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Brisilla atlántica

¿Qué es ese cálido aroma que emana de la capital del reino? Oh, qué delicioso perfume a petróleo y pañales. ¡Es la fragancia de la democracia liberal! ¡Los efluvios del lado correcto de la Historia!

Madrid está de enhorabuena, y con ella todas las Españas que hay dentro de España. Los líderes del mundo libre han venido a tocarle las palmas al tío Sam. El sismógrafo está inquieto: un traqueteo a cuenta de las genuflexiones ante la delegación norteamericana se ha registrado en la estación geológica de Albacete. Incluso el rey nuestro señor ha dejado las dependencias de palacio (junto con el sumiller de corps y el caballerizo mayor) para recibir a POTUS el dicharachero al pie del avión. Luego, con la ayuda de un andador y acompañado por dos ujieres que le iban inyectando esteroides, Joe Biden ha recorrido los cincuenta metros que lo separaban de «la bestia», su limusina de mil kilos resistente a ataques biológicos y nucleares. Tiene gracia que el servicio secreto piense que lo que va a acabar con su mandamás es el gas mostaza y no un constipado.

Por su parte, nuestro presidente se ha tomado unos días de descanso y ha anunciado que no maquillará el asesinato de civiles por parte del régimen (hermano) de Marruecos hasta el lunes. Semejante declaración ha llenado de satisfacción a sus socios de gobierno, que dan la situación por resuelta.

Se lo han pasado pipa, oigan, y el Gobierno ha remitido a la prensa un dosier con seiscientas páginas de elogios a su gestión. Al final, cogido con un clip, han incluido la octavilla con el «concepto estratégico» de la OTAN para el nuevo orden mundial

Para gozo y algazara de los atlantistas reunidos, se ha sitiado la ciudad de Madrid –de modo que la agenda recreativa de una veintena de personas ha entorpecido la vida de millones de ciudadanos–. «Es lo mínimo que podíamos hacer», ha declarado el ministro del Interior. Con notable esfuerzo, el Comando de Protocolo del Estado ha trazado un plan complejísimo para convertir el país en un parque temático. Por un procedimiento de urgencia, se ha reclutado un pelotón de alabarderos y se ha vestido a un montón de señores de antiguos para amenizar la recepción en el palacio de Oriente. ¡Precioso! Pero no todo es juntarse para gastar dinero en armamento. La admirable burocracia patria ha tenido que entretener a los cónyuges y nietas de los jefazos mancomunados, para lo que se ha diseñado una emocionantísima yincana: ahora el Guernica, después unas emocionantes oficinas en Pozuelo; un cantaor en el teatro de la ópera (¡España!, ¡flamenco!), judiones en la Granja y noche en el museo. En declaraciones a los reporteros, el premier inglés ha insinuado que todos los cuadros del Prado estarían mejor en el Museo Británico.

Se lo han pasado pipa, oigan, y el gobierno ha remitido a la prensa un dosier con seiscientas páginas de elogios a su propia gestión. Al final, cogido con un clip, han incluido la octavilla con el «concepto estratégico» de la OTAN para el nuevo orden mundial. Esta columna, fiel al espíritu informativo que la caracteriza, le sintetiza los aspectos esenciales a continuación:

Primero.- Cada ciudadano guardará en su alacena una ojiva nuclear y media docena de bombas de racimo, por si nos atacan nuestros enemigos: los rusos y los chinos.

Segundo.- Se acuerda la financiación de una tetralogía pedagógica de películas de James Bond.

Tercero.- Los miembros agradecen el compromiso turco con el bien, la verdad y la belleza y no se opondrá a ningún exterminio étnico en favor de la paz.

Cuarto.- Se aprueba una resolución por la que nosotros somos los buenos.

Quinto.- De entre nosotros, los mejores son los americanos.

Sexto.- Se ratifica el plan estratégico para resucitar a Joseph McCarthy, y se trasplantará el cerebro de Kissinger al primer cuerpo joven disponible.

Séptimo.- Para remediar el cambio climático, se inicia una nueva Guerra Fría.

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