestra historia política pasada y reciente muy conocidos, el aspecto o tesis común que resalta en ellos ante el panorama político que tenemos delante en España es la urgencia y necesidad de la formación de un nuevo gobierno de izquierdas, progresista, moderado, de cooperación, coalición, etc. que todos estos calificativos se han enumerado, con un programa socialdemócrata, como señala a su vez Jesús Maraña: ¡Hartura de tacticismos!

Unos días antes, el 29 de mayo,  escribía Amador Fernandez Savater en el mismo diario otro  artículo con el título “Antropología neoliberal” en el que, partiendo del cine de Pasolini de que “en los andares, en los gestos, en los rostros”, el director percibía  la vasta transformación de la Italia de los años 70, y  que los marxistas ortodoxos se lo reprochaban por atreverse a “pensar a  través de un  rostro” “en lugar de arrancarse los ojos para contemplar científicamente la verdad objetiva de las estructuras económicas”, manifestaba que “la fuerza del neoliberalismo, a pesar de la crisis que atraviesa, radica en que fabrica un tipo de ser humano, un tipo de vínculo con los demás y con el mundo: el yo como empresa o marca a gestionar, los otros como competidores, el mundo como una serie de oportunidades a rentabilizar”.

En el panorama político actual, lo que se deduce  de  los conceptos, los mensajes, los debates,  la lucha ideológica y política, de una crudeza extrema, acentuada  por la  complejidad introducida por  nuevos actores,  no modifica  que  la contradicción principal en el orden social de España está expresada, se sitúa entre socialdemocracia y neoliberalismo, en dos bloques con otras contradicciones secundarias dentro de los bloques.

La ideología que domina el mundo es el neoliberalismo que se expresa a través de sus corrientes y partidos liberales, conservadores, de ultraderecha y fascistas. Sus crisis, que las tiene, son crisis de adolescencia, de crecimiento, como las de Rivera, pero de ellas pretende salir fortalecido.

En España el neoliberalismo se ha concretado en un bloque, el que conocemos como las tres derechas con sus divergencias entre ellas, claro. Discuten solo si el fast food es la comida adecuada, si lo es la dieta mediterránea o con  qué vitamina complementarse con el único objetivo de fortalecerle y acentuar la desigualdad entre las capas sociales. De la crisis de 2008, los ricos han salido más ricos y los pobres más pobres.

A su vez, la socialdemocracia tiene su mayor expresión en el PSOE y Unidas Podemos, con otros partidos regionalistas y nacionalistas con las mismas divergencias y contradicciones  entre ellos.

Negar los bloques o intentar difuminarlos es  inútil y, además, inconveniente, si queremos progresar porque cada partido  se ha situado conscientemente en un bloque.  En esta disyuntiva, la socialdemocracia se juega su futuro en España y en Europa, después de muchos años de anemia.

En esta encarnizada  batalla ideológica y política las están ganando las derechas. Tal encarnizamiento le ha pasado factura a Rivera hasta el punto que ha somatizado su exposición permanente en los medios. Su sustituta, Arrimadas, va por el mismo camino.

Antonio Elorza titula su artículo “Socialismo de lo posible”,  Juan Luis Cebrián “Carta de un liberal de acá a un liberal de allá”  y  Jordi Gracia “Una doble oportunidad”. En cada uno de los  artículos se gradúa la socialdemocracia desde la posición que cada uno adopta con el tipo de Gobierno que  propone entre líneas.

Dice Cebrián  que todos los intentos de  los liberales por imponer su ideario fracasaron, desde Mariano José de  Larra, el primer liberal, hasta Manuel Azaña, y no tuvieron suerte a lo largo de la historia, si no fue con pactos con los conservadores. Sus fracasos “fueron de alguna manera compensados por el devenir de  la socialdemocracia, especialmente durante los Gobiernos de Felipe Gonzalez en los que predominó la tendencia del liberal-socialismo. ¡Si lo sabrá él! Recuérdense los ministros de Economía de Felipe Gonzalez: Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes.

