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Gestión del agua

La sequía pone de relieve el conflicto en el 'imperio del regadío' del Levante español

Pantano bajo mínimos en la cuenca del Segura.

"El Levante español sufre riesgo de una rotura económica y social". El que habla es el presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo Segura (Scrats), Lucas Jiménez, que añade que la situación es "crítica". La sequía, tanto meteorológica como hidrológica, que sufre la zona amenaza a lo que se conoce como la huerta de Europa: el imperio hortofrutícola que, a base de hectáreas y hectáreas de regadío, se ha construido sobre gran parte de la cuenca del Segura, que comprende parte de Andalucía, la Región de Murcia en su totalidad, así como Albacete y Alicante. En 2016 se exportaron frutas y hortalizas por valor de 2.469 millones de euros solo en la Región de Murciapor valor de 2.469 millones de euros, una comunidad autónoma que, además, alberga el mayor porcentaje de superficie regada sobre geográfica del país. Esta actividad económica, según Ecologistas en Acción, consume el 85% del agua dulce disponible de la región, pero agricultores y regantes insisten: no es suficiente y se suceden los cultivos que se abandonan a mitad de temporada.

Jiménez es contundente: "Sufrimos una agonía lenta". "Aguantamos por las concesiones de aguas depuradas, pero se están terminando. Se está externalizando parte de la producción", aunque no se puede deslocalizar toda, afirma, porque el Levante es, climatológicamente, la zona idónea para el cultivo hortofrutícola –pese a que necesite un agua con la que no cuentan–. "La situación es de una gravedad absoluta", coincide Alfonso Gálvez, secretario general de la división murciana de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja). "Hay menos producción y algunos periodos no se pueden cumplir", lo que incide directamente en el perjuicio económico, detalla. Sin embargo, advierte: la cuenca del Segura tiene un "déficit hídrico estructural" que no depende tanto de lo que llueva, por lo que apuesta por un "Pacto Nacional del Agua" que trate a este preciado bien como "de dominio público" y la distribuya "de las cuencas excedentarias a las deficitarias" mediante un sistema nacional de trasvases. A corto plazo, defienden que se reactive la transferencia de aguas del trasvase Tajo-Segura, la mayor infraestructura hídrica de España.

La propuesta es polémica donde las haya, el ojo del huracán de las llamadas "guerras del agua". Jiménez reconoce con ironía que "si hay que esperar a que este pacto cuente con quórum, sería de un solo folio, donde se podría leer que el agua es igual a H2O". Los argumentos de regantes y agricultores pasan por afirmar que el regadío levantino es sinónimo de desarrollo, de puestos de trabajo y de un sistema exportador que no se puede venir abajo, aunque la cuenca del Segura, por sí sola, no pueda abastecerles del agua que necesitan. Tampoco la desalación del agua del mar, que consideran un "parche", debido a que, pese a las subvenciones, el precio de ese recurso es aún muy elevado en las poblaciones que no se encuentran en la costa.

Los problemas son varios. El primero es que la sequía hidrológica del Levante es evidente –contar con menos agua de la que se necesita–, pero no tanto la sequía meteorológica –que llueva poco-. En el Levante español, durante el pasado año hidrológico –de octubre de 2016 a septiembre de 2017- llovió más de lo normal, a diferencia de la gran mayoría del territorio español, como muestra este gráfico de la Agencia Española de Meteorología (Aemet).

 

Incidencia de precipitaciones con respecto a la media en el año hidrológico 2016-2017 en España.

Por lo tanto, las comunidades y las zonas que han sufrido de una verdadera sequía meteorológica no se muestran proclives a ceder sus recursos hídricos al Levante, por muy grande y necesitada que sea la huerta de Europahuerta de Europa, porque ellos tienen sus propias necesidades. Los agricultores de Castilla-La Mancha se han opuesto con virulencia a un reciente traspaso de agua de pozos situados en la región y con destino, denuncian, a las hectáreas de regadío murcianas. En el Tajo no ven con muy buenos ojos que sus aguas crucen la Península para regar los campos levantinos, ya que el río tiene grandes problemas de escasez, contaminación y sobrexplotación. Los agricultores del Tajo no se cortan al criticar a sus compañeros murcianos, además de al Gobierno, por no tener en cuenta al Tajo en sus planes contra la sequía: "Qué podemos esperar si no respetan ni una de las joyas medioambientales y turísticas de su propia comunidad, convirtiendo el mar Menor en vertedero de todos sus regadíos ilegales", aseguró en diciembre la Asociación de Municipios Ribereños de los embalses de la cabecera del Tajo.

