Negarse a sí mismo para salvarse

¿De verdad puedes negarlo todo con lo que se ha sabido? ¿De verdad puedes salir de la cárcel, con un auto del juez diciendo que hay “indicios robustos” de tu culpabilidad? Pues sí, se puede y Cerdán lo volvió a demostrar el miércoles cuando salió con su traje, acompañado de su abogado, sin un gesto de arrepentimiento, ni de haber recapacitado durante los casi 5 meses que ha pasado en prisión. Los reporteros intentaban preguntar pero él traía su mantra aprendido: “Se están hablando muchas mentiras y manipulaciones de los informes de la UCO”. Sin inmutarse, sin sentir ni padecer, ni siquiera el frío gélido que hacía a esas horas en Soto del Real. Santos Cerdán está hecho de hormigón armado, el mismo que ha demostrado durante estos meses, manteniéndose en su escaño hasta el mismo día en el que estalló todo, utilizando su tarjeta de Servinabar hasta el día antes de que detuvieran a Koldo, allá por febrero del año pasado; pactando comisiones como si se tratara de una tarifa plana; y dándose la vida padre, mientras aparentaba lo contrario, una vida monacal como dicen quienes le trataron.

Y ahora parece que eso es lo que quiere seguir haciendo: aparentar que no ha pasado nada, que él no es el mismo hombre que aparece en las fotos con directivos de Acciona, o que no es el mismo hombre que pedía acoplarse en un viaje a Marruecos para conseguir más mordidas o el mismo hombre que le hacía callar a Koldo cuando le hablaba del dinero que tenían que repartirse.

Cerdán no era lo que parecía y ahora quiere hacernos creer que tampoco es el hombre que aparece reflejado en el informe de la UCO. Suena a la misma estrategia que ha practicado su ex compañera de partido, Leire Díez. Esta semana le decía al juez que “no se reconocía en esos audios” en los que se le escuchaba presentándose ante el fiscal Stampa como la mano derecha de… Cerdán. Yo no soy esa, negarse a sí mismo para intentar salvarse.

Cerdán no era lo que parecía y ahora quiere hacernos creer que tampoco es el hombre que aparece reflejado en el informe de la UCO

En fin. La justicia será la que podrá desenmascarar a quienes se empeñan en intentar convencernos de que ellos no son lo que contamos, ni lo que vemos, ni lo que la UCO consigue, de forma minuciosa, ir descubriendo. Pero no sé si ese cuajo, esa frialdad absoluta para negarlo todo, es buena estrategia… a largo plazo. A corto, está claro que entienden que sí.

El panorama, mires donde mires, es desolador. Hay corrupción sistemática, quienes llegan a puestos de poder se creen impunes y esa impunidad, alargada en el tiempo, les hace ser osados y soberbios. Soberbios porque son incapaces de ver que, en política, no se está para enriquecerse. Osados porque, a pesar de ser descubiertos, insisten en creer o hacernos creer que eso que hacían no era malo, era lo “normal”.

Luego dirán que si hay desafección de la gente a la política, pero ¿qué quieren? ¿Qué quieren que piense o vote la gente cuando ven que aquí no pasa nada, que la estrategia es patada hacia delante y a otra cosa mariposa?

¿De verdad puedes negarlo todo con lo que se ha sabido? ¿De verdad puedes salir de la cárcel, con un auto del juez diciendo que hay “indicios robustos” de tu culpabilidad? Pues sí, se puede y Cerdán lo volvió a demostrar el miércoles cuando salió con su traje, acompañado de su abogado, sin un gesto de arrepentimiento, ni de haber recapacitado durante los casi 5 meses que ha pasado en prisión. Los reporteros intentaban preguntar pero él traía su mantra aprendido: “Se están hablando muchas mentiras y manipulaciones de los informes de la UCO”. Sin inmutarse, sin sentir ni padecer, ni siquiera el frío gélido que hacía a esas horas en Soto del Real. Santos Cerdán está hecho de hormigón armado, el mismo que ha demostrado durante estos meses, manteniéndose en su escaño hasta el mismo día en el que estalló todo, utilizando su tarjeta de Servinabar hasta el día antes de que detuvieran a Koldo, allá por febrero del año pasado; pactando comisiones como si se tratara de una tarifa plana; y dándose la vida padre, mientras aparentaba lo contrario, una vida monacal como dicen quienes le trataron.

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