Coronavirus

El cierre total de Sánchez es más estricto que el de Italia, con menos excepciones y más apoyo sindical

Vista de una calle de la Parte Vieja de San Sebastián donde abundan los bares y restaurantes, prácticamente desierta este lunes.

Italia y España transitan por caminos muy similares en la crisis del coronavirus. Se puede afirmar que nuestro país asume, con una semana de retraso, las decisiones que toman los vecinos mediterráneos. Ambos se han unido para reclamar solidaridad a la Unión Europea; ambos intentan aplanar una curva que, a pesar de los últimos síntomas de estabilización, sigue demasiado picuda; y ambos han decretado la paralización de la gran mayoría de la actividad económica para reducir al máximo los nuevos contagios. Hay muchas similitudes en la manera en que ambos Gobiernos, el de Conte y el de Sánchez, han afrontado el confinamiento total: también algunas diferencias en el modus operandi, las reacciones y la emergencia sanitaria que viven ambos, con diferentes núcleos afectados.

El Gobierno italiano anunció el cierre total el sábado 21 y publicó el decreto el domingo 22, bien entrada la noche: el Gobierno español anunció el cierre total el sábado 28 y publicó el decreto el domingo 29, bien entrada la noche. La jornada de infarto que vivieron muchos trabajadores españoles, esperando para comprobar si debían o no acudir a su puesto de trabajo al día siguiente, era una réplica de la vivida en Italia una semana antes. El retraso de ambos Ejecutivos se debió a que, como ya explicamos en infoLibre, no es fácil definir qué es un "sector esencial" y qué no y, por tanto, qué empresas deben cerrar y cuáles no. Por no hablar del dificilísimo equilibrio entre defender la salud de la población y no imponer una hibernación de la que cueste demasiado despertar. En España, además, saltaron las diferencias de criterio entre los miembros del Ejecutivo, según explicaron varios medios.

Desde que Conte anunció el cierre de la economía italiana hasta que finalmente se publicó el decreto, el ministro de Desarrollo, Stefano Patuanelli, pasó 24 horas analizando las solicitudes de distintas empresas que aseguraban que eran esenciales, por lo que su actividad debía seguir. Producto de este trabajo se aprobó una orden muy exhaustiva, mucho más detallada que la española, que determina hasta 90 sectores que esquivan la clausura. Sin embargo, el decreto español utiliza categorías más genéricas: por ejemplo, establece que "no será objeto de aplicación" el permiso retribuido para las empresas "que trabajan en las actividades que participan en la cadena de abastecimiento del mercado y en el funcionamiento de los servicios de los centros de producción de bienes y servicios de primera necesidad". El texto del Ejecutivo italiano detalla, uno a uno, qué actividades son éstas.

En todo caso, el decreto italiano establece más excepciones que el español. Se permiten las actividades de extracción de combustibles fósiles, mientras que en España solo pueden continuar si se ven imposibilitadas para parar en seco su producción. El sector del textil es exonerado también en el país alpino, al contrario que en nuestro país: así como los call centers, los estudios de arquitectura, la producción de plástico o la ingeniería civil. El decreto del Gobierno de Sánchez establece que todas estas actividades solo podrán continuar si están vinculadas a sectores que sí se consideran esenciales: por ejemplo, la producción de fertilizantes para la industria alimentaria, como ejemplificó este lunes el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón.

Detalle de la firma del decreto italiano para endurecer el confinamiento.

Sin embargo, el margen que ha ofrecido el Gobierno italiano a las empresas para adaptarse al nuevo escenario es mucho más amplio que el español, cuyo Ejecutivo estableció una moratoria comunicada tarde y mal. Más allá de la larga lista de excepciones, la orden de Conte permite que las actividades "que sean funcionales para asegurar la continuidad de las cadenas de suministro de las actividades mencionadas en el anexo 1, así como de los servicios de utilidad pública y los servicios esenciales" pueden seguir siempre que comuniquen por qué son necesarias. En ausencia de una respuesta administrativa, continúan. Este salvoconducto no se ha habilitado en España, pese a que tanto la ministra de Economía, Nadia Calviño, como los sindicatos incidieron la semana pasada en que multitud de empresas, y no solo las evidentes, participan del mantenimiento y el funcionamiento de dichos servicios esenciales. Ambos países permiten el teletrabajo sea o no una actividad esencial, evitan cerrar las plantas con un ciclo de producción continuo y ofrecen alivio económico a los trabajadores más afectados por estas medidas, aunque con grandes diferencias.

