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Errores de concepto

Gran carajal posnavideño. El Congreso convoca pleno en el Senado: la primera en la frente. Acudan sus señorías a ratificar cositas. Una ardilla podría atravesar el sanchismo (monstruo terrible) saltando de convalidación en convalidación: cuidado con el Real Decreto, que engancha más que la heroína.

La sesión amenazaba tormenta: en la mayoría de investidura, quien no llora no mama. Compareció Miriam Nogueras, progresista de toda la vida, para quejarse de que la sacrosanta tierra de Jaume el Conqueridor se estaba llenando de sarracenos. «No som racistes, som ordenats», se oye corear entre las filas de Junts. El molt honorable Torra prepara la edición coleccionista de sus articulillos xenófobos para Sant Jordi. Éxito asegurado de crítica y público.

Los diplomáticos monclovitas no dan abasto. Te acuestas con la burguesía supremacista y raro será si no despiertas meado. Apoyos de último minuto, negociadores al borde de un ataque de nervios. Esta temporada parlamentaria la retransmite Tiempo de Juego. Obcecados en el agasajo nacionalista (mandar merengues a Waterloo da mucha fanea), los extenuados palafraneros del Ejecutivo se olvidaron del Frente Judaico Popular, que tuvo que reivindicarse echando una meadita. La cosa va de la cotización de los parados mayores de cincuenta años: que si baja el porcentaje pero cobran más porque ha subido el ese eme i y otras cosas que me tendrían que explicar con dibujos. Queriendo entender el verdadero fondo de la cuestión, me puse un videíto de Canal Red. Salía el señor don Pablo, sentadito en su tejado (maramiamiau) diciendo nosequé del gueto de Varsovia y Pepito Goebbels. Hay gente que no puede dejar de tirarse el pisto. Avancé un poco. Elogiaba un artículo de El País (¡cáspita!) y concluía que menos mal que estaba él y su terna de bustos parlantes para hacer el periodismo. Iglesias, todos somos contingentes, pero tú eres necesario, etcétera, etcétera.

Los diplomáticos monclovitas no dan abasto. Te acuestas con la burguesía supremacista y raro será si no despiertas meado. Apoyos de último minuto, negociadores al borde de un ataque de nervios. Esta temporada parlamentaria la retransmite 'Tiempo de Juego'

Cuando me repuse del alipori, reuní fuerzas para hozar en los canales de Sumar. Allí apostaban por la conocida falacia del «votar con la derecha» y luego ponían unos gráficos chupiguais en los que Yolanda y el membrete del partido eran responsables de la subida del salario mínimo desde dos mil dieciocho. Qué prudentes: ya puestos, agénciate la abolición de la esclavitud, la invención de los moscosos y la extinción de los dinosaurios.

Añadiendo delirios, la Audiencia Nacional ha sacado la lupa, la pipa y la gorra de cazador y tomado cartas en el famoso caso del muñeco apaleadito. Los mismos señores que discuten sobre si los chistes o las peroratas de los títeres se dicen de verdad y en serio han sacado un rato para dilucidar si pegarle a un muñeco es el equivalente a arrearle a su modelo. Parece un chascarrillo de leperos: ¿cuántos jueces hacen falta para cambiar una bombilla? Lejos de mi intención congraciarme con la gentuza que se desfoga en las soirées de Ferraz, pero chico, estas cosas ya las explicó Aristóteles en la Poética. Espero que los magistrados no sean aficionados al teatro o las hijas del rey Lear no llegan al tercer acto.

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