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DISTRIBUCIÓN DE RENTAS

La crisis hace estallar la burbuja de la desigualdad en España

La crisis hace estallar la burbuja de la desigualdad en España

España es uno de los países con más desigualdad de Europa, junto con Bulgaria y Letonia, cuyos sistemas de protección social y niveles de renta se encuentran a años luz de los que disfrutan los españoles. Lo dicen las estadísticas de Eurostat, pero también el banco suizo UBS, que en su último informe sobre las grandes fortunas mundiales cifra en un 7% el crecimiento de los ultrarricos –quienes poseen activos netos por más de 22.438 millones de euros– en España este año, ya el segundo de devaluación salarial, y en un 8,3% el aumento de su riqueza –145.487 millones de euros–. El tercer país más desigual de Europa es también el sexto con mayores fortunas. Y donde la pobreza infantil alcanza el 26,2%, advierte Unicef.

Según el INE, el 30% de los españoles gana menos de 1.216 euros brutos al mes. Y el 91,5% de quienes tienen un contrato a tiempo parcial cobra menos de esa cantidad. España es, además, el cuarto país europeo con mayor brecha salarial entre empleados y directivos. The Economistasegura que un asalariado en el tramo inferior de las retribuciones necesita trabajar tres semanas para ganar lo mismo que su director general en una hora: 586,7 euros de media. Un noruego, sólo tres días. Únicamente los ejecutivos italianos ganan en Europa más que los españoles.

La crisis, con unas cifras de paro históricas y una devaluación salarial inédita, ha disparado la desigualdad en España. Pero el germen es anterior, advierte Luis Ayala Cañón, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Juan Carlos I de Madrid. Entre 1994 y 2007, pese al auge económico, la desigualdad y la pobreza, explica Ayala, no disminuyeron. “Vivimos una burbuja de desigualdad, desaprovechamos la ocasión y, en términos de protección social, nos quedamos por debajo de lo que podríamos haber hecho”, añade. Lo que entonces era “vulnerabilidad” se ha transformado, debido a la crisis, en pobreza.

La culpa de todo la tiene el mercado de trabajo

Porque en España el origen de la desigualdad está en el mercado de trabajo. Así lo certifica un estudio del Consejo Económico y Social (CES) sobre distribución de la renta, y en ello coinciden todos los expertos consultados por infoLibre. La dificultad de crear empleo estable durante el ciclo de apogeo y los bajos salarios de los puestos de trabajo que se creaban determinaron el “potencial” español para la desigualdad y la pobreza en cuanto asomó la recesión económica. Esos empleos temporales y de sueldos mínimos fueron los primeros que se evaporaron con la crisis, recuerda Luis Ayala. Después, un sistema de protección social con una capacidad de redistribución menor que la necesaria ha hecho el resto. A lo que habría que añadir las políticas de recortes aplicadas sobre un gasto social en relación al PIB que ya era inferior a la media comunitaria. “A un fuego que ardía se le ha echado más leña”, dibuja el catedrático.

Sin embargo, Luis Ayala desdeña como simples clichés que la depresión económica esté destruyendo la clase media y que la recesión haya arrasado a todos por igual. “La gran manifestación de la crisis ha sido el hundimiento de las rentas más bajas”, destaca. Resulta que éstas siempre son “más sensibles” a las recesiones que a las expansiones económicas. Según el informe del CES, las más exiguas han caído entre el 4% y el 10%, mientras que las más altas han crecido un 2%. Y eso sólo hasta 2011. El estudio no incluye datos de 2012 ni del año que ahora termina, precisamente cuando más se han recortado los salarios por efecto de la reforma laboral.

En medio de la polémica suscitada por las declaraciones del ministro de Economía, Cristóbal Montoro, en las que negaba que los sueldos hubieran bajado en España, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) calculó en un 12% el desplome de los salarios desde 2010. El Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), el club las mayores compañías del país, presume de que el coste de la fuerza laboral española es ahora un 20% inferior a la media europea.

Si no dependes de un salario, no sufres la crisis

De ahí que la renta disponible de las familias –salarios+prestaciones sociales-impuestos y cotizaciones– haya caído casi un 15% en términos reales con la crisis, según destaca José Moisés Martín Carretero, miembro de Economistas frente a la Crisis. O que ya sumen un 32% las familias que tienen dificultades o muchas dificultades para llegar a fin de mes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadistica (INE). Cinco puntos más que en 2007. O que el gasto medio de las familias haya caído más que el PIB, como asegura Francisco José Goerlich Gisbert, del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia.

También es el motivo por el cual los muy ricos no dejan de aumentar. Sus rentas no dependen de un salario. “Proceden de operaciones financieras”, revela Santiago Sánchez Guiu, del Instituto Flores de Lemus, “en los últimos años, de las ventas en corto y de apuestas a la baja”. O de negocios en el extranjero, añade Francisco Goehrlich. A juicio de Sánchez Guiu, ese auge de millonarios es un “fallo de mercado”, porque el necesario ajuste para salir de la crisis tendría que afectar a todos los niveles. Pero Luis Ayala precisa que el rebrote de ultrarricos mientras la mayor parte de la población se sacrifica o directamente sufre es “una constante histórica”. Los más acaudalados pierden mucho en términos absolutos al comienzo del declive. Más aún cuando el origen de la recesión es, como en la última, financiero. Pero también son los muy ricos los primeros que se recuperan. Para ellos, la crisis sí ha terminado.