Se inclinaría, pues,  por un Gobierno de coalición del PSOE con Ciudadanos, en línea con la oficial de El País. Todas las dimisiones, de Toni Roldán y de Javier  Nart de la Ejecutiva de Ciudadanos, las críticas de  Francesc de Carreras, Albert Boadella, Arcadi Espada, fundadores de Ciudadanos, van en la misma línea, la de buscar una alianza con el Psoe para aguar con el liberalismo el vino de Valdepeñas, de Toro, Ribera del Duero o Rioja de  la socialdemocracia. Socialista a fuer de liberal. O liberal a fuer de socialista.

Antonio Elorza también habla de fracasos, pero en esta ocasión de la socialdemocracia “no por sí misma, sino porque la redistribución es mucho más difícil cuando las economías  europeas tienen que ponerse a la defensiva en los mercados frente al dominio de las potencias emergentes”. En román paladino, el capitalismo desarrollado a neoliberal sin capacidad para hacerle frente ha creado mayor desigualdad entre las capas sociales, que, desde luego, a Elorza  le preocupa como el tema clave a afrontar. “La sociedad espera un cambio tranquilo, pero efectivo, que la libere de la sensación precedente de hallarse en un callejón sin salida”. “Sin olvidar la cuestión catalana, con su dinámica propia, la prueba de fuego reside, sin embargo, en el alcance y los límites de las reformas económicas”.  Como el título refleja, “desde un posibilismo socialista, todo cambio debe atenerse a las reglas y a los límites impuestos por Europa...", llega a la conclusión, interpreto, porque no lo expresa, que propugna un Gobierno en solitario del PSOE.

Tampoco Jordi Gracia se inclina abiertamente por un Gobierno de coalición, pero se intuye. “ La socialdemocracia todavía no es una pantalla antigua. La demagogia de la derecha montaraz forzó en campaña electoral un perfil bajo en la propuesta ideológica de los socialistas y de Podemos. Con vistas al futuro, sin embargo, en España y en Europa, la izquierda tiene la oportunidad de restituir sin grandes voces, pero sí con claridad y rotundidad, la utilidad práctica de la socialdemocracia como instrumento contra la demagogia recentralizadora, la sobreactuada exhibición de españolismo  del 155 y la ultraderecha  pastoreada por Steve Bannon, incluidos monaguillos tan toscos como sus pares locales”.

Jordi Gracia que, en las líneas anteriores, hace una sinopsis y alabanza de la peripecia personal y política que ha dado con Pedro Sánchez en la Moncloa, me sirve para introducir en el debate a Manuel Castells, quien explica muy bien en su último libro Ruptura. La crisis de la democracia liberal, en su apartado “Más allá del neoliberalismo: la izquierda  del siglo XXI”, la personalidad  que descubrió en ese momento de Pedro Sánchez. Tuvo Castells varios encuentros en esos días con él por esos “azares de la vida”, cuando Pedro Sánchez aterrizó en  California con su familia para olvidar su momentáneo fracaso y allí se encontró con Castells. “Hablamos y hablamos, paseando entre el rumor de las olas de la playa de Santa Mónica, y me quedó claro que él tenía la fuerza suficiente para resistir y, sobre todo, se había dado cuenta de que no sería posible la política progresista en la que él creía sin enfrentarse a los poderes fácticos y a quienes en el partido lo representaban...  Cuando le acompañé al aeropuerto, había determinación en su rostro, esperanza en su mirada”. Y de esa determinación personal y política, surgieron entonces alianzas mutuas del PSOE con Podemos y de éste con el PSOE. Esa fue  la realidad, pero ¿es la realidad actual?

Pedro, escúchate a ti mismo. Relee a Castells. Seguro que te aconsejaría un Gobierno de coalición. Sobre tu piedra granítica se ha  levantado un nuevo partido socialista, se constituyó hace un año un Gobierno socialista, y tienes la ocasión ahora  de formar un nuevo gobierno para dar a la sociedad española el impulso que espera. Tu determinación personal y política, valiosísimas, y el respaldo de tu partido y de tus votantes no son suficientes en la situación actual. La discusión de que España necesita estabilidad es superflua por  evidente. Como que 165 son más que 123, si las matemáticas no mienten. Olvida el pactómetro a que tan aficionado es Xavier Fortes. Las abstenciones no son imposibles, pero son improbables. Llama de la tierra de los vascos al PNV y ofrécele un ministro/a para Industria, a ellos, los vascos, que son tan industriosos, y haz caso a Unai Sordo, que considera imprescindible como un horizonte estratégico imperioso para España la reindustrialización en un nuevo marco europeo. Cataluña cuenta también. Estás obligado a entregar una porción del Gobierno a otros miembros/as distintos a los tuyos con la exigencia de que le  mantengáis unido y hagáis de la confianza su bandera. 

