10N | Elecciones Generales

Así han cambiado los debates en sus 26 años de historia en España

Momento del debate a cuatro en RTVE entre los principales líderes políticos.

En esta ocasión, al contrario que en la anterior, sólo habrá un debate electoral. Los cinco candidatos a la Moncloa de los principales partidos —Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos), Pablo Iglesias (Unidas Podemos) y Santiago Abascal (Vox)— se enfrentarán este lunes 4 de noviembre. El escenario será el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo y estará organizado por la Academia de Televisión y moderado por los periodistas Ana Blanco y Vicente Vallés. Lo emitirán RTVE y Atresmedia y estará estructurado en cinco bloques temáticos de 25 minutos de duración. Además, como siempre, habrá una intervención de apertura y un minuto de oro final. El líder de la formación morada será el encargado de abrir y cerrar el debate, según informó la Academia.

La principal novedad de este lunes es que, por primera vez, la extrema derecha tendrá voz en un debate electoral entre candidatos. En cambio, se quedará fuera Más País, el partido de Íñigo Errejón, al no contar con representación parlamentaria.

La época de los cara a cara que enfrentaban a los dos grandes partidos pasaron a la historia en el año 2015, cuando la irrupción de Podemos y Ciudadanos cambió el escenario político. Fue entonces cuando comenzó el periodo electoral más largo de la historia de España, con cuatro elecciones en cuatro años.

infoLibre repasa a continuación la historia de 26 años de debates en la democracia española.

  Abril de 2019: dos debates en 24 horas

 

Atresmedia y RTVE se mostraron dispuestos a celebrar dos debates electorales antes de las elecciones del 28 de abril. Su planteamiento, no obstante, fue diferente: la cadena privada propuso invitar a los líderes de los cinco principales partidos, mientras la pública decidió no incluir a Vox. Por esta razón, Sánchez decidió sólo aceptar el debate de Atresmedia. Así, el candidato socialista podía incidir en la presencia de Abascal como parte integrante y fundamental del bloque de la derecha junto a PP y Ciudadanos, y reivindicar al PSOE como el voto útil para frenar a los conservadores. Pero la Junta Electoral Central (JEC) le cambió los planes. Después de recibir un recurso presentado por ERC, Coalición Canaria y PNV, el organismo decidió vetar el debate de Atresmedia por incluir a la ultraderecha, que era entonces una formación extraparlamentaria.

Finalmente, se celebraron dos debates con 24 horas de diferencia, los días 22 y 23 de abril. El formato del primero —el celebrado en RTVE— permitió mucho menos el enfrentamiento abierto entre candidatos que el formato del segundo —el organizado por Atresmedia—. El lunes 22, Pedro Sánchez incidió en reclamar el voto útil para frenar a la extrema derecha.. Por su parte, Pablo Casado trató de buscar un cara a cara que Sánchez evitó. Y mientras tanto, el presidente de la formación naranja recurrió a la exhibición de fotografías y de titulares de prensa para tratar de atacar al resto de candidatos, sobre todo a Sánchez. Iglesias se refirió con frecuencia a la Constitución para exigir su cumplimiento y usarla de guía para explicar su proyecto político. El debate fue seguido por 8,8 millones de personas.

Muy diferente fue el segundo asalto. Con un formato mucho más abierto, hubo un gran intercambio de golpesgolpes, un juego en el que el líder de Unidas Podemos se negó a entrar. Al igual que había hecho el día anterior, se limitó a la presentación de sus propuestas y a subrayar el riesgo de que el PSOE terminara aceptando un pacto con Ciudadanos. Rivera volvió a convertir el atril en un expositor con el que atizar al líder socialista, que no se movió del discurso del primer día e insistió en apelar a su partido como el voto útil que frenara a las tres derechas. Una estrategia compartida en esa ocasión por Casado, que se reivindicó como el verdadero partido capaz de acabar con el gobierno apoyado en Podemos y en "los separatistas". Este debate lo siguieron 9,4 millones de personas.

  2016: Un cara a cara atípico y el primer debate con cuatro candidatos

2016 fue el primer año en el que no se celebró un cara a cara. Al menos, no tal y como se conocían hasta entonces. Hubo uno, pero no enfrentó a los dos candidatos del PSOE y del PP y no se celebró durante los 15 días previos a la cita con las urnas. Tuvo lugar el 5 de junio y enfrentó a Iglesias y a Rivera en un escenario también completamente distinto: el programa Salvados, presentado entonces por Jordi Évole y emitido en La Sexta con más de cinco millones de espectadores.

El día 13 de junio los líderes de los cuatro principales partidos —en aquel entonces el candidato del PP todavía era Mariano Rajoy— acudieron a un debate organizado por Atresmedia, Mediaset y RTVE. Lo presentaron tres periodistas: Ana Blanco, Vicente Vallés y Pedro Piqueras. Fue seguido por 10,5 millones de personas.

