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Jeffrey Epstein, desmontando a un asqueroso

Fotograma de 'Jeffrey Epstein, asquerosamente millonario'

Netflix pone a nuestro alcance un documental en cuatro episodios que desmonta al siniestro Jeffrey Epstein, millonario amigo de Donald Trump, de Bill Clinton o del príncipe Andrés de Inglaterra, y voraz pedófilo. Se trata de una producción basada en un libro del mismo título, Jeffrey Epstein, asquerosamente millonario, que comenta con infoLibre la periodista Gemma Nierga.

Nierga considera que uno de los puntos fuertes de esta producción es que se acaba reconociendo a las víctimas a lo largo de los cuatro capítulos. “Para mí, uno de los hallazgos es que se centre en las víctimas”, enfatiza, “víctimas, primero de Epstein y luego de un gobierno que dice que las va a proteger y las deja a la intemperie. Los testimonios son muy crudos, muy reales, narran el modo de operar de Epstein, cómo les pagaba 200 dólares por masaje y cómo pasan de ese momento de culpa que sufren a la valentía de dar la cara y llegar a juicio”. Gracias a ellas llegamos a otro momento cumbre de la historia narrada, el juicio en el que como señala Gemma Nierga se descubre esta “estructura piramidal en que las menores iban llevando amigas hasta la vivienda de Epstein”. En este proceso vital de las víctimas de un pedófilo en masa como fue Epstein, destaca para Nierga el momento ante el juez, posterior al supuesto suicidio del financiero. A pesar de que el juicio era inviable por su muerte, el juez permitió testificar a las afectadas que iban a armar el caso contra él como acto de reparación.

Ghislaine Maxwell, un misterio no resuelto

La exnovia de Epstein, Ghislaine Maxwell, aparece en esta investigación como mucho más que un cabo suelto. Deja a la audiencia con la frustrante sensación de que lejos de aprender algo, el largo reportaje nos muestra más bien lo que aún se desconoce de este caso. Nos enseña una montaña y descubrimos cuando creemos conocerla que se trataba de un iceberg. Señalada por muchas de las víctimas como cómplice del violador, Nierga considera a Maxwell “uno de los personajes más siniestros del documental, uno de los más diabólicos de esta perversa historia, porque ella le ayuda a reclutar y preparar a las niñas, forma parte de la trama y para mí es incomprensible que no haya comparecido ante la justicia”. “Queda demasiado abierto que ha sido de ella”, concluye Nierga, que se ha tomado la molestia de investigar por sí misma que ha ocurrido con Maxwell para tener que concluir que “nadie conoce su paradero”. La exnovia de Epstein pertenece a una de las más conocidas familias británicas. Su padre, Robert, había sido un hombre “hecho a sí mismo”, el magnate de la comunicación que fue dueño del Daily Mirror, desde donde protagonizó una encarnizada rivalidad con Rupert Murdoch. Sobre Murdoch se puede profundizar en la imprescindible y magnífica The loudest voice, en HBO. Se puede ampliar la historia y el misterio sobre el paradero de Ghislaine Maxwell en la revista Esquire.

Otro callejón sin salida de este caso es el dinero del multimillonario. Ni queda del todo claro cómo alcanzó una fortuna tan fabulosa, a pesar de sus inversiones, ni donde está el dinero ahora. “Dos días antes de suicidarse en la cárcel, deja solucionado el tema del dinero para que las víctimas no reciban indemnizaciones, de modo que cierra el círculo de la perversión y de la maldad”, a ojos de Gemma Nierga. Se supone que Epstein legó su dinero a su hermano, que afirma que no se habían visto durante los siete años previos. Y por desastrosos acuerdos judiciales no parece fácil que las víctimas sean compensadas.

