Aquí me cierro otra puerta

Pedro Sánchez y los límites del humor

Quique Peinado nueva.

Hace años existía algo que se llamaba "la canción del verano". Era una canción como todas las de ahora, pero que antes solo se hacían en verano. En el momento en que todas las canciones ya son de verano, un fenómeno relativamente reciente, la frontera de cuándo debe cambiar nuestro humor queda muy diluida, pero es una disfunción que posiblemente seamos capaces de adaptar. Podemos intuir que llega el momento de ser felices sin que Georgie Dann asome el pelo. Pelazo.

Lo que parece más difícil de solucionar es lo de llevar al planeta a un verano cada vez más extremo. La ciudad en la que vivo nos regaló el fin de semana más caluroso que recuerdo siete meses después de la nevada más aterradora que nunca viví. Las causas son múltiples y objetivas, pero hemos decidido dotarnos de un país y un presidente del gobierno que, en el momento en el que pudo abrir un sano y necesario debate sobre la forma en la que producimos la carne que comemos o el volumen en el que lo hacemos, decidió hacer un chiste y darle carpetazo. Sin que Georgie Dann haya dado señales de vida, nuestro presidente vino a decir que a él cómo le gusta la barbequiú. Bueno, si hablamos de una de las causas del deterioro del planeta y del cambio climático, no sé yo si conviene hacer bromas. Porque tratamos con un fenómeno que se cobra ya vidas humanas, ecosistemas y obliga a migrar a miles de personas.

En España, en medio de la pandemia, fallecieron personas por la fiebre del Nilo. En Europa murieron por la fiebre del Nilo personas que ni se habían acercado al Nilo. Según explicó Margarita del Val en Buenismo Bien, esa fiebre la contagian unos mosquitos que antes se morían al subir a Europa porque las temperaturas no eran tan altas, pero como ya no lo son por el cambio climático, pues pueden llegar aquí y matar a gente. A ciudadanos españoles, por ejemplo. Ya ha ocurrido.

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Entiendo lo fácil que es hacer un chiste de este tema. Soy cómico, joder. Quién se resiste. Chistes de carne poco hecha, encima, que esos en la Chocita del Loro te los compran rápido. Pero a lo mejor hemos encontrado los límites del humor: son un presidente del gobierno progresista riéndose de un debate que es necesario y que nos toca a todos. A mí, que como mucha carne y no siempre la mejor. Y a los dirigentes del mundo, que quizá deberían pensar en dejar un planeta mínimamente decente a nuestros hijos y evitar el tremendo sufrimiento que ya provoca el cambio climático. Una cosa que, llámales locos, preocupa a los jóvenes. Esos que la izquierda dice querer conquistar.

Pero bueno, no hagamos drama. Un chuletoncito al punto es imbatible. Alegría, que es verano. Qué ricos los chorizos parrilleros.

Ay, pues no. Mira que han pasado días y sigo sin verle la jodida gracia. Es que no la tiene. Ojalá el presidente rectificara.

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