Protección social deficiente

Claro que para corregir las desigualdades se crearon los sistemas de protección social. Que en España han crecido y mejorado muchísimo desde los 80, pero no lo suficiente. El gasto social per cápita sigue cinco puntos por debajo de la media europea. Mientras que el centro de atención de los poderes públicos durante las últimas décadas han sido las pensiones y las prestaciones por desempleo, el presupuesto destinado a prestaciones familiares es “ridículo”, se queja Luis Ayala. El CES precisa que equivale a la mitad de la media europea. Y resulta muy deficiente el destinado a vivienda social, discapacidad o inclusión social, corrobora Roberto Marín Acevedo, de UGT, presidente de la comisión de trabajo que elaboró el informe del CES sobre distribución de rentas.

Pero no sólo es escaso sino que, además, el sistema está mal diseñado. Ayala Cañón destaca como “paradójico” el hecho de que el País Vasco gaste en protección social el doble que Canarias, la comunidad autónoma con mayor nivel de paro y pobreza.

Los mayores de 65 años ya no son los pobres

Aparte habría que considerar las llamadas prestaciones no monetarias, como la sanidad y la educación públicas. Ambas reducen en un 20% las desigualdades de renta, apunta Roberto Marín. “Son de los sistemas más redistributivos”, subraya Luis Ayala. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el gasto farmacéutico, precisamente de las primeras partidas que se ha recortado y repercutido en el ciudadano mediante el copago de los medicamentos.

Así que con la crisis se ha operado un cambio significativo. Mientras que históricamente quienes se encontraban en mayor riesgo de caer en la pobreza eran los mayores de 65 años, ahora son las familias jóvenes con hijos los más amenazados. Según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2012, el riesgo de caer en la pobreza o la exclusión social es del 29,7% para los menores de 16 años, cuatro puntos más que en 2007, y del 28,2% para los adultos de 16 a 64 años, siete puntos más. Mientras que para los mayores de 65 años el riesgo es del 18,7%, 11 puntos menos que cinco años atrás.

“Más que la tasa de paro individual, me preocupa la tasa de paro de las familias”, alerta Ayala Cañón, quien cifra en el 20% la tasa de paro de los cabezas de familia en España. O el máximo histórico que ha alcanzado el número de hogares en que todos sus miembros están en paro: 1,8 millones, un 4% más que hace un año.

Pobreza estructural

El agotamiento de las prestaciones por desempleo al que acompaña el paro de larga duración, la supresión de las becas escolares y la falta de ayudas familiares en general son los factores que Martín Carretero ve detrás de ese alarmante 26,2% de pobreza infantil; es decir, de menores de 16 años que viven en familias con una renta per cápita inferior al 60% de la mediana de los más ricos y de los más pobres. Un porcentaje que se puede terminar consolidando y convertirse en estructural, advierte. De hecho, el CES ya apunta en su informe a la persistencia de la “transmisión intergeneracional de la pobreza”, de la que culpa a la “insuficiente capacidad los mecanismos sociales para favorecer el reequilibrio”.

También las nuevas condiciones laborales que se avecinan dibujan un horizonte sombrío para las familias. El CES habla de “hogares con baja intensidad laboral”: aquéllos con salarios mínimos, varios miembros desempleados o atrapados en empleos temporales o a tiempo parcial. Una inestabilidad de ingresos, condiciones y contratos que el Gobierno y los economistas llaman “flexibilidad” y que otros denuncian como precariedad laboral. El precariado que en Alemania ha surgido al calor de los minijobs –trabajos por menos de 400 euros– amenaza con ser casi la única opción de empleo posible en los próximos años de tímida mejoría. Sólo que en el país de Angela Merkel un sistema completo de protección social proporciona un colchón –de la calefacción al alquiler– a esos casi ocho millones de trabajadores. Una red que en España no existe.

España tiene más de tres millones de trabajadores pobres

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De ocho a 17 años para recuperar el empleo

De forma que el futuro no parece muy halagüeño para los expertos. A juicio de Luis Ayala, además, no basta con crear empleo. Hacen falta también “reformas redistributivas importantes”, confirma Martín Carretero, porque “el aumento de la riqueza es condición necesaria pero no suficiente para reducir la pobreza”. Y la recuperación va a ser muy, muy lenta, concede Francisco Goehrlich. De hecho, las predicciones del Instituto Flores de Lemus apuntan a que, ateniéndose a los presupuestos más optimistas, con un crecimiento similar al experimentado desde 2000 hasta 2007, España no recuperará el nivel de empleo anterior a la crisis hasta 2022 o 2023 –un 7% de paro–. Con los más pesimistas, un crecimiento del 1,1% a partir de 2015, la bonanza no será completa hasta 2031 o 2032, dentro de 17 años, calcula Santiago Sánchez.

Un paréntesis, por tanto, muy largo que las “redes informales” de protección que hasta ahora han sostenido la paz social en España no van a poder aguantar, augura Luis Ayala. Aunque para Francisco Goehrlich es inevitable la convivencia en los próximos años con formas “más flexibles” de trabajo, también cree que deben evitarse sus costes sociales. Algo que va a resultar difícil. El catedrático Ayala Cañón recuerda que la recesión de principios de los 90 fue “severa pero breve”, apenas dos años. Sin embargo, España no consiguió borrar los niveles de desigualdad que provocó hasta 2007. Necesitó una docena de años y con un nivel de crecimiento medio anual del PIB del 3,5% que ahora parece estratosférico.

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