Ecologistas denuncian un modelo "insostenible"

El diagnóstico y la solución de Ecologistas en Acción Murcia difiere, en mucho, del hecho por los agricultores: en la cuenca del Segura hay demasiado regadío. "Hay un uso insostenible del agua. Los acuíferos están sobreexplotados y los ríos no llegan al caudal ecológico mínimo. La situación no se resuelve con más embalses y trasvases", defiende Julia Martínez, experta en gestión hídrica de la organización. A pesar de que a partir de noviembre de 2017 la sequía meteorológica es una realidad, como reconoce Martínez, el problema del Levante es un déficit hídrico que está causado por un modelo de agricultura intensiva llevado a cabo por grandes empresas que, además, discriminan a los pequeños agricultores en el reparto del agua: "Tienen una gran capacidad de negociación y presión. Son grandes compañías hortofrutícolas que producen, exportan y distribuyen. Tienen acceso a pozos a los que la agricultura tradicional no tiene acceso", denuncia la activista.

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Ecologistas en Acción pone el foco en los regadíos y pozos ilegales, abiertos a lo largo y ancho de la Región de Murcia y que, según denuncian, cuentan con impunidad. Asaja Murcia relativiza la ilegalidad: "No son muchos y, además… es que hace falta mucha agua". Los activistas proponen un modelo de agricultura ecológica, que no explote la tierra, puesto que aunque el Levante contara con litros y litros de agua a su disposición, el daño medioambiental está ahí: la tierra se agota y los contaminantes, principalmente los nitratos, han contribuido al desastre en el Mar Menor. Rechazan, también, el argumento del desarrollo económico y los puestos de trabajo que enarbolan los agricultores: "Este modelo insostenible está ligado a empleo precario, temporal y de baja calidad. Apostamos por creación de renta agraria, basada en agricultura de calidad que desemboque en trabajo de igual calidad", argumenta Martínez.

Asaja Murcia niega la mayor. Pese a reconocer el déficit hídrico, Gálvez asegura que "Murcia tiene un regadío equilibrado, justo y comedido", puesto que considera necesario seguir manteniendo al Levante español como potencia hortofrutícola. Jiménez, por su parte, defiende que la sequía meteorológica sí que afectó a la producción, pese a los datos de la Aemet, puesto que fueron "lluvias torrenciales que cayeron sobre todo en la costa" y que los embalses no pudieron aprovechar. Y defiende: "En la Cuenca del Segura se aprovecha prácticamente el 100% de las aguas depuradas. En el Ebro solo se depura el 1%. Pero las miradas siempre están puestas sobre nosotros".

En el decreto de medidas contra la sequía aprobado por el Gobierno central, el Ejecutivo prevé exenciones de pagos a las agricultores para ayudarles a combatir la sequía hidrológica, pero la ministra Tejerina confirmó que, en caso de que la sequía meteorológica se acentúe, habrá cortes para priorizar el consumo de la población. La situación ha remitido un poco con las últimas lluvias, que han dejado los embalses del Segura con el 14,9% de su capacidad total (han ganado 3 hectómetros). Sin embargo, el cambio climático ya está aquí y el modelo debe adaptarse sí o sí a las nuevas circunstancias: más calor en general y sequías más recurrentes y prolongadas. Sea mediante un Pacto Nacional del Agua que distribuya el recurso por todas las cuencas, como defienden agricultores o regantes, o sea mediante un giro de 180 grados en el modelo, como defienden los ecologistas, el Levante español no puede seguir así. En palabras del presidente de Scrats: "Un temor recorre la geografía levantina: la incertidumbre de no saber qué va a pasar".

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