En teoría, el decreto del Gobierno español no es un decreto de cierre al uso: anuncia un "un permiso retribuido recuperable para las personas trabajadoras por cuenta ajena que no presten servicios esenciales", cuyo sueldo correrá a cuenta de las empresas mientras dura la clausura. No se ha tomado una medida así en Italia, aunque ha tomado otras decisiones para salvaguardar el bienestar de los más vulnerables en un paquete denominado "Cura Italia", que incluye ayudas directas a los autónomos y aplazo del pago de los impuestos. Coincidieron ambos países en prohibir los despidos y establecer moratoria de hipotecas.

Las reacciones…

Los sindicatos mayoritarios en España, CCOO y UGT, han aplaudido el último decreto del Gobierno de Sánchez, aunque con reticencias de sus delegaciones del sector secundario, el gran impactado del lockout. En Italia ha sucedido lo contrario: todos los sindicatos se han puesto de acuerdo en criticar que el Ejecutivo ha permitido demasiadas excepciones y ya amenazan con huelga general si Conte no endurece aún más el confinamiento de la población. El decreto italiano eliminó la cláusula de una orden anterior que permitía el desplazamiento entre municipios siempre que fuera para volver al lugar habitual de residencia, ante el miedo de que los habitantes del norte industrializado migraran en masa al sur al perder, aunque fuera momentáneamente, su puesto de trabajo. La patronal, en ambos países, mostró su desaprobación.

También en Italia hay tensiones políticas: sobre todo entre los dirigentes regionales y el Ejecutivo central. El presidente de Lombardía, Attilio Fontana, ha presionado incesantemente a Conte para que cerrara todas las fábricas. Se da la circunstancia de que esta región, la más golpeada por el coronavirus y aún "fuera de control", según analistas, es un importante núcleo industrial, por lo que el contagio en las grandes instalaciones del sector secundario era más preocupante aún si cabe.

…y los tiempos

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La disputa política y social de estos días en España se puede resumir en el intento de determinar si el Gobierno de Sánchez actuó a tiempo o demasiado tarde, con las manifestaciones del 8M puestas en la diana por la derecha mediática y parlamentaria. El confinamiento aterrizó en nuestro país con 120 muertos, frente a los 463 que se registraron en Italia cuando Conte ordenó a la mayoría quedarse en casa. En cuanto al cierre total, el anuncio de Sánchez llegó el día en el que España anunció 6.528 fallecidos y 78.797 contagiados, frente a los 5.500 decesos y 59.138 casos que contaba Italia cuando se publicó el decreto de cierre de todas las actividades no esenciales (21 de marzo) Sin embargo, la población de Italia (60 millones) es mucho mayor que en España (46 millones), por lo que no pueden representar lo mismo la cifra de fallecidos en ambos países.

Es uno de los factores que dificultan la comparación entre países al hablar de coronavirus, al menos si se pretende juzgar el desempeño de los responsables políticos. Influye la transparencia de los Gobiernos, la cantidad de test que se realizan, la contabilidad de los fallecidos (hay países que solo contabilizan a los muertos en el hospital, por ejemplo, lo que desvirtúa los datos reales) o incluso las características socioeconómicas de las regiones más impactadas: el coronavirus entiende de clases y es más letal si los brotes más fuertes se desarrollan en zonas más empobrecidas.

En todo caso, todos los Gobiernos, con pocas aunque llamativas excepciones, se afanan en mantener el equilibrio para salvar la vida a cuantos más enfermos mejor mientras intentan que el sistema económico no sufra un desplome difícil de recuperar. Todos los miembros del Ejecutivo han hecho alusión a ese equilibrio, incluso los cargos más técnicos, como Fernando Simón: sin embargo, en el día 1 de confinamiento endurecido, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha desnivelado la balanza y ha resumido el nuevo enfoque del Ejecutivo. "En España no se está enfrentando salud y economía. Para que haya economía debe haber salud, y por eso hemos tomado esta medida".

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