La celebración al mes y los resultados de las elecciones municipales, autonómicas y europeas han tergiversado el clima actual y la formación de Gobierno. Primero es la confianza y luego la desconfianza. Si fuera al revés, no habría matrimonios. Y aunque han crecido mucho, las familias monoparentales son todavía minoría. No dudes ahora. No seas pusilánime. Tú no eres Rajoy. Implícate dentro, como lo estás haciendo en Europa, donde las cosas no han salido tan bien como declaraste.  Mira a los Gobiernos de la tierra de los escandinavos. Y mira por donde, aprovecha que le quedan pocos días en cartel y vete a ver con Iglesias la obra de teatro Copenhague.

Aprenderás que las matemáticas no siempre dan los mismo resultados. Para que si tú dudas, también lo haga Pablo Iglesias, no sea que las incertidumbres lleguen  al panorama económico mundial, este se vuelva más inestable, y nos azoten los  malos vientos que anuncian algunos. En ese caso no es lo mismo que los arrostre un Gobierno en solitario que otro coaligado. Pasea con tus socios o no por los jardines de la Moncloa, como lo hiciste con Torra, seguro que ese  aire más limpio que el de Madrid Central, el olor de las acerolas, el canto de los gorriones y mirlos que corretean por ellos, os ayudarán a acordar  mejor que en los sillones desgastados de los salones. Pasea, Pedro, relajado, con Pablo y acordad. Te irá mejor.

Al próximo  dirigente que utilice la amenaza de la repetición de elecciones, habría que retirarle de la política, tan irrresponsable es solo la mención de esta amenaza. No entiendo esta presión en tu boca, Pedro, y tendrías que prohibírsela a tus ministros/as. “Es mejor esperar un tiempo y tener un Gobierno estable para cuatro años que no uno rápido y falso”, oigo a Gonzalo Bernardos. Si las uvas están agraces en julio esperemos a septiembre, su época de recolección.

Conclusiones. Certezas e incertidumbres:

Primera: Si las derechas no tuvieran el mismo debate ideológico y político, el debate y la  lucha ideológica y política de las izquierdas serían lamentables, pero, como he descrito, aunque parezcan esas divergencias esenciales, lo son accesorias y salvables, otra cosa es que se pongan como excusas infranqueables.

Segunda: Es cierto que no hay alternativa al partido socialista y que la suma de los dos no tiene mayoria absoluta, pero la suma  y un acuerdo de gobierno da tanta certidumbre que la investidura es segura y por tanto, las elecciones no son la otra alternativa.

Tercera: Es segura la investidura no solo porque el PNV no se opone a la entrada de ministros/as de Unidas Podemos sino porque el PNV podría exigir (nunca lo ha hecho ni querido) un puesto en el Consejo de Ministros. Esto sí que desbarataría muchas excusas en las izquierdas y la oposición inútil de las derechas. Te animo, Pedro, a que explores esta posibilidad. Convence al PNV.

Cuarta: Las incertidumbres que plantea al PSOE  con el conflicto territorial catalán en sus divergencias con UP disminuirían muchísimo y nos situaríamos más cerca de la solución política que necesita Cataluña y que ha descrito así Ada Colau: "Soy optimista respecto a hace dos años. El PSOE está más lejos del 155 y ERC más lejos de la vía unilateral”.

Si a ello se uniera el Tribunal Supremo, avanzaríamos mucho en la convivencia entre los españoles y decaería a su vez la oposición españolista, que se avecina como la oposición casi única.

Entre los consejos que Don Quijote da a Sancho antes de que fuese a gobernar la ínsula, le dice en uno: “Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo”.

¿Es la revolución aún deseable?

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Quinta: Si llegaran incertidumbres económicas, los retos se arrostrarían mejor por un Gobierno de coalición. En las duras y en las maduras. Aconseja Don Quijote a Sancho: “Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones (alegaciones) del rico”.

 

Felipe Domingo es socio de infoLibre

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