En Transición

El paradigma 'trumpista' de campaña electoral y la candidata judoka

Cristina Monge nueva.

La recién iniciada campaña de Madrid nace con un destino ciertamente fatal: convertirse en la clara aplicación del paradigma trumpista a la contienda electoral,trumpista un estilo ultra y demoledor que lleva gestándose en España desde que los conservadores decidieron calificar al primer Gobierno de Pedro Sánchez como "ilegítimo".

La primera característica de la campaña trumpista es que es permanente. Ayuso lleva, desde el mismo día que tomó posesión y formó gobierno con Ciudadanos, amenazando con pulsar el botón de la llamada a las urnas, por lo que tanto lo hecho como lo obviado han tenido un claro componente electoral. Los conservadores se preparaban para una campaña en el momento que ellos mismo decidieran. En ese escenario, la dinámica de competición impide la de la colaboración, que es el requisito imprescindible para cualquier gestión razonable.

Otro rasgo de este tipo de campañas es que el marco lo impone el candidato cuyas formas y mensajes sean más efectistas, exabruptas y contundentes. Alérgicos a los matices, a la definición precisa, ni a nada que se parezca al rigor, los candidatos trumpistas ganan por goleada en el terreno de los eslóganes, lemas de campañas y tweets, que explotan hasta la saciedad. Del "American first" de Trump, al "Comunismo o Libertad" de Ayuso, pasando por el #SoloQuedaVox, se manejan con fruición en los tiempos de turbopolítica a golpe de tuit. Es realmente complicado para el resto escapar a ese agujero negro que engulle cualquier cosa que se parezca a un debate y una argumentación.

La verdad no cotiza en el paradigma trumpista de campaña electoraltrumpista. Ayuso se aferra con ahínco a una promesa de rebaja de impuestos que lleva haciendo desde hace dos años, pero que no ha sido capaz de cumplir. No sólo eso, sino que al incorporar hábilmente el tema en campaña ha conseguido incluso que el PSOE de Gabilondo se apunte a la propuesta de no subir impuestos, incapaz de argumentar su función de cohesión social, de seguridad y de mínima equidad. Algo parecido ha ocurrido con las propuestas para que las grandes empresas adquieran vacunas para sus empleados, o la insistencia de Ayuso en que el Gobierno central no envía a Madrid suficientes viales. Da lo mismo que voces autorizadas e independientes adviertan que ir en estos momentos al mercado de las vacunas es muy complicado por no decir imposible, o que la distribución de dosis se está haciendo en Europa y España de manera estrictamente proporcional a la población de cada país o región. Lo cierto, lo viable, lo posible, no encaja en este formato de campaña. Incluso la legalidad pasa a un segundo plano, como se ha podido ver en el culebrón sobre la incorporación de Toni Cantó a las listas electorales.

Balas contra el periodismo ambiental

Balas contra el periodismo ambiental

El paradigma trumpista de campaña electoral incorpora como nunca la técnica del judo, que aprovecha la energía del adversario para derribarlo. Ayuso puede zancadillear a Pablo Iglesias tirando del supuesto desclasamiento del jefe de Podemos. Ha logrado echarle un pulso, de tú a tú, a Sánchez ninguneando a Gabilondo, y ha hecho desaparecer a sus competidores de bloque sin cuestionarles nada, simplemente con una suerte de "yo soy ellos". Cuando otros candidatos intentan racionalizar sus mensajes, Ayuso huye, no entra, esquiva el agarrón. Evita abrir espacios donde sabe que no puede desarrollar su táctica. Está ocurriendo también con la revisión de la Historia que los sectores conservadores llevan años haciendo. Para las derechas la memoria histórica ya no es tanto un factor de movilización contra las pretensiones "progres" de hacerle justicia al pasado y ceñir la versión oficial de la Guerra Civil y la dictadura posterior a los cánones europeos y al trabajo de los historiadores reconocidos. No, la frontal oposición a favorecer el equilibrio y la equidad precisos para sanar las heridas que siguen abiertas tiene por objeto mantener e imponer la "otra" versión de la memoria, que esas derechas han preservado anclada en el relato franquista y ahora reactivan. De esta forma, la que fue una bandera de las fuerzas progresistas se ha convertido en esta campaña madrileña en otro impulso invertido por Ayuso y sus corifeos para usarlo en beneficio propio. Queréis memoria, tomad memoria. Sin complejos.

Como era de prever, el trumpismo aplicado a una campaña hace de cada contienda la madre de todas las batallas. En noviembre el mundo entero contenía la respiración sabiendo lo que se jugaba en función de quién ocupara la Casa Blanca. Hoy, Ayuso ha conseguido hacer valer el trampantojo ese de que España es Madrid. Por el perfil de los candidatos, por los temas de que se habla, por la cobertura mediática, o por esa olla a presión que es el Madrid de dentro de la M-30, en España no se va a hablar de otra cosa. Si la precampaña nos tiene exhaustos, cojamos energía porque la campaña acaba de empezar.

El 4M será una extraña jornada. Para empezar, se celebrarán unas elecciones en día laborable y al parecer sin ninguna medida adicional para proteger de la pandemia a los votantes. Será el remate a una campaña trumpista dominada por el judo ayusista. Aunque Madrid no es España, como París no es Francia ni Roma es Italia, lo que ocurra en la capital generará efectos más allá de la M-30. Quizá el primero de ellos sea el de inaugurar la era de las campañas electorales trumpistas.

Más sobre este tema
stats