10N | Elecciones Generales

La campaña se agota sin resolver las incógnitas sobre los pactos para formar Gobierno en la nueva legislatura

Pedro Sánchez, Albert Rivera, Santiago Abascal, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Pablo Casado.

Los partidos políticos completarán este viernes siete días de campaña electoral sin haber sido capaces de despejar la incógnitas sobre la formación de Gobierno que quedaron abiertas con la disolución de las Cortes, después del fracaso que supuso la legislatura nacida de las elecciones del 28 de abril.

Un final de campaña marcado por la incertidumbre pero también por el ascenso de Vox ascensoque pronostican todas las encuestas y por la decisión de PP y Ciudadanos de dejarse arrastrar por las propuestas más radicales de la ultraderecha. Los partidos de Pablo Casado y Albert Rivera aprobaron este jueves en la Asamblea de Madrid una propuesta de resolución de Vox en la que los extremistas de Santiago Abascal piden al Gobierno de Sánchez que proceda a ilegalizar “los partidos separatistas que atenten contra la unidad de la nación con los instrumentos legales a su alcance o procediendo a las reformas legales que habiliten a ello”. En contra han votado PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos-IU.

En este contexto, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, los máximos responsables del PSOE y de Unidas Podemos, dedicaron sus intervenciones públicas del jueves, a través de los medios de comunicación o en mítines electorales, a pedir a los electores que respalden las posiciones antagónicas que provocaron la repetición electoral y que ambos se proponen seguir defendiendo a partir del próximo lunes.

El presidente en funciones repite en los últimas días dos ideas: solo el PSOE puede frenar a una ultraderecha en ascenso y la única manera de romper el bloqueo institucional es que los socialistas obtengan una gran mayoría en las elecciones del domingo.

En una entrevista en La Sexta, antes de conocer la resolución de la Asamblea de Madrid, declaró que existe un riesgo real de que la ultraderecha sea la tercera fuerza de España a partir del domingo y responsabilizó de este ascenso a los pactos con PP y Ciudadanos para gobernar la Comunidad de Madrid y Murcia tras las elecciones del 26 de mayo. La derecha “está poniendo la alfombra roja a la ultraderecha”, condenó.

Para hacer frente a los “franquistas”, repite Sánchez en todas sus intervenciones públicas, la única opción pasa por votar al PSOE y que haya “un Gobierno fuerte”.

Y en un mitin en Los Alcázares (Murcia) insistió en la idea de que el único voto verdaderamente útil es el que los progresistas otorguen al PSOE. Las demás fuerzas políticas, de derecha y de izquierda, tienen según él un único objetivo: impedir un Gobierno socialista.

Sánchez confirmó en La Sexta que no se ha movido un milímetro de su objetivo después del 28A: formar un Ejecutivo en solitario y gobernar apoyándose en un pacto programático con Unidas Podemos y en otras fuerzas de izquierdas en todo lo que tenga que ver con las políticas económicas y sociales. Y tratar de incorporar a PP y Ciudadanos a los acuerdos que sean necesarios en asuntos de Estado, como los que tienen que ver con la tensión territorial en Cataluña. Algo que no será fácil: “Estamos en un laberinto”, admitió.

Obligar a Sánchez a pactar

Iglesias, por su parte, insistió en un acto electoral en Bilbao en que si el domingo obtiene apoyo suficiente forzará a Sánchez a pactar con él un Gobierno de coalición y le obligará a renunciar al acuerdo con la derecha que, según él, planea el líder del PSOE desde hace meses poniendo como excusa la situación en Cataluña y gracias al patrocinio de los poderes económicos.

El líder de Unidas Podemos pidió expresamente el apoyo de los votantes del PNV y de EH Bildu con el argumento de que solo Unidas Podemos puede hacer frente a la recentralización que, aseguró, el PSOE está dispuesto a conceder a la derecha a cambio de que le haga presidente.

Y, un día más, se refirió sin citarlo al llamamiento de Sánchez a votar al PSOE para frenar a Vox: a la ultraderecha, proclamó, no se la detiene con eslóganes sino con políticas de izquierdas, por eso la única manera de hacerle frente es votando a Unidas Podemos.

Al crecimiento de los ultras se refirió también Íñigo Errejón (Más País). En un mitin en Jerez de la Frontera (Cádiz) acusó a Sánchez e Iglesias del bloqueo y se mostró convencido de que, si de ellos depende, “nos llevan a terceras elecciones”. Errejón cuestionó a los líderes del PSOE y de Unidas Podemos y les preguntó si “ha merecido la pena repetir elecciones por un ministerio más o cinco escaños más y regalarle una segunda oportunidad a la extrema derecha”.

Pablo Casado (PP) se aferró a la crisis que, asegura, ya viene de camino, y a la situación en Cataluña, para defender que el único voto verdaderamente útil para echar a Sánchez de la Moncloa es a su partido. Los dirigentes conservadores tratan estos días de frenar el trasvase de votos a Vox que según todas las encuestas está teniendo lugar durante la campaña —y que algunos creen puede haberse acelerado tras el debate de candidatos en televisión—: es “evidente” que en “la fragmentación del voto a Ciudadanos y Vox, el mayor beneficiado es Pedro Sánchez”, declaró el número dos de Casado, Teodoro García Egea, en una entrevista en TVE. Y Sánchez, añadió, “va a volver a bloquear la situación si los españoles le encargan a él la formación de gobierno” porque “no sabe pactar”.

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Albert Rivera (Cs), este jueves vestido de motero, se aferró al discurso de la recentralización de competencias que cuando Ciudadanos nació era su seña de identidad pero que desde hace tiempo le disputan el PP y Vox e insistió una vez más, como cada día, en la necesidad de que el Gobierno ponga en marcha la aplicación del artículo 155 para suspender otra vez la autonomía catalana y destituir a Quim Torra y a su Gobierno.

El líder naranja recuperó también su promesa de abrir una negociación con el PSOE para facilitar la investidura y desbloquear la situación política si Pedro Sánchez gana las elecciones, exactamente todo lo contrario de lo que hizo en la legislatura fallida. Con la diferencia de que, según todas las encuestas, su grupo parlamentario ya no será decisivo para una investidura.

Vox, mientras tanto, siguió a lo suyo. Negando el ejercicio del derecho a la información al prohibir el acceso a sus actos de los periodistas de medios críticos con la ultraderecha, a los que tiene vetados, entre ellos infoLibre.

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