El oscuro papel de la prensa

Y una más, y no la última, de las frustraciones que acumulamos en el visionado, es el mezquino papel de la prensa en los acontecimientos. Graydon Carter, mítico director de Vanity Fair, tuvo la historia de los abusos gracias a una de sus reporteras, que lo halló buscando un perfil más inocente, pero decidió no publicar la noticia. Si la revista hubiera hecho su trabajo entonces, la mayor parte de las violaciones y abusos no se hubieran cometido, pues al sentirse impune, Epstein sistematizó su caza de niñas años después. “Desde el principio vemos que Epstein se cree muy poderoso, el amo del universo, capaz de comprar el silencio de los periodistas. Y lo consigue”. Desde su perspectiva de veterana periodista, Nierga no se sorprende. “No es la primera vez que vemos a un medio de comunicación callar ante la corrupción política, económica, o como en este caso, unos abusos sexuales”. Ante este hecho lamentable, añade que “por eso es tan importante que los medios sean independientes, para no hacerle la ola al poder”.

Este reportaje aúna dos de las cosas que más le gustan a Gemma Nierga a la hora de ponerse ante el televisor: basado en hechos reales y basado en un libro. En este caso, la investigación es heredera de la hecha para el libro del mismo título, publicado en 2016 por James Patterson. El volumen contó con la colaboración de un novelista de género negro y un periodista. Patterson es un escritor infatigable, a menudo coescritor y uno de los autores que más libros venden, en parte también por su gran producción. El libro que originó esta investigación también llegó al número uno de ventas. La miniserie ha sido dirigida por Lisa Bryant, que ha trabajado tanto en ficción como en documentales. Para Gemma Nierga, a menudo, cuando una ficción o documental está basado en un libro se nota una mayor consistencia y en este caso le gusta, además del énfasis en las víctimas, la existencia de personajes que guían y acompañan el relato, especialmente el “jefe de Policía de Palm Beach, porque la perplejidad de su mirada es la misma que siente el espectador de la serie, la incomprensión cuando ve la impunidad con la que actúa este hombre riquísimo”.

Trump, Clinton y el príncipe Andrés

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La investigación sobre Epstein tiene unos secundarios más conocidos que el protagonista. Se trata de Donald Trump o el príncipe Andrés de Inglaterra, el peor parado, ya que una víctima muy consistente detalla su encuentro, y violación, y en cambio la negación que hizo el príncipe en una entrevista televisiva será recordada durante años por ser una de las peores defensas hechas en público. Y también aparece Bill Clinton, asiduo pasajero de los aviones privados del difunto. En la miniserie se trata de salvar su imagen, y no se menciona que Patterson escribió una novela a cuatro manos con el ex presidente demócrata. Entrevistado sobre su libro en la cadena Fox, Patterson aclaraba que los delitos tienden a ocultarse y no todo el mundo que juega al golf con alguien comparte sus delitos.

La participación de Trump es indirecta pero inquietante. Además de su pública amistad con la pareja, nombró secretario de Trabajo, rango equivalente a ministro, al muy sospechoso fiscal del caso en Florida, Alexander Acosta. Cuando la Policía y las víctimas habían armado un sólido caso se llegó a un acuerdo que protegía a Epstein de una manera poco ortodoxa. De hecho, la investigación sobre su proceder en este juicio frustrado fue lo que le costó el puesto de secretario del Gobierno de Trump en julio de 2019. Otro afluente de la historia principal que tiene enorme interés por sí mismo.

Como las plataformas están llenas de coincidencias para quienes son seguidores de series e investigaciones sobre el poder y sus abusos, el último episodio emitido de la interesante y divertida The Good Fightse toma todas las libertades que quiere partiendo de la investigación de todo el bufete en el que trabajan los protagonistas de la muerte de Epstein. Y parte de la temporada trata de cómo en la justicia, personajes como Acosta y oscuras fuerzas tras ellos, protegen a los poderosos. Sería estupendo poder ver dentro de un tiempo un nuevo documental que profundice más en todo lo que falta por saber de este caso que ejemplifica como el encubrimiento que proporcionan el dinero y el poder corrompen los pilares de la democracia.

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