 

El entonces líder de los conservadores rechazó en ese momento someterse a un cara a cara que entonces sí pidió Sánchez. Según argumentaron desde su partido, el formato clásico ya no tenía sentido. Uno con varios candidatos, en cambio, reflejaba mejor la pluralidad parlamentaria. Y precisamente por esa pluralidad, los pactos poselectorales, junto a la corrupción del PP, fueron los protagonistas del encuentro. Pero tampoco faltaron los asuntos clásicos: el empleo, la crisis económica o la inmigración, un tema que este 4 de noviembre no tendrá un bloque propio, tal y como ha denunciado Vox, que ha calificado la decisión de no hablar de ella y sí del cambio climático de "partidista".

  2015: Comienza el multipartidismo

Las elecciones europeas de 2014 fueron el trampolín que empujó a Podemos a entrar en el tablero político español. Además, a partir de ese momento, Ciudadanos amplió su influencia política, que hasta entonces sólo había tenido en Cataluña. Por eso las elecciones generales que se celebraron en diciembre del año 2015 fueron la prueba de fuego del bipartidismo, algo que también tuvo su reflejo en los debates.

 

El día 7 de diciembre tuvo lugar el primer debate. Por primera vez participaban los representantes de cuatro partidos políticos y, también por primera vez, uno de ellos no era el candidato a la Moncloa y además era una mujer. Se trataba de la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que acudió en representación del PP al duelo contra Sánchez, Iglesias y Rivera. Rajoy, el candidato de los conservadores, no acudió porque su tiempo no era "de chicle", tal y como argumentó el entonces vicesecretario de Comunicación del partido, Pablo Casado. El debate, que se bautizó como 7D: El debate decisivo, tuvo lugar en Atresmedia y fue presentado por Ana Pastor y Vicente Vallés. Lo siguieron más de nueve millones de espectadores.

Tan sólo dos días después tenía lugar otro debate, esta vez organizado y emitido por RTVE. Su formato también era pionero: participaron representantes de nueve partidos políticos: Pablo Casado, Antonio Hernando (PSOE), Miguel Puig (CDC), Montse Surroca (Unió), Alberto Garzón (IU-Unidad Popular), Andrés Herzog (UPyD), Aitor Esteban (PNV), Íñigo Errejón (Podemos) y Marta Rivera (Ciudadanos). Fue el primer duelo al que se invitaba a IU y a UPyD.

 

No obstante, estos nuevos debates electorales no terminaron de desbancar por completo a los cara a cara entre los candidatos a la Presidencia del Gobierno de los dos grandes partidos. Así, Rajoy y Sánchez acudieron el día 14 de diciembre al que organizó la Academia de Televisión y que presentó el periodista Manuel Campo Vidal. El duelo, que siguieron 9,7 millones de personas, fue además emitido de manera simultánea en 13 cadenas distintas, que mostraron cómo el "y tú más" monopolizaba la mayor parte de un encuentro en el que el líder socialista trató de acorralar al presidente de los conservadores haciendo alusión a los múltiples casos de corrupción que asolaban al partido.

  2011: Rajoy y Rubalcaba en un debate adelantado

La cita con las urnas del 20 de noviembre de 2011 dio la mayoría absoluta al PP. El debate enfrentó el entonces candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el candidato conservador, Mariano Rajoy. Presentado por Campo Vidal, fue seguido por 12 millones de espectadores. 

 

El candidato del PP llegó a la cita con todo a su favor. La crisis económica permitió que las encuestas le vaticinaran un clara victoria en las urnas y eso le dio pie a que su táctica en el debate fuera la del ataque. Y así lo hizo. "Estamos hoy aquí porque el Gobierno se ha visto obligado a adelantar las elecciones", comenzó. "La situación ha llegado a un extremo insostenible y hay que ponerle remedio", añadió. De este modo, se presentó a sí mismo y a su formación como la solución a un problema que, destacó, había dejado a cinco millones de personas sin poder trabajar. "Sobre todo se ha hecho insostenible porque el Gobierno no es capaz de corregir la situación", explicó.

Rubalcaba admitió la dificultad de la crisis, pero a la vez asumió el reto de corregirla, además de incidir en que la responsabilidad no era exclusiva del Gobierno socialista. En paralelo, trató de situar a Rajoy como aliado de los empresarios e intentó que especificará cuáles eran sus planes para revertir la crisis económica. "Creo que los parados esperan de nosotros algo más y no solo que les digamos que están parados, esperan soluciones", llegó a decir.

El encuentro se saldó con una victoria para el candidato conservador, que según una encuesta de Metroscopia para El País superó a su rival por la mínima. El entonces líder de la oposición logró el apoyo del 46% de los encuestados, frente a un 41% que apostó por el candidato socialista. La victoria televisiva, apenas unos días después, se trasladó a las urnas de forma mucho más contundente.

