Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
“A veces papi tiene que usar palabrotas”, bromeó el miércoles el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, delante de Donald Trump, cuando éste comparaba las agresiones respectivas de Irán e Israel con un juego de niños. Tras haber leído el baboso mensaje que horas antes el holandés le había enviado al americano declarando su admiración, este que escribe sintió si cabe más vergüenza por el momento que atraviesa el mundo: el fascista corrupto que preside Estados Unidos llega a la Cumbre de la Alianza Atlántica ordenando que a diez años vista todo el mundo invierta un cinco por ciento en defensa (como podría haber sido un cuatro o un seis, qué más da), y 29 de sus 31 aliados asumen sin más la orden del aprendiz de tirano.
En realidad tampoco tiene mucha importancia, y lo saben todos, porque es habitual que los compromisos a largo plazo expresados en esas cumbres multilaterales no se cumplan y que no haya manera de castigar los incumplimientos. Véanse, por ejemplo, los objetivos del milenio de las Naciones Unidas, los acuerdos contra el desastre climático… o los propios compromisos de la OTAN en cumbres anteriores, sistemáticamente incumplidos por muchos de sus socios. Los primeros ministros que posan en la foto de familia deben estar riéndose por dentro pensando que da exactamente igual lo que firmen, porque en 2035 ellos ya no estarán ahí y lo mismo la OTAN ni existe.
La mejor lectura que podemos hacer de la Cumbre, por tanto, es estrictamente política y resulta bastante deprimente. En primer lugar, queda claro quién manda en el lugar: el hombre cruel que está permitiendo el genocidio palestino y preparando con su yerno una promoción turística en la franja de Gaza; el chulo que humilló a Zelenski en el despacho oval rodeado de matones; el presidente que sin consultar a ninguno de sus supuestos aliados atlánticos invadió hace unos días Irán poniendo en riesgo al mundo entero. Ese presidente inclasificable ordena y sus vasallos asienten.
Hizo bien Pedro Sánchez en plantar cara al matón, como ya hiciera Zapatero quedándose sentado ante la bandera de EEUU primero y retirando las tropas españolas de Irak en cuanto tomó posesión como presidente. La historia le dio la razón a aquél y se la dará también a nuestro presidente actual
En segundo lugar, es también para ruborizarse la clamorosa ausencia de Europa como sujeto político en lo relativo a la defensa mundial. Cambiando literalmente media decena de personajes de esa fotografía –sacando a Trump y a Erdogan, por ejemplo– lo que queda es prácticamente la Unión Europea. La intersección entre la Unión Europea y la OTAN es de tal dimensión que resulta ridícula la renuncia de los europeos a hacer valer su autoridad. Claro que para plantar cara al americano convendría que Europa se pusiera a trabajar de verdad. Un hipotético y lejano ejército europeo sería una poderosísima fuerza de disuasión frente a (o junto con) China, Rusia, Estados Unidos o cualquier otra potencia militar. Que tengamos un mismo pasaporte y que compartamos legislación común en casi todo y no tengamos una defensa compartida y propia es un absurdo que ojalá resolviéramos pronto.
Por estas razones –el chulo de la clase, los asustadizos compañeros de clase que firman un compromiso irrealizable, la decadencia de una OTAN disfuncional, la triste ausencia de Europa como sujeto, presente sin embargo en sus partes…–, por todas estas razones, decía, hizo bien Pedro Sánchez en plantar cara al matón, como ya hiciera Zapatero quedándose sentado ante la bandera de EEUU primero y retirando las tropas españolas de Irak en cuanto tomó posesión como presidente. La historia le dio la razón a aquél y se la dará también a nuestro presidente actual.
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