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Polvo de estrellas

No sé si a usted le pasa, pero a mí, todo lo que sea explicar cómo hemos llegado hasta aquí me apasiona. Sólo la ciencia puede ayudarnos a ir poniendo luz a tantos y tantos interrogantes que todavía tenemos sin responder.  

El último rayo de luz sobre nuestra existencia nos lo ha traído un grupo de científicos japoneses. Bueno, más bien un asteroide. Analizaron el material que había sobre su superficie y lograron aislar una molécula, muy concreta, pero que daba respuesta a muchas incógnitas, o quizás habría otras miles más. Ese asteroide llevaba la molécula de uracilo, la que origina la vida, sin la que es imposible que surja. Cómo llegó hasta allí esa molécula, por qué ese asteroide tenía ARN es todo un misterio. Y es la pregunta que no han sabido responder… de momento. 

Pero empecemos por el principio. El asteroide. Es un viejo conocido del sistema solar. Lleva ahí dando vueltas la friolera de 4.500 millones de años. ¡Casi nada! Los científicos lograron aislar restos de ese asteroide en el laboratorio y es ahí donde saltó la sorpresa: moléculas que dan vida en un elemento externo a la Tierra.  

Para algunos esto explicaría que la vida, nuestra vida, vino del espacio. Para otros, la explicación es que esas moléculas pueden estar en muchos sitios, en muchas partes y no necesariamente tuvieron que llegar desde fuera. Puede que en la Tierra existieran también y originaran la forma de vida que conocemos nosotros. Que sea tan común que no es extraño localizarla en un meteorito. Estaría por todas partes, al menos en una fase inicial. 

Los científicos lograron aislar restos de ese asteroide en el laboratorio y es ahí donde saltó la sorpresa: moléculas que dan vida en un elemento externo a la Tierra

El hallazgo es apasionante. Y no sé si arroja más luz o más dudas sobre cómo hemos llegado hasta aquí y, la gran pregunta, si hay más vida ahí fuera. Si no estamos realmente solos. 

En plena semana en la que hemos tenido que vivir un episodio cuanto menos surrealista de cómo está la vida política por aquí abajo, alguien en la redacción decía que esto era pura fantasía. Que los científicos nos dijeran que, efectivamente, somos polvo de estrellas, explicaría muchas cosas y nos haría un poquito más interesantes de lo que hemos parecido esta semana viendo el debate en el Congreso.  

El polvo de estrellas que se posó aquí, traído por un asteroide, un cometa o lo que fuera, fue el principio de todo. Un polvo, una molécula que miles de años después terminó mutando y, por influencia de elementos externos, nos acabó convirtiendo en lo que somos ahora, formas de vida ¿inteligentes? 

Espero que la respuesta a esta última pregunta sea que sí, que lo somos, que somos inteligentes. Aunque nos cueste a veces verlo. Y creerlo. Pero sí que estoy convencida de que somos lo suficientemente avispados como para saber cuándo nos toman el pelo y cuándo nos quieren contar un cuento caído desde el cielo con estrellas fugaces.   

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