Vacaciones de serie

'Room 104': cita a ciegas en un motel

Fotograma de un capítulo de 'Room 104'.

Sus propios autores han descrito Room 104 como “el Tinder de la televisión”: una cita casual, diferente cada semana, que no exige el compromiso y la dedicación de tramas más complejas. Algo rapidito y, según las expectativas, más o menos satisfactorio. El pasado 29 de julio se estrenaba en HBO el primer capítulo de este nuevo proyecto de los hermanos Mark y Jay Duplass (creadores también de la ya cancelada Togetherness). La primera temporada está compuesta por 12 historias sin relación entre sí, de unos 20 minutos de duración, con actores y directores diferentes en cada ocasión. Su único vínculo es esa habitación 104 de un motel de carretera cualquiera, situado en un lugar indeterminado de Estados Unidos. Cuatro paredes cuya capacidad narrativa está directamente relacionada con la elasticidad creativa de los guionistas. Con esta premisa, Room 104 es más First Dates que Tinder.

La serie de los Duplass –que han pasado por todos los frentes del cine y la televisión, desde la producción hasta la actuación– es heredera de un proyecto muy similar que David Lynch y Monty Montgomery idearon para la misma cadena a principios de los noventa, Hotel Room. A modo de episodio piloto, el creador de Twin Peaks rodó tres capítulos de media hora de duración cada uno, también con un elenco diferente y tramas que ocurrían en distintas épocas. Entonces el invento no cuajó y HBO apartó la idea. Los hermanos Duplass, en cambio, se encontraron con una actitud más receptiva de la cadena, enfocada actualmente en los spin-offs de spin-offsJuego de tronos y en buscar una nueva serie con la que dar el pelotazo, así que ofrecieron una producción que contenía la palabra mágica: resultaba económica. Toda la primera temporada de Room 104 fue grabada en tres días con un equipo mínimo y los guiones de cada episodio salieron de lo que ellos denominan “cementerio Duplass”, un cajón al que van a parar todas las ideas que no salen adelante.

Los primeros capítulos saltan de un género a otro, del terror a la tragicomedia, incluso tontean con el cine mudo y el musical. En Ralphie, una canguro por horas llega a la habitación 104 para hacerse cargo de un niño mientras su padre disfruta de una cita. Su paciencia y experiencia le servirán de poco frente a un chaval que desde el principio muestra una imaginación que roza el desequilibrio mental. Mientras que en el segundo capítulo, Pizza Boy, un joven y aparentemente ingenuo repartidor a domicilio tiene que lidiar con una pareja bastante peculiar. Los guiones buscan exprimir al máximo la habitación de un motel de medio pelo, un lugar sugestivo en sí mismo, donde se abre la puerta a un abanico de posibilidades prohibidas y excitantes.

Un ejercicio para que el autor se luzca

Room 104 es una serie que no exige mucho a su público, pero que requiere toda una demostración de habilidades cinematográficas. Todos los episodios comienzan con una situación normal que acaba embarrada con cualquier giro de guion. La capacidad de sorprender al espectador supone el gran desafío de los Duplass y de la nueva generación de directores salidos, como ellos, del cine independiente, a los que les han cedido el testigo. Además de los temas y géneros cinematográficos de cada capítulo, por delante y detrás de las cámaras desfilan profesionales de diferentes orígenes y género, además de caras más o menos conocidas de la televisión y el cine: Melonie Díaz, Spencer Garrett, Karan Soni, Verónica Falcon, Poorna Jagannathan, James Van Der Beek, Philip Baker Hall... “Nosotros escribimos siete de los episodios, pero contratamos directoras como Marta (Cunningham) y Sarah (Adina Smith) para que pudiésemos tener toda esa energía colaborativa”, explicó Mark Duplass en un encuentro con la prensa organizado por la Asociación de Críticos de Televisión estadounidense, “si hubiéramos dirigido nosotros todos los capítulos, serían iguales. Te cansarías muy deprisa”. “Provocamos cierto nivel de diversidad en la trama que no podríamos haber tenido por nuestra cuenta. Buscábamos tanta variedad como fuera posible porque todo está rodado en la misma habitación”, añadió Jay Duplass, que hace un cameo en uno de los episodios.

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Room 104 se suma, con este planteamiento, a la lista de series de antología que va desde Dimensión desconocida y Alfred Hitchcock presenta a la más reciente Black Mirror, pasando por Historias de la cripta. También entrarían dentro de esta categoría Fargo, American Crime Story o American Horror Story American Horror Storyque, en lugar de dedicar un episodio a un tema diferente, plantean una historia individual por temporada. A diferencia de estas últimas series con tramas a las que dedicar días enteros, la intención de los Duplass con Room 104 es casi la contraria. No se trata de una serie para hacer un maratón, sino para que autor y actores se luzcan mientras que el espectador se airea un rato. Por ello, la propuesta resulta fresca, o arriesgada, dentro de la oferta actual de la parrilla. Lo bueno es que son conscientes de sus propias limitaciones y de las restricciones dramáticas del espacio. Lo malo, lo desigual de las historias y la necesidad de llamar la atención en un mercado saturado en el que los creadores, espectadores y viceversa buscan un idilio intenso, largo y poliamoroso.

 

 

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