Desde la tramoya

Tres escenarios catalanes

El miércoles conversaba frente al Congreso de los Diputados con dos amigos. Uno –hoy retirado de la política– ha sido una de las personas más importantes en el Partido Popular y conoce muy bien a Rajoy. El otro es un muy veterano periodista, y ha trabajado con el Partido Socialista en los más altos niveles. Delante de una botella de agua sin gas en el Hotel Palace, y sin la más mínima presión, con el único ánimo de conversar, hacía cada uno de ellos su vaticinio de lo que podría pasar entre el PP y el PSOE en los próximos meses. Nada que ver el escenario que anticipaba uno con el que preveía el otro.

Mi amigo del PP calculaba que Rajoy no tendrá más remedio que sobreactuar ante el desafío de la Generalitat de Cataluña. Que ante la gravedad de la convocatoria del referéndum y con la presión actual, probablemente recurrirá al artículo 155 de la Constitución que autoriza al Gobierno a “adoptar las medidas necesarias para obligar a (la comunidad autónoma que no cumpliera con las obligaciones establecidas en la Constitución o las leyes) al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del… interés general”. Lo hiciera o no, según el ex alto cargo popular, Rajoy adoptaría una posición dura de enfrentamiento con el Gobierno catalán. En tal caso, seguía su razonamiento, el PSOE no tendría más remedio que apoyar al Gobierno de España: con mayor o menor fuerza, pero con claridad en cualquier caso. Se alejarían así, al menos temporalmente, las posibilidades de esa coalición de izquierdas que algunos creían ver después de la reunión de hace semanas entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Mi amigo del PSOE veía las cosas de manera muy distinta. En un segundo escenario también conflictivo, él anticipaba una moción de censura después del verano, propuesta por el PSOE, para hacer presidente a Pedro Sánchez, con el apoyo de Unidos Podemos y de otras fuerzas políticas de izquierdas. Ante la inoperancia de Rajoy frente a la amenaza independentista –razonaba– y acosado por una crisis institucional de primera, Sánchez se vería legitimado para proponer un Gobierno alternativo.

En el lugar de Rajoy

Nadie sabe nada, y menos yo, pero a mí este segundo escenario me parece inverosímil. Vengo defendiendo desde que Podemos nació que el apoyo de los morados al PSOE no va a producirse mientras los primeros puedan sustituir al segundo. Podemos cree que ya es de facto líder de la oposición y alternativa real al PP y no va a renunciar a que eso se note.

A ese hecho, que a mí me parece fundamental, añado otros cinco: Primero, Puigdemont ya no puede dar marcha atrás. El referéndum tiene que celebrarse. Segundo, Mariano Rajoy odia los líos y prefiere que los problemas se diluyan con el paso del tiempo. Tercero, por mucho que el Govern escenifique que lo que sostiene su propuesta es un pueblo ilusionado, lo cierto es que el independentismo no aumenta y cuenta con un inamovible 40 y tantos por ciento de apoyo en Cataluña. No hay fuerza social suficiente para planteamientos maximalistas. Cuarto, el independentismo tampoco es una roca en Cataluña. ERC, la CUP y el Partit Demòcrata Català compiten parcialmente por unos mismos votos y por el poder institucional en la comunidad. Aunque coyunturalmente nada une más que un enemigo común, lo cierto es que las tres fuerzas políticas aliadas son entre ellas íntimas adversarias. Y quinto, hay antecedentes suficientes que no dieron mal resultado al Gobierno de España. Ya hubo un referéndum en Cataluña. Ya hubo una declaración de independencia del Parlament. Y no pasó nada. La prensa internacional, que es siempre una buena referencia menos apegada y más objetiva, apenas se toma en serio el desafío.

De manera que, combinando esos mismos hechos, quizá el escenario probable sea un tercero. El Govern seguirá con su propuesta y sacará las urnas a la calle, con todas las dificultades legales, todas las taras, toda la desconfianza internacional y con el apoyo solo de una parte de la población y el cansancio de la mayoría. Mariano Rajoy no sobreactuará y permitirá que eso suceda. Recurrirá a las leyes, al Constitucional y a quien sea para demostrar lo obvio: que el Govern actúa fuera de la ley española a la que está evidentemente sometido. Contará con el apoyo del PSOE y de Ciudadanos; quienes luego, para distinguirse huyendo de la “gran coalición” que tan poco les gusta, plantearán alternativas: reforma de la Constitución, cambio del Senado, etc. El cansancio puede ser tal que quizá no haya más remedio que convocar de nuevo elecciones en Cataluña. Y vuelta a empezar. Eterno bucle, de los que le gustan a Rajoy.

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