¿Dónde está el foco?

Estamos un poco ya hasta arriba de opiniones sobre la decisión de Ana Obregón y toda la polémica que ha levantado. Llevamos 3 días en un debate nacional, público y privado sobre este asunto. Porque no sé en su casa, pero en la mía la noche del miércoles estuvimos debatiendo largo sobre esto y había dos posiciones muy claras: los que decían que esto no tenía más recorrido que la portada del Hola, que en España estaba más que legislado y que esto no era noticia para abrir informativos; y otro bando (ahí estaba yo) que defendía que era el tema sobre el que estaba hablando todo el mundo, que necesitaba contarse y explicarse para que la gente entendiera qué significa eso de alquilar un vientre de una mujer, cómo está legislado en España y qué decía cada partido sobre este asunto, ahora que todos vamos a tener que decidir el voto leyéndonos el programa electoral de cada formación política (espere que me ahogo en la carcajada…¡ay señor!). Porque si algo hemos visto estos días es que ni ellos mismos saben lo que llevan en su programa electoral: a algún político la pregunta en los pasillos del Congreso sobre este asunto le pillaba a contrapié, no tenía opinión, decía, cuando en su programa electoral sí que había un punto —escueto, cierto— pero lo había, sobre qué postura tenían.

Creo que el asunto es tan complejo que me siento incapaz de juzgar a nadie, ni a Ana Obregón ni a tantos otros y otras que han hecho lo mismo que ella, y que han ocupado también portadas de periódicos y revistas y que no han sido ni criticados ni cuestionados. El caso de Obregón va mucho más allá del negocio y lo ético que puede resultar pagar por ser madre. Su edad, su situación personal, su duelo, su post en redes hablando por primera vez explican mucho de su decisión, cubrir una soledad, superar una pérdida… Podemos ponerle muchos adjetivos a todo esto, podemos hablar de egoísmo, de una decisión poco meditada, de una huida hacia delante, algunos incluso hablan de capricho… Pero en todo esto, lo importante, lo que de verdad debería centrar el debate, es esa pequeña. Una niña que llega ya con un futuro muy determinado, muy condicionado. Una niña que —lo sabemos todos— será huérfana muy joven. Tendrá todos los recursos a su alcance, una familia cercana, primos, tíos, seguro, pero que crecerá en una situación muy concreta, desde luego, con el foco puesto en sus primeros meses de vida y, mucho me temo, también en su edad adulta.

Lo importante, lo que de verdad debería centrar el debate, es esa pequeña. Una niña que llega ya con un futuro muy determinado, muy condicionado

Lo haya querido o no, Ana Obregón ha reabierto un debate que es necesario abordar. Por mucho que tengamos una legislación muy clara en este asunto. En nuestro país es ilegal traficar con personas, pagar por tener un ser humano, sea de la forma que sea. Y eso ha provocado que muchas familias, no todas ricas, ojo, que aquí nos estamos equivocando, hayan buscado solución a su deseo de ser padres o madres fuera. A través de agencias que se lucran de esa desesperación, de los que quieren ser padres y de los que se ofrecen a serlo por ellos a cambio de un cheque, la mayoría mujeres en una situación económica precaria. Estos días esas parejas defendían su decisión y pedían respeto. Sienten que opinamos sin tener todas las claves. Puede ser. No me he visto en su situación. Pero hay algo que lo cambia todo, hay un detalle que lo pervierte todo: el dinero.

Hay partidos que quieren ahora revisar la legislación y permitir los vientres de alquiler cuando no haya una contraprestación económica, que sea altruista. Reino Unido lo contempla así y hay que decir que es mínimo el número de mujeres que se ofrece a gestar el bebé de otra madre porque sí.

Podemos seguir dándole vueltas a esto mientras continuamos escuchando cada mañana esos anuncios que emiten varias emisoras de radio, con una voz de niña, pidiendo una familia de acogida, “una familia con vistas a un horizonte mejor”. La acogida o la adopción cambian por completo el foco, lo ponen en el menor, buscan su bienestar, que tenga un futuro, una familia en la que crecer. Los vientres de alquiler no.

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