Historia

Entre Marx y Beauvoir

Manifestación a favor del aborto en Oviedo.

El Movimiento Democrático de Mujeres (MDM). A los más mayores, los que eran un sujeto políticamente consciente en los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición, quizás le digan algo este nombre y estas siglas. A los más jóvenes, aquellos que en ese momento eran una idea o un proyecto de persona, es probable que no les suene de nada. Y eso que el MDM, activo entre 1965 y 1985, fue la única organización feminista de masas de la Transición, un grupo clave en la lucha antifranquista y un precursor del feminismo que florecería sobre el cadáver de Franco y de su régimen. ¿Por qué no tiene peso en los libros de historia?

Este grupo recuperado ahora en El movimiento Democrático de Mujeres. De la lucha contra Franco al feminismo (Catarata) tuvo la osadía de moverse entre dos fuerzas de encaje turbulento: el comunismo y el feminismo. La división entre El capital y El segundo sexo las hizo inevitables perdedoras en ambos campos, y ni uno ni otro las ha reivindicado como parte de su historia. "Está en tierra de nadie", cuenta el investigador Francisco Arriero Ranz, "Cuando se hace historia sobre la lucha antifranquista, se hace desde una perspectiva masculina; y las feministas de la Segunda Ola las acusan de estar instrumentalizadas por el Partido Comunista". Además, formaron parte del Movimiento también las mujeres católicas despreciadas por algunas de las camaradas, lo que acababa produciendo una mezcla fácilmente explosiva.

Lo pensaban con cierta razón. El Movimiento Democrático de Mujeres nace en 1965, impulsado por el PCE como un brazo más de la estrategia de partido materializada por Comisiones Obreras. Nace, en cierto sentido, con el permiso del partido, un permiso indispensable en una sociedad en la que la mujer estaba permanentemente tutelada por el hombre. El sindicato estaba movilizando a los trabajadores en la lucha antifranquista, y tenía el partido tenía también cierta influencia entre los estudiantes. El MDM se convertía, entonces, en una forma de sumar a las mujeres a la lucha. Si Comisiones se planteaba que la mejor manera que tenía el obrero de luchar contra el franquismo era reivindicar sus derechos como obreros, ofrecen ahora la misma estrategia: el papel de las mujeres contra el régimen es reivindicar sus derechos como mujeres. 

Amas de casa en lucha

Con un matiz. Aquí, mujer quiere decir ama de casa. "Si el partido colocaba al trabajador como sujeto histórico, ellas van a colocar como sujeto histórico de su lucha a las amas de casa", explica Arriero, que lleva años investigando sobre la organización, "¿Por qué? Porque su objetivo fue construir un movimiento de mujeres de masas. ¿Y dónde estaban las masas de mujeres? En sus casas". Así, el MDM reúne "a mujeres de extracción social obrera y baja"... uno de los elementos que situará a sus activistas, en palabras del autor, "lejos de los focos de la intelectualidad española que, en el caso de los estudios de mujeres, han dado prioridad al protagonismo de las profesionales de clase media, intelectuales o universitarias". 

Precisamente por su carácter obrero, el Movimiento llegó a mujeres a las que jamás habrían llegado las intelectuales. Natalia Joga, activista de la organización desde sus primeros años, contaba esta anécdota de una de las primeras manifestaciones: "Recuerdo que me emocionó muchísimo ver en el suelo una octavilla hecha a mano que ponía: 'Por la...' no me acuerdo qué era, pero con una falta de ortografía tremenda, en vez de una v había una b muy grande, pero que a mí me emocionó muchísimo porque eso lo había hecho una mujer que no tenía una cultura pero que, sin embargo, había estado allí luchando por algo que las mujeres estábamos pidiendo". 

