Pesadilla antes de Navidad

Dice Tezanos que el pe so e le sigue sacando nueve puntos al pe pé. Ábalos y Koldo enchironados, machunos encubiertos a gogó y El Perro, imbatible, como un chuletón al punto. Imagino que los demóscopos (¡gloria!, ¡aleluya!) practican razonamientos sutiles, inaccesibles a las almas sencillas, pero me gustaría saber para qué sirve —más allá de las palmaditas en la espalda— la monserga continua del «tranquilos, que vamos ganando».

Los sociólogos, qué gente: con la de rincones que tiene el alma humana, mira que obcecarse con la papeleta electoral. Con todo, el pe so e pesoea y, al ritmo al que van las cosas, malo será que lleguen las navidades sin que algo huela a felipismo en Dinamarca.

«Semana horribilis», leía en los periódicos. Leire Díaz, la célebre militante barra reportera de investigación, al trullo; el expresidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, al talego y cuatro o cinco señorones aficionados a abrirse la bragueta en la cara de las empleadas del partido, cogiendo las de Villadiego. «El feminismo a todos nos da lecciones», declaró la otra mañana el presidente en sede parlamentaria. Otra cosa es que nos las queramos aplicar. Puede que, como se repitió en los albores de todo este lodazal, «la corrupción cero sea imposible» (qué le gusta a un político una sintaxis ortopédica), pero, socialistas, yo os pregunto: ¿la corrupción diez mil tampoco la podéis evitar?

Los socios ensayan su calculada indignación. Yolanda Díaz acaba de pedir una «reformulación» del Gobierno. «De ma-ne-ra ra-di-cal», ha asegurado separando las sílabas, para que veamos que va en serio. «Se acabó ya: esto de resignarse, de no hacer nada, de permanecer, no». ¿De retirarse de la coalición? Tampoco. Mientras corrijo esta columna, salta la noticia: Moncloa le dice a la vicepresidenta que tururú. Se vienen semanas de apretar mucho los puñitos: los gestos, ese placebo de la política.

Con todo, el 'pe so e' pesoea y, al ritmo al que van las cosas, malo será que lleguen las navidades sin que algo huela a felipismo en Dinamarca

En el capítulo de la esperanza, parece que vuelve a encararse el problema de la vivienda: Junts ha conseguido que el Consejo de Ministros apruebe una partida para compensar los posibles impagos de las familias vulnerables. Las prioridades claras, no sea que algún rentista se nos sobresalte y se joda la paz social. ¿Oyen esa voz que trae el viento? «Pero también un bien de mercado…». Qué escalofríos.

En el panorama internacional, días chispeantes. Los yanquis han asaltado un carguero venezolano con la famosa impunidad que les da ser la policía del mundo (creo que se ha estrenado una película sobre los Juicios de Núremberg, a ver si saco un rato para que los señores que lanzaron la bomba atómica sobre Hiroshima me den lecciones sobre derechos humanos). En la tribuna del Nobel, María Corina Machado agradece al Agente Naranja sus prudentes maniobras contra el derecho internacional y reza para que pronto su país natal (por el que tanto se desvela) sea invadido por una potencia extranjera. Un ujier del premio escandinavo, en la arenga de bienvenida, ha pedido al presidente Maduro (que anda pinchando musicote en sus streamings desde Caracas) que se entregue a las bondades de la democracia. Una carcajada interrumpió la transmisión. No lo van a creer: era el fantasma de Henry Kissinger.

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