Cultura

El juicio de papel

Vista general del banquillo de los acusados en el juicio por el 'procés'.

El día 26 aterriza en librerías El encargo (Ariel). "Este no es un libro más de los muchos que van a aparecer sobre el juicio al procés. Éste es EL LIBRO" (las mayúsculas no son mías). El autor es Javier Melero, un abogado constitucionalista que asumió la defensa de Joaquim Forn y Meritxell Borràs.

 

Apenas 24 horas más tarde, el 27, toma la alternativa Jordi Pina, defensor de Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull, con El judici de la meva vida (Columna). Su frase promocional, más modesta, no necesita traducción: "El llibre que explica les vivències de l'advocat revelació d'un judici que ha fet historia".

 

Ariel y Columna pertenecen al mismo grupo editorial, Planeta, al que también pertenece Deusto, sello que finalmente lanzará, más o menos por las mismas fechas, Separatistas ante los ropones, de Julio Valdeón. Un libro que, sin haber visto la luz, arrastra ya una historia: fue rechazado por la Editorial Carena por "después de haberlo encargado y de tenerme un mes trabajando en el proyecto, corrigiendo y etc., después de haber encargado yo un prólogo a Félix Ovejero y un epílogo a Alejandro Molina, pedirme una bio, hablar de la contra, comentar portadas..." La razón aducida: que "aun estando de acuerdo en el fondo, publicarlo así conllevaría poner la editorial en riesgo".

¿Les parecen muchos de un mismo universo editorial? ¡Pues aún hay más! Península, que también es Planeta, ya anuncia Ni vencedores ni vencidos, de la periodista de Carlota Guindal.

Y luego están El juicio, de Íñigo Sáenz de Ugarte (Roca Editorial), Caja de brujas, de Guillem Martínez, Judici a la democracia, de Gonzalo Boye y Oriol Malet (Comanegra)… títulos ya en circulación o a punto de salir cuya coincidencia era inevitable, siendo el procés y su corolario judicial "un asunto que ha centrado la atención mediática en el último años", en palabras de Eva Serrano, editora de Círculo de Tiza, que se suma a la ola con El juicio sin final, de Pablo Ordaz.

¿Redundante?¡Necesario!

Sáenz de Ugarte no se engaña: el objetivo del editor, el suyo y los de todos, es vender libros. "Tener en su colección libros sobre la actualidad política que aguanten el paso del tiempo y no se queden viejos en cuestión de semanas antes de que se puedan publicar". En este caso, tratándose del procés, "hay una expectativa razonable de que dentro de seis meses el libro sea aún relevante".

 

Y esa posibilidad depende de que, por ejemplo, el autor sepa "descubrir lo que otros no ven y, sobre todo, sepa contarlo para que interese incluso a los más alejados de esa temática", que es el gran mérito que Ramon Perelló atribuye a Carlota Guindal, una habilidad que descubrió leyendo sus crónicas en La Vanguardia. Porque, cuando el periodista es el escritor, todo empieza así…

"El juicio no había terminado cuando ya se veía que Pablo estaba escribiendo una historia muy compleja por encima del ruido mediático y con todas las herramientas de la mejor literatura y el rigor del mejor periodismo —dice Eva Serrano—. Hablé con el autor meses antes del veredicto. Su aproximación me pareció muy atractiva por su esfuerzo de objetividad y contención".

 

Iñigo Sáenz de Ugarte no cree que se levantara un día pensando que sus crónicas para eldiario.es tuvieran madera de libro. Fue una convicción adquirida de manera progresiva, conforme el juicio ganaba en hondura y se enriquecía la galería de personajes, es entonces cuando todo empieza a cobrar un cierto sentido, ves que algunos testigos son más importantes que otros, que la acusación no consigue demostrar lo que quería o que las defensas no pueden cuestionar con facilidad algunos testimonios de testigos. Es ahí cuando crees que la suma de las crónicas tiene coherencia y forma un relato, que todas unidas pueden cobrar sentido como libro.

Oiga, ¿Y da para tanto?

Claro, que no siempre vale con agavillar lo ya publicado, porque el lector de libro "espera que le cuentes mucho más que lo que ha leído o escuchado cada día sobre el caso". Es convicción de Ramon Perelló que, mediante esta lectura más reposada, aspiramos a revivir la atmósfera de ese juicio, los detalles humanos, las entretelas aparentemente menores y que suelen olvidarse en la crónica periodística de urgencia y espacio o tiempo limitados. Y que, para lograrlo, hay que convertir al lector en un personaje más de esa historia, "que se sienta dentro del relato, que 'casi' lo viva en directo y, al mismo tiempo, que todo cuanto ahí se cuenta tenga todo el rigor y crédito que son propios de una buena periodista, alejada de la truculencia o del amarillismo facilón, que eso, por desgracia, anda sobrado el mercado".

En definitiva, los editores buscan una buena historia que, dice Eva Serrano, "es lo que deben ofrecer todos los libros". En este caso concreto, "una historia real que sin faltar en nada a la verdad se lee con la intensidad de la mejor novela" para reconstruir "una trama de la que todos hablaban, pero pocos se habían tomado la molestia de conocer".

Atascos en las librerías

Serrano defiende su apuesta: tiene la ventaja de que no está escrito con la premura de una fecha y un lanzamiento, "son textos escritos a lo largo de meses con la intención de informar y tuvo un gran éxito de lectores cada día". Perelló, que tiene la competencia en casa, coincide con ella: que tantos crean necesario escribir y publicar sobre un mismo asunto no hace sino certificar la validez y oportunidad del proyecto. El reto es que su apuesta "sea el mejor y el relato imprescindible durante mucho tiempo". Que, como confía Serrano en que ocurra con su propuesta, se convierta en "un texto de referencia para explicar un tiempo convulso".

La pócima de la eterna juventud

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Por otro lado, tratándose de una cuestión en el que las opiniones están tan polarizadas, una tiende a sospechar que los compradores potenciales son menos personas interesadas en saber que en reforzar sus propios prejuicios. "Es un poco como lo que ocurre con los medios de comunicación —admite Íñigo Sáenz de Ugarte—. La gente está interesada en saber más, sin duda, pero el factor 'quiero que me digan que tengo razón' es importantísimo. Sobre todo, si te tienes que gastar un dinero en comprar un libro".

Es verdad, coincide Eva Serrano, que a menudo leemos para reforzar lo que ya sabemos o en lo que creemos, por eso se eligen ciertas cabeceras o se sintonizan ciertas radios. "España tiene poca tradición en textos y autores desapasionados, que quieran contar sin aleccionar, analizar los hechos con subjetividad y método. Salvo honrosas excepciones suelen ser libros oportunistas para reforzar polémicas". En su opinión, las aquí mencionadas son obras de oportunidad, que buscan hacer categoría de la anécdota y tienen fecha de caducidad. "Hay un exceso de tertulianos escribiendo sobre política. Es un trabajo que, para ser honesto y riguroso, requiere tiempo y silencio y profesionalidad. Algo difícil de encontrar y más difícil de hacer. Los autores tienen que soportar críticas feroces de quienes sólo buscan adhesiones inquebrantables".

El juicio a los libros del juicio apenas acaba de comenzar.

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