El problema era encontarlas. "¿Cómo llegar a ellas?", se preguntaban en la revista La mujer y la lucha, en mayo de 1968, "Los obreros se encuentran en las fábricas, los estudiantes en la Universidad, los médicos, los ingenieros, etc., en los Colegios, pero nosotras, las mujeres sin ningún vínculo social, las amas de casa, ¿dónde nos encontramos?". La solución del partido fue, de nuevo, seguir la estrategia abierta por Comisiones Obreras. Si ellos se infiltraban en el Sindicato Vertical, ellas copaban las asociaciones de amas de casa creadas por el régimen, formaban las suyas propias cuando fue posible y cargaban con el peso de la lucha vecinal

El plan de infiltrarse, en la mayoría de los casos, fue un fracaso: fueron descubiertas por el régimen o por sus propias compañeras menos afines. Los servicios de información, paradójicamente, señalaban que la estrategia era existosa: "La masa será fácilmente arrastrada a la realización de actos extremos que siempre se presentarán como apoyo a sus problemas".  Otras acciones, como los boicot de compras —"Si los trabajadores hacen huelga, ellas tienen esto", señala Arriero—, fueron muy efectivas en los inicios, pero fueron perdiendo paulatinamente su fuerza, hasta que a partir de 1975, con su legalización, las activistas van acercando sus procedimientos a los de los demás movimientos feministas. Las propias militantes se quejaban de que no contaban con el apoyo del partido, ni del sindicato, ni de los cabecillas de las asociaciones vecinales, siempre hombres. 

El peso de los camaradas

"Las mujeres empiezan a darse cuenta de que dentro del partido se les anima a que luchen, pero cuando llevan reivindicaciones al partido son ninguneadas", explica el autor. Es decir, que si apoyaban a los presos, como hicieron muy activamente durante años, se movilizaban a favor de la amnistía o sostenían las huelgas, no había problema. "Siempre que no atravesaran ninguna línea roja", advierte. A saber: la libertad sexual y el derecho al aborto —que dificultaba la relación del PCE con el resto de la oposición antifranquista más moderada— y, sobre todo, cuestionar los roles de los camaradas tanto en la familia como en la organización. 

"Yo creo que algunos camaradas no son impermeables a los prejuicios", denunciaba Teresa B. en un coloquio, "Teóricamente lo ven bien todo pero a la hora de la verdad se comportan como se comportarían otros no comunistas". Todo aquello que sonara a "reeducación moral" de los compañeros era rechazado: desprendían un olor a feminismo, ideología considerada burguesa por el partido. Arriero resume esta contradicción central: "¿Cuál es el discurso marxista clásico con respecto a las mujeres? Que cuando acabe la explotación de clase acabará la explotación de género.  Y ellas dicen que no lo ven tan claro".

Un conflicto que se ha perpetuado dentro de la izquierda moderna: "Es un matrimonio difícil tanto en el marxismo como en el anarquismo, que subsumen las luchas de la mujer a la del proletariado. Los hombres hemos visto nuestros privilegios como derechos. Y no lo son. Por eso, tanto desde la derecha como de la izquierda, seguimos teniendo reacciones machistas", apunta.

“Puño en alto, mujeres de Iberia...”

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Unión con el feminismo

Este muro que encuentran por parte de sus camaradas, sin embargo, fue también un disparador. "Las mujeres empiezan a ver las contradicciones entre el discurso de clase y el discurso feminista que están interiorizando, lo que causará convulsiones dentro del partido, sobre todo cuando empiecen a leer a Simone de Beauvoir o Kate Millett. "El feminismo radical las coloca frente a un espejo: son mujeres que reivindican la igualdad pero sometidas a una cúpula masculina", señala el autor. 

Lo escribieron ya en la revista La mujer y la lucha en 1969: "¿Habéis sentido alguna vez esa sensación de angustia, inutilidad, ese vacío que sufren millones de mujeres cuyo mundo se ha visto siempre limitado por las paredes de un hogar? Pues eso, según Betty Friedan [autora de La mística de la feminidad], es el 'problema que no tiene nombre', pues las mujeres lo padecen de una forma tan inconsciente que ni siquiera llegan a confesárselo". Ellas lo sintieron y le dieron nombre. En la Transición, el MDM se desgaja cada vez más del partido y se encuentra con el resto de movimientos feministas. En 1985, después de lograr el divorcio y la despenalización del aborto, la organización se disuelve. Antes, sus integrantes realizan un fondo de historia oral que está hoy en el Centro Documental de la Memoria Histórica. Ahora sus voces vuelven a escucharse. 

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