La represión franquista

Sevilla se asoma al horror franquista en tres fosas comunes con más de 14.000 muertos

Flores junto a un lugar donde se cree que se encuentran enterradas víctimas del franquismo, en el cementerio de Sevilla.

"Unos 7.400 cadáveres en la conocida como fosa del Monumento; unos 5.600, en la llamada Antigua; aproximadamente 1.100, en Pico Reja. Los cálculos con los que trabaja el Ayuntamiento de Sevilla son impresionantes. Los trabajos de delimitación de fosas comunes del franquismo en el cementerio de San Fernando de la capital andaluza continúan. El número de cadáveres que se estima que hay bajo la tierra supera los 14.000, según los cálculos con los que trabaja el Ayuntamiento, que impulsa las tareas en colaboración con el historiador José Díaz Arriaza. Pero nada es sencillo en el rompecabezas de fosas de Sevilla. El número de represaliados en las tres primeras fosas en estudio supera ya, según el Ayuntamiento, los 4.000. Uno de los problemas técnicos es que sólo hay certidumbre de algunos cientos de nombres de víctimas inscritas en el registro municipal. Todos están mezclados en las fosas: fusilados, muertos de hambre, pobres a los que se enterraba gratuitamente... A ello se suman las dificultades técnicas que implica el tiempo transcurrido, que ha supuesto diversas modificaciones del terreno.

En medio de las dificultades, los trabajos progresan. La fosa de Pico Reja ya está delimitada. Es enorme, mayor de lo que en principio se pensaba. Tiene una superficie de más de 2.600 metros cuadrados, según el Ayuntamiento. El siguiente paso, que aún no tiene fecha, será abrir la tierra y exhumar los cuerpos. Ahora la empresa TCA Geomática, adjudicataria del contrato de localización y delimitación de las fosas comunes Monumento y Antigua, ha iniciado sus trabajos. Es decir, hay una fosa ya delimitada (Pico Reja) y dos en proceso (Monumento y Antigua). En total en el cementerio de San Fernando hay ocho fosas comunes, según las investigaciones de Díaz Arriaza. En paralelo a los trabajos de delimitación, la oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento atiende a descendientes de víctimas que aportan pruebas genéticas para futuras identificaciones.

La hipótesis que maneja el Ayuntamiento Antigua es que la fosa Antigua comenzó a utilizarse a principios de febrero de 1940 y estuvo en uso hasta junio de 1942, contando con unas dimensiones de 45 metros de largo por 7,5 metros de ancho y entre 3 y 4 metros de profundidad. En su interior yacen, según un informe del Ayuntamiento, los restos de 5.596 personas, de los cuales 105 corresponden a cuerpos de fusilados por sentencia de guerra, y casi 400 proceden de las diferentes cárceles. En total, más de 500 represaliados.

La fosa del Monumento, según un estudio del Consistorio, se habilitó ex profeso para enterrar víctimas de la represión y fue utilizada desde septiembre de 1936 hasta enero de 1940, albergando aproximadamente un total de 7.440 cuerpos inhumados, de los cuales 2.616 eran víctimas directas de la represión, ejecutados por bando de guerra o por sentencia de consejo de guerra, y 4.824 por otras causas, muchas de ellas "sobrevenidas por la propia situación en la que se encontraba la ciudad tras el golpe militar (hambre, insalubridad, inseguridad...)".

Las investigaciones históricas apuntan a que en Pico Reja hay restos de más de 1.100 víctimas, entre ellas Blas Infante, considerado Padre de la Patria Andaluza, mártir del andalucismo, cuyo nieto nieto Estanislao Naranjo quiere recuperar sus restos. En esta fosa se cree que todos los restos son de represaliados.

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Un rompecabezas

A día de hoy, el cementerio de San Fernando no es un símbolo reconocible de la represión, pese a las dimensiones genocidas que allí alcanzó. En las fosas hay fusilados allí mismo, en tapias cercanas, así como muertos en cárceles y campos de concentración o en enfrentamientos con las tropas sublevadas. Hay poca documentación. Es difícil saber quién está y no está. Todo el entorno es un rompecabezas histórico y arqueológico. A unos pasos de una cruz colocada por un herrero comunista a principios de los 50, tolerada por las autoridades y conocida como la Cruz de Lolo, hay una columna con una tricolor y una inscripción: “En este lugar reposan los restos mortales de miles de hombres y mujeres valedores de la legalidad republicana que fueron asesinados en Sevilla tras el inicio de la guerra civil entre 1936 y 1955. Sevilla a su Memoria”. Allí se celebra un discreto homenaje cada 14 de abril. Por lo demás, nadie diría que aquel fue uno de los epicentros de la represión en el sur de España.

Aclarar aquel horror ha sido hasta ahora una tarea pendiente en Sevilla, ciudad que mantiene una relación más que compleja con su memoria histórica. No en vano, mientras Blas Infante está en una fosa común, el principal responsable de la represión en Andalucía, Gonzalo Queipo de Llano, sigue enterrado en la basílica de La Macarena, la hermandad más numerosa de la ciudad.

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