¡Sonríe!, ahora te veo

Nunca se han visto las caras en clase. Empezaron la universidad con las mascarillas y así han seguido… hasta después de Semana Santa. Cuando regresen de vacaciones, volverán a descubrirse, volverán a verse, a mirarse más allá de los ojos. A entender expresiones de ese profesor que parecía irónico pero que no lo acababas de pillar porque te faltaba una parte importante de su expresividad, su boca, su gesto, su mueca…Volverán a redescubrirse, a saber que ese chico tan tímido que nunca ha ido a ninguna de las quedadas que convocábais después de clase realmente no era tan reservado, sonreía siempre debajo de la mascarilla. Será como empezar de nuevo, primer día de clase, excepto que están en segundo y casi acabando.

Como a ellos, para el resto el fin de las mascarillas será todo un acontecimiento. Niños pequeños que sólo han visto a sus profes de guardería con esa cosa sobre la boca. Que han aprendido que los adultos, todos, se dirigen hacia ellos así, diciendo muchas cosas, pero sin apreciar los matices de esas frases porque les faltaba la mitad de la cara.

Habrá también que dejar tiempo y espacio a quienes prefieran seguir llevándola, porque se sienten más seguros, porque todavía no están preparados para normalizar así la enfermedad, porque todavía sienten que esto no ha pasado y que hay que esperar

Para algunos será lo más parecido a una fiesta: volver a verse sin nada. Para otros, será un momento de pánico: esa mascarilla les servía de parapeto, el mejor aliado para esconderse, para no mostrarse tal y como son, para pasar desapercibidos, sin necesidad de pronunciarse demasiado. Sí, los psicólogos alertan de que cada vez son más frecuentes las consultas de adolescentes completamente bloqueados ante este momento. Sienten que enseñar su cara a sus compañeros es una especie de desnudez para la que no están preparados.

La pandemia lo cambió todo y, ahora, dejarla atrás también cambiará hábitos que teníamos ya casi, casi normalizados. Los adultos sabíamos, confiábamos, en que antes o después esto terminaría, pero para los más pequeños, esto es lo único que han conocido y no contaban ni esperaban que cambiara. Para otros, es a esto a lo que se han acostumbrado y no quieren, les cuesta, volver a lo que tenían antes de la pandemia. Así que habrá que hacer un esfuerzo por respetar los tiempos de cada uno. Por no juzgar a quien se quite la mascarilla a las 00:01 minutos del 20 de abril, cuando entre en vigor la medida. Y habrá también que dejar tiempo y espacio a quienes prefieran seguir llevándola, porque se sienten más seguros, porque todavía no están preparados para normalizar así la enfermedad, porque todavía sienten que esto no ha pasado y que hay que esperar. Cada uno a su ritmo. Pero al menos celebremos que esta batalla, la del covid, parece que por fin la hemos vencido. ¡Qué ganas tenía de decir esto por fin! 

Esa normalidad de la que hablamos tanto y que perdimos de un día para otro en marzo de 2020 parece que por fin vuelve. Con sus rasguños todavía visibles por dos años mermada, pero vuelve. Y en la calle hay ganas de dejar atrás esta etapa. Sonriamos, que ahora sí, se nos ve esa sonrisa que llevamos ocultando durante tanto tiempo.

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