Igualdad

"Se nos está culpando de una cuarta ola antes del 8M": el movimiento feminista saldrá a la calle 'sí o sí' respetando las medidas de seguridad

Una mujer sostiene una pancarta en la que se lee 'No hay peor virus que el patriarcado' durante la marcha por el Día Internacional de la Mujer en Málaga en 2020.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, no acudirá a las manifestaciones del 8M, Día Internacional de la Mujer. "No ha lugar" porque "la situación epidemiológica de nuestro país no permitiría ni se entendería el llevar a cabo estos actos". Así lo expresó el miércoles y tan solo un día después recibió el respaldo de Margarita Robles, ministra de Defensa: "En este momento no es responsable" acudir a las manifestaciones. Igualdad se alinea con la precaución: la cartera de Irene Montero se ha remitido a las recomendaciones sanitarias. "Igualdad seguirá las recomendaciones de las autoridades sanitarias y se remite, como no puede ser de otra manera, a la ministra de Sanidad, que es la principal autoridad sanitaria, además de la Delegación del Gobierno y las consejerías de Sanidad de las comunidades", señala el departamento. En el caso de Unidas Podemos, Pablo Echenique (portavoz parlamentario) asegura que la asistencia del partido morado, en caso de que las marchas y concentraciones queden autorizadas, estará garantizada. Fuentes de la Secretaría de Igualdad del PSOE, por su parte, blindan su apoyo a las actividades que "sin perder el carácter reivindicativo" sean "compatibles con la situación sanitaria".

Dice el movimiento feminista, en contraposición, que salir a las calles no es negociable. Saldrán, responden, con todas las medidas de seguridad necesarias. Pero se echarán a las plazas. "Jo no em quedo a casa" –"yo no me quedo en casa"– es de hecho uno de los lemas de las feministas catalanas. "Lo que sería irresponsable es no salir", dice la Comisión 8M de Zaragoza, en Sevilla apuntan que es "fundamental hacer actos presenciales" y en Galicia aseguran que "no hay debate". El movimiento feminista lo tiene claro: renunciar a las calles no es una opción.

En Zaragoza, el 8 de marzo se convocará una concentración en la céntrica Plaza España, posterior a otras acciones simbólicas en barrios. El objetivo, que la gente de los alrededores pueda salir en bloque hacia la concentración. Lo explica Julia Cámara, miembro de la Comisión 8M. "Se descartó la opción de manifestación porque podía ser problemático organizarla bien", reconoce. Sin embargo, "se mantiene la idea de no renunciar a la calle". La organización feminista ha recibido el visto bueno de la delegación este mismo jueves. Confían en que el desarrollo de la concentración no genere problemas de ninguna índole. "Hemos tenido muy buena experiencia organizando manifestaciones este año", señala Cámara. Pone como ejemplo la concentración del 25N, Día por la Eliminación de la Violencia Machista, con marcas en el suelo para que los asistentes guardaran distancia.

Barcelona organizará una "concentración estática" en Passeig de Gràcia que requerirá de inscripción previa. Al mismo tiempo, los barrios de la ciudad acogerán acciones similares a la gran cadena organizada el 22 de noviembre –entonces se decidió adelantar los actos del 25N para que coincidieran en domingo–. Lo cuenta Carme Alemany, miembro de Vaga Feminista. "En noviembre cortamos toda la Gran Vía en forma de cadena y entre cada mujer teníamos una pancarta y un cordel", describe y recalca que las mujeres saldrán "con las condiciones necesarias para que el covid no se extienda". Y que "digan lo que quieran", añade. El objetivo: "Hacer mucho ruido".

A noviembre se remite también Charo Luque, miembro de la Comisión 8M de Sevilla. "Hemos optado por hacer una concentración como la del 25", dice en conversación con este diario. Con todas las medidas de seguridad, se apresura. Para la activista y abogada, es fundamental mantener la tensión en la calle mediante actos presenciales. "Vamos a convocar una concentración de forma unitaria y si hay confinamiento perimetral moveremos la concentración a otras provincias". En el caso de la organización sevillana, la petición fue registrada este lunes, con la previsión de una asistencia de entre 300 y 700 personas. Este jueves ha recibido el visto bueno de la Delegación del Gobierno. Todo ello, pese al precedente madrileño: en la capital se han prohibido las convocatorias que sobrepasen la estimación de 500 asistentes.

Por eso el feminismo madrileño saldrá, pero con medidas muy estudiadas. Y dividido: por un lado, la organización 8M Movimiento feminista de Madrid –integrada por plataformas como Contra el Borrado, Fórum Feminista y Juventudes Feministas– convocará una concentración en la Plaza de Callao; por otro, la Comisión 8M llama a acciones descentralizadas. Ana Sánchez de la Coba, miembro del primer grupo, explica que el 8 de marzo tendrá lugar una concentración con 250 participantes "a lo sumo" y siempre mediante una solicitud previa de cada asistente. "No va a haber manifestación este año, pero vamos a tener presencia en la calle cumpliendo las medidas". La plaza, además, quedará cercada por unas "barreras que ofrece el propio Ayuntamiento de Madrid" y con un "escoltas policiales".

