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Toni Morrison: la raza y el Otro

Claude Grimal (Mediapart)

El origen de los otros, último libro de ensayo de la ganadora del Nobel de Literatura Toni Morrison (no traducido aún al español), retoma una serie de conferencias que la escritora impartió en Harvard en 2016, en el marco de un ciclo titulado La literatura de la pertenencia. En él desarrolla sus reflexiones sobre la "construcción" de la negritud en los Estados Unidos, creando así una segunda parte para su libro Jugando en la oscuridad (1992, tampoco disponible en España), y aborda "la obsesión por el color" o el miedo a "la Otredad" en la sociedad. 

El origen de los otros se compone de seis textos breves cuyo propósito es evocar la creación y el funcionamiento de un "colorismo" (término que toma de la escritora Alice Walker) que afecta tanto, según ella, a las personas negras estadounidenses como a las recién llegadas en los grandes flujos migratorios contemporáneos. 

Las ideas de Morrison sobre esta cuestión bastante vaga de "la Otredad" no son nuevas, y no pretenden serlo en absoluto. Sus ilustraciones, cuando tocan el ámbito estadounidense (linchamientos, violaciones, etc.), tampoco. Pero en el contexto actual, y particularmente en el de los Estados Unidos de Trump, no es sin duda inútil que una de las escritoras más admiradas recuerde algunas realidades siniestras sobre el funcionamiento y la función del racismo. 

 

La base de la reflexión histórico-etnológica, sociológica y psicológica de Morrison es la de un humanismo amable. "La raza es la clasificación de una especie y nosotros somos la raza humana, punto y final". La idea central de Morrison, un poco sartriana, es que inventar una categoría de "Otros" aporta grandes beneficios a todo grupo humano y que por tanto, resumiéndolo de manera caricaturesca, si "el Negro" no existiera en Estados Unidos, habría que inventarlo. Es, de hecho, su existencia y la concepción de su inferioridad lo que permite que se cree la cohesión del cuerpo social y nacional, que se acepte la explotación de clase y brinda un sentimiento de superioridad y consuelo a todos aquellos a quienes no afecta el colorismo. 

El libro obedece a una cierta negación de la dimensión histórica, lo que confirma además la elección para el autor del prólogo que hace Toni Morrison. Se trata de Ta-Nehisi Coates, estrella emergente de cierto pensamiento afroamericano y más cómodo en la argumentación que en la puesta en perspectiva histórica de los procesos de dominación, al igual que Morrison. 

Pero si la perspectiva de El origen de los otros es un poco vaga y tiende a afrontar el racismo como un fenómeno universal dado, aunque plural, sirve sobre todo a la escritora —y es en este campo en el que resulta más convincente— para efectuar algunas aproximaciones autobiográficas sobre sí misma y a llevar a cabo una reflexión literaria tanto sobre sus novelas, de las que comenta intenciones y fuentes, como sobre textos de autores estadounidenses clásicos de los que analiza ciertas temáticas a veces poco señaladas. 

En el ámbito de lo personal, por ejemplo, Morrison elige, para ilustrar la omnipresencia y la fuerza destructora de la creación del Otro, una anécdota autobiográfica que va contra nuestros prejuicios: su bisabuela, muy temida y muy oscura de piel, había ido a visitar a su familia y conocer a la que se llamaba entonces Chloe Wofford (nombre real de la autora) y su hermana, todavía niñas. La anciana, viendo a las dos pequeñas con un color de piel bastante claro, blandió su bastón y declaró: "Estas niñas han sido raptadas", dejando a Morrison el sentimiento de ser "inferior cuando no completamente Otra". Esta observación le daría ganas de comprender más sobre el imaginario de la pureza, de la superioridad o de la inferioridad racial y la incitaría a ponerlo en escena en novelas como Ojos azules (Debolsillo), La noche de los niños (Lumen/Debolsillo) o Paraíso (Debolsillo). 

Otra anécdota interesante aborda la relación con el Otro, pero bajo el aspecto más amplio y psicologizante de una asimilación de este a fantasmas impermeables a su realidad y a sus propios deseos. La escritora cuenta así su encuentro, algunas décadas antes, con una mujer negra, pobre y anciana, ante la cual su imaginación se dispara y construye sueños de relaciones de amistad, de complicidad, más allá de las diferencias de edad y estatus social. Pero la anciana, después de ese primer contacto, desaparece, escapando quizás conscientemente al proyecto ya programado de Morrison. El rencor que la escritora dice haber sentido le daría una nueva lección, esta vez sobre los mecanismos constitutivos de la visión del Otro. "Deseamos", explica, "ya sea rechazar o ya embellecer [al Otro]. Tanto en uno como otro ocaso (inquietud o falsa reverencia), negamos su estatus de persona, esa individualidad específica sobre la cual insistimos para nosotros mismos". 

Morrison muestra por tanto mucha finura en su percepción psicológica de la relación con los demás, y también en el análisis de sus obras, de las que enuncia los fines (alcanzados o no, según su parecer) o analiza los orígenes (explica así cómo y por qué cambió la historia real que inspiró Beloved).

Da muestras de la misma precisión cuando presenta los textos de ciertos grandes autores estadounidenses y su uso de la racialización. Toma como ejemplo, para el siglo XIX, a Beecher Stowe, mostrando a través del estudio de un pasaje de La cabaña del Tío Tom los procesos de embellecimiento de la esclavitud. Toma, para el siglo XX, a Faulkner (que habló mucho de las personas negras) y a Hemingway (que no habló en absoluto), y subraya cómo el colorismo les sirve de tropo o de atajo fácil (la relación sexual entre negros y blancos presentándose como el colmo de la abyección y llamando al asesinato en ¡Absalón, Absalón!, la piel bronceada de un personaje blanco convirtiéndose en signo erótico cada vez más perturbador el El jardín del Edén de Hemingway, etc.). Da, ante todo, un desciframiento muy elocuente, si no original, de la obra de Flannery O'Connor El negro artificial, en el que esta gran escritora del sur, al mismo tiempo que escribe parábolas sobre la gracia, hace una sátira de la educación en el racismo y del prejuicio racial, factores ambos de cohesión identitaria para los blancos del sur. 

El origen de los otros aborda así numerosos temas (el negro afroamericano en la sociedad y la literatura, algunas novelas estadounidenses, así como una del guineano Camara Laye, las experiencias de Morrison, su obra, las migraciones actuales), siempre con humanismo pero sin poner atención particular a sus presupuestos analíticos y sus puntos de vista históricos. La visión elocuente que tiene Morrison de diferentes funciones y figuras del Otro racializado interesará al lector, pero son sus grandes novelas, como Sula o Beloved, las que le convencerán, porque en ellas se explaya sin restricciones su verdadero talento, es decir, su ardiente imaginación. 

  Traducción: Clara Morales

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