  2008: los dos asaltos de Rajoy y Zapatero

El domingo 9 de marzo de 2008 se celebraron elecciones generales. En ese momento, los candidatos a la Presidencia del Gobierno con posibilidades de alcanzar la Moncloa eran el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que aspiraba a revalidar el puesto de presidente del Gobierno que le dieron las urnas en 2004, y el conservador Mariano Rajoy. Y ambos se enfrentaron en dos cara a cara. El primero, que se emitió en Antena 3, se celebró el 25 de febrero y fue seguido por más de 13 millones de espectadores —fue, de este modo, el duelo electoral más visto de la historia—; el segundo tuvo lugar el 3 de marzo en Telecinco. 

"Han pasado casi 15 años desde aquellos cara a cara Felipe González-Aznar, y por fin recuperamos los ciudadanos la oportunidad de escuchar frente a frente a los candidatos de las dos formaciones políticas con mayor representación parlamentaria", dijo al comienzo del debate en Antena 3 el moderador Manuel Campo Vidal. Era la primera vez, además, que saludaba a los "internautas".

Durante ese primer asalto, fueron la economía y el empleo —las tradicionales grandes preocupaciones del país— las que coparon gran parte del encuentro. El líder de la oposición intentó mantener una estrategia de ataque y, en este sentido, criticó el encarecimiento de la vivienda y la subida de precios. Un diagnóstico del que Zapatero intentó defenderse pidiendo "confianza". Su proyecto, decía entonces, estaba "en pleno desarrollo". En paralelo, intentó escudarse de los ataques del adversario apelando a las políticas sociales y de Igualdad que había llevado a cabo su Gobierno, poniendo como ejemplo su "histórica Ley de Igualdad" o el blindaje de las ayudas a la dependencia. 

 

El conservador, no obstante, puso el acento en otro de los asuntos típicos del discurso político de la derecha: la inmigración. "Hay que poner orden y control en el fenómeno migratorio. Somos el segundo país del mundo a la hora de entrar ciudadanos extranjeros y no está controlado. Es una avalancha y usted no ha hecho más que complicar las cosas provocando un efecto llamada", acusó, en la misma línea que recientemente ha empleado su sucesor, Casado, para atacar a Sánchez. El líder del PP, entonces, zanjó al debate con su recordada niña. "Yo quiero que la niña que nace en España tenga una familia y una vivienda y unos padres con trabajo", cerró. Los sondeos le dieron la victoria a Zapatero. 

Una semana después volvieron a encontrarse, esta vez en Telecinco y moderados por la periodista Olga Viza. La economía, en ese momento, también tuvo gran protagonismo porque la crisis ya acechaba. Frente a ella, el líder socialista se comprometió a construir un "país que debe continuar creciendo económicamente". Rajoy insistió en la necesidad de medidas como la bajada de impuestos como el IRPF y el Impuesto de Sociedades. E introdujo un tema que ahora salpica toda la actualidad política: el independentismo, aunque en ese momento preocupaba Euskadi y no Cataluña. "Se nos dice que España está más unida y cohesionada que nunca, pero tenemos un referéndum de separación convocado para este año", dijo. Pero Zapatero volvió a ganar el debate, según las encuestas, y también las elecciones.

  1993: Primera emisión de un debate: González vs. Aznar

La incertidumbre sobre Cataluña y el único debate centran el esfuerzo de los partidos en la recta final de la campaña

El 24 de mayo de 1993 se producía una escena inédita: por primera vez en televisión, los españoles podían ver un cara a cara entre los líderes de los dos principales partidos antes de decidir su voto para unas elecciones generales. Y lo hicieron dos veces: en Antena 3 bajo la moderación de Campo Vidal —con 9 millones de espectadores— y en Telecinco bajo la de Luis Mariñas, con 10,5 millones de espectadores.

Aznar comenzó con un asunto que años más tarde también monopolizaría el debate: la crisis económica. El líder conservador hablaba de las personas desempleadas y de la inestabilidad de los que sí tenían un trabajo. Y resumió la gestión de los socialistas con tres palabras: "Paro, corrupción y despilfarro". González, por su parte, se mostró apático y algunos colaboradores admitieron después que no había preparado el duelo televisivo. . El resultado, según El País: un "triunfo claro de Aznar". 

Pero González tuvo una segunda oportunidad. Una, además, en la que los espectadores sí le dieron por ganador. El arma que usó el líder socialista en aquella ocasión fue dejar a un lado la corrupción y apostar por un proyecto de Gobierno progresista alimentado con propuestas específicas, algo de lo que en su opinión Aznar carecía. El entonces presidente del Gobierno apostó por una renovación construida sobre la base de "hombres nuevos, mujeres nuevas" y personas "independientes". 

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