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El blog del Foro Milicia y Democracia quiere ser un blog colectivo donde se planteen los temas de seguridad y defensa desde distintas perspectivas y abrirlos así a la participación y debate de los lectores. Está coordinado por Miguel López.

Novedades y continuidades del Concepto Estratégico Madrid 2022

Enrique Vega Fernández

El nuevo Concepto Estratégico de la OTAN Madrid 2022 quizás no sea tan nuevo como parece que nos quieren hacer creer como consecuencia de la ineludible necesidad de protegerse de las ambiciones expansionistas y de la conducta agresiva de la Federación Rusa, al parecer maniatada por un déspota todopoderoso, Vladímir Putin.

En primer lugar, el Concepto mantiene sin variación las “misiones”, o razones de ser, que la Alianza se ha ido autoasignando a lo largo de sus setenta y tres años de existencia. Desde la original y fundacional de la “disuasión y la defensa colectiva” frente a un “ataque armado” a cualquiera de sus miembros de 1949; siguiendo por las “gestión de crisis” y “prevención de conflictos” con medios militares y la “seguridad cooperativa” que añadió en 1991, verdadero momento de cambio sustancial del tipo de Alianza que se pretendía; y finalizando por la de contraterrorismo, en su modalidad de Guerra contra el Terrorismo, que empezó a ejercer desde 2001, enmascarándola como una modalidad más de la “gestión de crisis”.

No, no es este Concepto Estratégico de Madrid 2022 el que está introduciendo auténticas novedades en la concepción que la Alianza quiere tener de sí misma y (de)mostrar al resto del mundo. Fue el de Roma 1991, que al añadir las nuevas “misiones” de “gestión de crisis” y “prevención de conflictos” con medios militares y la “seguridad cooperativa” desbordó su autoproclamada zona de acción de 1949, Europa, América del Norte (pero sólo su parte anglosajona) y las aguas del Atlántico al norte del trópico de Cáncer, ampliándola a todo el orbe, en consonancia con las necesidades y exigencias del neoliberalismo global hegemonizado por Estados Unidos, que, por esas fechas, empezaba a implantarse y consolidarse por todas partes, al tiempo que desaparecía su hasta entonces antagonista, la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia.       

Lo que el actual Concepto hace es simplemente combinar las exigencias de sus dos predecesores de 1949 y de 1991: el imperativo de seguir expandiendo la capacidad de control de las democracias liberales capitalistas de 1991 –lo que en otros momentos he catalogado como Complejo Fukuyama– aplicándolo ahora al viejo espacio geográfico de la Guerra Fría (1949) frente a un antagonista de entonces que ya no es lo que era. La propia letra del Concepto nos lo indica: “Las amenazas del ambiente estratégico actual son globales e interconectadas” y desafían “nuestros intereses y valores”.

Quizás habría que preguntarse ¿quién las ha hecho globales e interconectadas? ¿Quién ha intentado imponer sus intereses y valores a todo el orbe (aproximación panóptica de 360º que nos cita el propio Concepto) durante estos treinta últimos años?  

¿Hay una guerra de Ucrania además de la guerra en Ucrania, donde se juega una supremacía mundial que trasciende en mucho la resolución del problema étnico-histórico del pueblo ucraniano?

Tampoco es nueva su insistencia en mayores gastos en defensa, aunque ahora se cuantifican con mayor precisión: “El 2% del PIB no es el techo sino el suelo”. (Stoltenberg, secretario general de la OTAN, a los periodistas durante la cumbre). Como tampoco lo es la necesidad de interoperabilidad de las fuerzas armadas de los distintos miembros de la Alianza, un esfuerzo que “debe continuar incrementándose” junto a su preparación, capacidad de respuesta, desplegabilidad e integración.

Incremento presupuestario en defensa e interoperabilidad, dos parámetros que se complementan en beneficio del primus inter pares de la Alianza, Estados Unidos, cuyo presupuesto de defensa supera con creces el de cualquiera de sus aliados, que unido a su significativa superioridad en el área de la industria de defensa hace que para ser “interoperable” con Estados Unidos sea necesario adquirir sus cada vez más sofisticados adelantos.

Otro apartado importante del nuevo Concepto 2022, aunque tampoco nuevo pues se lleva hablando de él desde hace décadas, es el de la “guerra híbrida”, un concepto bastante indeterminado dado el variadísimo abanico de tipos de acciones que puede abarcar, supuestamente no violentas y más bien indirectas, pero que el Concepto considera que pueden alcanzar el nivel de ataque armado, que podría activar el “artículo 5 del Tratado”, forzando a la Alianza a “usar cuantas herramientas militares y no militares considere necesario para responder a ellas”. Citando expresamente el uso coercitivo de acciones “políticas, económicas, energéticas y de desinformación”, entre otras.

