Plaza Pública

Necesarios espacios de dignidad

Fernando Ntutumu Sanchis

Estamos en esa etapa del desarrollo civilizatorio en el que todos los días parecen ser el del juicio final. En ese momento histórico en el que ni Trump acaba de destruirnos, ni Puigdemont de proclamar lo que una mayoría catalana parece desear. En ese contexto en el que hasta los periodistas experimentados pierden la noción del tiempo y de la actualidad porque la noticia es y perece antes de que asimilemos que lo que ahora es novedoso, antes ni lo era, ni se esperaba que lo fuera; y que lo que ahora parece serlo, puede que jamás vuelva. Un tablero de piezas imprevisibles. En este contexto, Luis García Montero nos invita a encontrar espacios de dignidad.

Recientemente el poeta dictaba una conferencia en la Universitat de València, acompañado del catedrático de filosofía política y del derecho Javier de Lucas, que no tiene desperdicio y que les invito a revisitar ustedes mismos. En ella dejaba joyas de la narrativa para la acción como que «los sueños tienen que convertirse en ley», que debemos «encontrar espacios de dignidad» frente a la falta de reflexión actual, y que «el mundo, cuando progresa, crea espacios de melancolía» como la propia reflexión, que parece extinguirse aunque la añoremos. ¿Cómo no sentarse a rumiar tras escucharle?

La realidad política de Cataluña ha nublado nuestra percepción de lo importante. En el momento de escribir estas líneas, todavía cientos de periodistas siguen en el Parlament para saber el resultado del partido: ¿DUI «sí», DUI «no» o «sólo a medias» como hace unos días?; ¿convocará elecciones, se las convocarán o será un «casi»? Tampoco es fácil adivinar si la Generalitat de KRLS es el delantero o el arquero en todo este asunto, pero sí sabemos que la incertidumbre periférica y la arbitrariedad central campan a sus anchas. Mientras sucede todo esto que al final es sólo una cosa, el resto deja de importar.sólo

¿Qué hay de la corrupción del PP? ¿Y la de CiU? Nunca más se supo… ¿Qué hay de las imágenes de desolación que nos deja Siria? ¿Y Afganistán o Yemen? ¿Qué hay de los métodos de guerra empleados en este territorio? ¿Qué hay del uso de gas sarín, por ejemplo? ¿Y de los «daños colaterales» denunciados por MSF entre otras? El conflicto sirio está demasiado visto ya, ¿verdad? Como la cuestión que afecta a los millones de refugiados que pueblan el mundo. O como lo de Cataluña hasta hace no tantos meses. ¿Qué hay de la represión a activistas, académicos y periodistas en un futurible miembro de la UE como Turquía? ¿Sigue siendo un «tercer país seguro»? ¿Y qué hay de la matanza perpetrada sobre el pueblo rohingya de Myanmar y su huida a Bangladés? ¿Y a quién le importa el número récord de asesinados por el atentado de hace unos días en Somalia? Pocas o ninguna portada. ¿Son casi trescientos, trescientos o más? ¡Qué más da! Y frente a todo esto, somos capaces de #ser Londres, París o Barcelona, pero jamás –y sin importar el número– Mogadiscio o Raqqa#ser. ¿Es porque son negros o porque son pobres? ¿Es racismo o aporafobia? Quizás ambas.

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En otras ocasiones señalé la falta de ecos de empatía frente a la ceguera moral; hoy añado que, como sabiamente inspiró el poeta, es imprescindible crear necesarios espacios de dignidad, recuerdo y respeto, para (re)construir sociedades sanas intelectual y mentalmente capaces de afrontar el torrente de inmoralidad que supone la globalización de todo menos de las personas y la justicia. _____________Fernando Ntutumu Sanchis

es politólogo por la UV y doctorando del programa de Derechos Humanos, Democracia y Justicia Internacional del Instituto de Derechos Humanos de la UV.

www.ntutumu.wordpress.com

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