La Comisión 8M dividirá las convocatorias en cuatro: una concentración en la Puerta del Sol, vinculada temáticamente a los cuidados y los servicios públicos; otra en Embajadores, sobre violencia; en Cibeles sobre antirracismo y en la Plaza del Emperador Carlos V, ligada al eje de emergencia planetaria. Cada una tendrá un aforo aún por determinar, pero inferior a 500 personas, y contará con un cordón de seguridad para garantizar las medidas. Julia Riesco, portavoz de la Comisión 8M, detalla que el objetivo es ir "hacia movilizaciones descentralizadas" por diferentes motivos. El primero tiene que ver "con la realidad de la pandemia" y el segundo con "el músculo del movimiento en barrios y pueblos". Por ello, aunque no habrá convocatoria masiva, la comisión trabajará por "descentralizar y teñir las calles de morado siguiendo las medidas de seguridad".

"No hay debate"

Judith Rodríguez pertenece al movimiento Galegas 8M. Al otro lado del teléfono, expresa su opinión respecto a la presencia en las calles con un categórico "no hay debate". Las gallegas están también llamadas a salir. "Vamos a ir sí o sí, no vamos a dar un paso atrás". Este año, dice, saldrán "con más motivo" precisamente porque a las feministas se les está "culpando de una cuarta ola antes del 8M". En Galicia combinarán concentraciones y manifestaciones, pero segregadas, puesto que este año se prescindirá de la tradicional "marcha nacional" convocada en ediciones previas. "No tenemos ningún miedo, vamos a usar nuestro derecho a manifestarnos", dice la activista. Por el momento, las solicitudes que ha presentado la organización han sido autorizadas.

También optan por un formato similar en València. Silvana Cabrera, miembro de la Assemblea Feminista, subraya que las mujeres no pueden "quedarse en el sofá haciendo una charla o una intervención online". "Estamos enfadadas, preocupadas, toda esta situación nos duele", asevera en referencia a las secuelas que ha dejado la pandemia en el último año. "Tenemos que salir a la calle y tenemos una ciudad que tomar", expresa. En ese sentido, las organizadoras han descartado una convocatoria unitaria y han optado por repartirse en "diferentes concentraciones en puntos estratégicos de distintos barrios". Cabrera se muestra especialmente crítica con las limitaciones en Madrid. "Lo que ha pasado equivale a quitar derechos. Tenemos un año de ensayo respecto a cómo vivir en pandemia y sabemos cómo manejarnos", reflexiona. Defender lo contrario equivale a su juicio a "menospreciar la inteligencia de la gente y querer meter miedo".

Sobre las críticas a las marchas, Charo Luque dice no estar preocupada si vienen de los sectores conservadores: "No me preocupa la derecha, me preocupa el Gobierno". Es importante, sostiene, salir a la calle para poner sobre la mesa la situación de las mujeres tras la pandemia y sus estragos. "Somos las más perjudicadas y los únicos que están saliendo a la calle son las voces de quienes quieren limitar nuestros derechos", censura. Y apela directamente a Sanidad: la declaración de la ministra refleja que la "intromisión del Gobierno en el movimiento feminista no tiene límites". Luque es tajante. "Es una vergüenza viniendo de un Gobierno de izquierda. No opinan de las concentraciones en general, opinan de las del 8M". Lo que supone, a su entender, "alinearse con la derecha intentando responsabilizar" a las feministas de los contagios. "No lo vamos a permitir".

Para Julia Cámara "lo irresponsable sería no salir. Es casi un imperativo ahora mismo". Coincide en los motivos. "Llevamos un año en el que estamos viendo las consecuencias de quedarse en casa para muchísimas mujeres y las políticas que se están llevando a cabo son discriminatorias y excluyentes". Por tanto, concluye, las mujeres tienen "el deber de salir a la calle con responsabilidad y cuidándose mutuamente".

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La huelga como excepción

Si el movimiento feminista no renuncia a las calles, el objetivo de la huelga se ha ido diluyendo con los años. Esta vez, la mayoría de las comisiones cree que llamar a la huelga no debe ser el eje central de la jornada. Y los sindicatos acompañan en esta decisión. CCOO y UGT se inclinaron anteriormente por convocar paros parciales, pero este año descartan cualquier formato de huelga en la esfera laboral. También CNT ha desechado la idea de una huelga a nivel confederal, aunque apoyará las acciones que cada comisión decida organizar. Hay, no obstante, algunas excepciones. Es el caso de la CIG (Confederación Intersindical Galega), CUT (Central Unitaria de Traballadores) y STEG (Sindicato de Traballadores do Ensino de Galiza) en Galicia o CUT (Colectivo Unitario de Trabajadores), ISTA (Intersindical de Trabajadores de Aragón) y SOA (Sindicato Obrero Aragonés) en Aragón. La CGT ha convocado en Cataluña y Andalucía. Organizaciones estudiantiles, como el Sindicato de Estudiantes o Erguer Galicia, también llaman a los paros en el plano académico.

Margarida Corral, secretaria de Mulleres en la CIG, detalla que el sindicato registró el 27 de enero la convocatoria de una huelga de mujeres. "Este año, después de comprobar los efectos lesivos de la gestión de las políticas públicas durante la pandemia, entendimos que sin cuidado no hay vida y por eso es más legítimo batallar", señala la sindicalista. Aunque comparte la convicción de que la huelga es una "herramienta de combate a la patronal, al capitalismo y a los gobiernos" y que por tanto "no se puede usar de forma rutinaria", entiende que ese argumento pierde fuerza en un momento de pandemia. "Si en algún momento debíamos debatir la suspensión o el aplazamiento de la huelga, el momento no era este", zanja. 

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