¿Podemos entonces interpretar que la OTAN ya le ha declarado a Rusia la guerra híbrida con su importante y progresivamente incrementado paquete de sanciones económicas, financieras y energéticas y con su extendida campaña de desinformación sobre lo que está ocurriendo en el campo de batalla ucraniano y correspondiente prohibición de que las versiones rusas lleguen con normalidad al público occidental? ¿Le daría ello derecho a Rusia a “activar” su equivalente del artículo 5 del Tratado? ¿Está o no está la OTAN en guerra con Rusia?

¿Hay una guerra de Ucrania además de la guerra en Ucrania, donde se juega una supremacía mundial que trasciende en mucho la resolución del problema étnico-histórico del pueblo ucraniano y de la cuestión de la inviolabilidad de las fronteras y del derecho a la soberanía nacional y a la autodeterminación? ¿Es o no es guerra híbrida el sistema sancionador de los países de la Alianza en Cuba, en Irán, en Corea del Norte, ahora en Rusia? ¿Son las sanciones económicas y financieras un arma de guerra o es la guerra (la de muertos y destrucción, como la actual en Ucrania), un arma más de las sanciones económicas y financieras?  

Asimismo, tampoco es nueva la preocupación por la carrera de armamentos, especialmente la del armamento nuclear y la de los ingenios espaciales, que si bien hasta ahora se circunscribían a la competencia rusa, incluyen ahora la china, dentro de ese nuevo (éste sí) concepto de “competidores estratégicos”, que supone la gran novedad del Concepto Estratégico de Madrid 2022. 

Porque, efectivamente, este concepto de “competidores estratégicos” sí es la gran novedad en el lenguaje de los conceptos estratégicos de la Alianza posteriores a 1991, cuando, en Roma, la Alianza, para poder seguir existiendo, opacó su perfil guerrero del artículo 5 y la defensa colectiva con el perfil humanitario, estabilizador y reconstructor de la gestión de crisis y la prevención de conflictos en nombre de los derechos humanos y de la responsabilidad de proteger.

En el nuevo Concepto Estratégico Madrid 2022, el término “competidor estratégico” no es un concepto indeterminado o generalista, es la identificación de los que considera sus dos “adversarios”, sus dos “enemigos”: Rusia y China. La primera, como “la más significativa y directa amenaza para la OTAN”; la segunda como “quien quiere socavar el orden internacional basado en normas” (¿en las normas de quién?) “actuando en connivencia con Rusia”.

¿Por qué es amenaza que Rusia pretenda asegurar sus limes y no que la OTAN esté pretendiendo rodearla y cercarla? ¿Por qué se socava el orden internacional (¿el orden internacional de quién?) cuando China reacciona a un cerco similar en un espacio geográfico que se llama, curiosamente, Mar de la China o desarrolla sus capacidades económicas urbi et orbe? ¿Por qué la presencia naval rusa en sus mares cercanos, el Ártico, el Negro o el propio Mediterráneo o la china en el Pacífico o en el Índico son “desafíos” y no lo es la presencia naval estadounidense, bastante más ajena a dichos mares que la rusa o la china? Porque la OTAN ha querido volver, con este Concepto Estratégico Madrid 2022, a la primogenitura del artículo 5, cuando su hegemonía a través de la “gestión de crisis” y la “prevención de conflictos” está empezando a mostrar sus fracasos y su debilidad (Afganistán, Sahel, Irak, Siria, etc.). Quizás, lo que no se está pudiendo conseguir en nombre del humanitarismo y los derechos humanos, se pueda llegar a conseguir con la amenaza de la guerra, la de verdad, la de muertos y destrucción, no solamente la indirecta o híbrida.   

De modo que sí, hay también alguna novedad: la identificación concreta de enemigos (competidores estratégicos), que puede hacer a la OTAN más agresiva y peligrosa. Más que algo ex novo inducido por unos riesgos y amenazas surgidos de forma inesperada, el nuevo Concepto Estratégico Madrid 2022 parece la plasmación por escrito, la justificación doctrinal a posteriori, de las políticas llevadas a cabo por la Alianza y su cabeza rectora, Estados Unidos, durante los últimos treinta años, para satisfacer sus intereses, para modular el mundo a su imagen y semejanza.

Algo así como lo que intuía Michael Foucault cuando nos alertaba de que, en el fondo, “la ley (el orden internacional basado en normas) no es sino la codificación de los intereses de los poderosos”.

Todo lo que nos programa el Concepto Estratégico Madrid 2022 es, sin duda, útil para la OTAN y para Estados Unidos, pero ¿es nuevo? ¿Va a contribuir a un mundo menos agresivo? ¿Va a ser el fin de la Política Europea de Seguridad y Defensa?

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Enrique Vega Fernández es coronel de Infantería (retirado). Foro Milicia y Democracia.

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14 de julio de 2022 - 21:24 h
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