Caníbales
40 votantes equivocados
El sábado parecíamos niños, pero no: éramos más de cuarenta adultos mayorzotes escondidos detrás de unas arizónicas: esperábamos que el coche de Z. saliera de su garaje de camino a un recado engañoso para esprintar -cargando comida, bebida, regalos, hielo, altavoces…- meternos en su casa y, en quince minutos, montarlo todo, escondernos, callarnos.
(Lo más difícil fue callarse, claro).
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A mí no me gustan las fiestas sorpresa. Ni las bodas. Ni la Nochevieja. Ni todas esas fechas que te obligan a mentalizarte y planificar la diversión. Lo que pasa es que no me gustan por prejuicio y luego me divierto porque, cerca de gente a la que quiero, los prejuicios se me disuelven con la misma facilidad que el chocolate.
Chocolate bueno, y hasta sin gluten para el cuarenta cumpleaños de una mujer extraordinaria, de una rubia maravillosa, de mi alma favorita. Y ella no sospechaba nada, pero en su pequeño jardín se apretujaba su tribu.
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Nosotros conseguimos callarnos y ella consiguió no llorar demasiado.
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“¿Por qué son tan importantes los amigos en tus novelas?”, me preguntaron el lunes en una entrevista. “Porque”, dije muy intensa y muy sincera, “a partir de los cuarenta uno vale tanto como su tribu, como la gente que le quiere”.
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M. y yo somos tímidos. Dejamos pasar la primera ola de besos y buscamos un rincón umbrío donde contrastar nuestras particulares encuestas cualitativas.
Nos daban resultados similares:
- El voto del PP no se mueve del barco, esté o no Chanquete de capitán.
- El voto de IU cabreado con el PSOE no quiere a Pablo, pero no sabemos cuantificarlo.
- El voto a Podemos por postureo anda medio arrepentido. Igual no vota, igual vota a Albert. No parece volver al PSOE.
- El voto a Podemos por conciencia, indignación o hartazgo del sistema, mantiene voto.
- El voto a Albert se siente reforzado por su líder, es el único que se siente así.
- El voto al PSOE, ay…
Y con ese “ay” intentamos zanjar el tema.
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De cuarenta personas somos los únicos hablando de política.
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- Después de estos seis meses de gobierno en funciones, todos los ministros parecen aguados, desteñidos, endebles, borrosos…
- ¡Para, para…! Administra un poco los adjetivos…
- Vale, pero mira el presidente: nunca fue de trazo claro, con o sin plasma, pero se debe sentir más fuerte. Fíjate que habló con los periodistas y todo.
- Sí... Para meterles prisa porque empezaba el fútbol.
- Ay…
- No digas eso, que pareces votante del PSOE.
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En esa misma entrevista me interrogaron también por la política (era una gran entrevistadora, empeñada en no dejarme indemne). Me preguntó si creía que en diciembre habíamos votado como adolescentes irresponsables.
- No, para nada. Votamos pensándolo mucho, les confirmamos que las cosas habían cambiado, les exigimos que nos escucharan, les marcamos unos cuantos matices nuevos y les pedimos que se entendieran, que sacaran lo mejor de la suma…
- (…)
- Los adolescentes en plena fase de negación son estos candidatos que repiten como si nada, pidiéndonos que corrijamos el voto porque el del 20D se les ha hecho bola.
- (…)
- Claro: cuentan con la desilusión y el cansancio; cuentan con que la abstención les devuelva un resultado convencional y digerible. Ojalá votemos todos...
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M. y yo salimos de la sombra suspirando, ay. La música era buenísima y, en un ambiente de felicidad absoluta, la tribu de la homenajeada bailaba esta gran versión de Prince.
- ¿Sabes lo que me gustaría?
- Cualquier tontuna.
- Hacer un recopilatorio de votos nulos. En junio van a ser apoteósicos: inteligentes, irreverentes, indignados, reivindicativos…
De fracturas y luces
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- Mejor que no sean nulos.
- Lo sé, pero ahora que hasta se hace arte con los mensajes de Tinder, podríamos exponer los votos nulos. Conozco a varios que han votado a Simeone y lo explicaban en la papeleta...
- Anda, tira, baila, calla…