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La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

Muros sin Fronteras

El despertar de la bestia

El vídeo de arranque es una provocación. Sería simplista afirmar que la irrupción de Vox en Andalucía es un retorno al franquismo. La nueva extrema derecha es una mezcla entre la carcundia de siempre y un populismo xenófobo 2.0 más sofisticado de lo que parece que se mueve como pez en el agua (perdón por el latiguillo) en las redes sociales. Aunque lo ocurrido el domingo en Andalucía es la suma de varios factores, se puede decir que la excepción española ha terminado: la extrema derecha ya está aquí. Solo queda Portugal, un buen lugar para el exilio. Permítanme que copie otra vez a Jesús Maraña, a su manera de exponer un asunto complejo. Le estoy cogiendo afición.

1) Vox no salta de cero a 12 diputados de la noche a la mañana. No se trata de una aparición fulgurante e indetectable para el CIS de José Félix Tezanos. Su ceguera empieza a ser una mala costumbre a costa del erario público. Que Ferraz salga en su defensa con la excusa de que no acertó nadie demuestra que uno de los focos del problema es el propio Ferraz. Las instituciones y organismos del Estado, como lo es el CIS, no son instrumentos de partido. Tampoco RTVE. Ni la Sanidad Pública. Gobierno y Estado no son sinónimos. Al Gobierno se le elige para que lo administre, no para que lo ocupe y lo reparta en premios de obediencia tribal. El caso Tezanos es similar al de Carlos Lesmes, presidente del Supremo y del Consejo del Poder Judicial, promovido por el PP. Desde esa presidencia se controlan las salas, o al menos la segunda desde la puerta de atrás, según citó un célebre wasap.

2) La extrema derecha ya estaba entre nosotros, dentro del PP, y sin disimulo desde que el hombrecillo insufrible dejó el poder en diferido en manos de Mariano Rajoy, y después se sintió ninguneado. Aznar es uno de los vencedores de las elecciones de Andalucía. Es el padre reconocido de Vox y lo es del PP de Pablo Casado. Si no hay cambios en el actual discurso de Génova se podría decir que en España tenemos dos partidos de extrema derecha. Un tercero, Ciudadanos, que coquetea con todos los palos, incluidos los del diablo, en busca del poder. Su baza debería ser una derecha europea. No se puede ser Macron un día y Le Pen al siguiente. Alguien terminará por darse cuenta. A Albert Rivera le están observando en Europa.

3) El voto de Vox procede de personas que estaban emocional e ideológicamente en la extrema derecha, son los del “oe oe oe a por ellos“. Cataluña ha desempeñado un papel clave en este despertar. No solo por el desvarío independentista, que también ha generado una elevada cantidad de disparates, sino por la utilización política que se ha hecho desde aquí del agravio, elevándolo a un discurso contra el Otro, sea catalán o emigrante. Ha habido más rechazo en España, expresémoslo así, por entendernos, que en Cataluña. Allí, una parte sustancial de la población, cerca de la mitad, se quiere independizar. Es un derecho, pero para conseguirlo hay que tener una mayoría cualificada detrás, que no es el caso de momento.

4) Tenemos por un lado los argumentos y las mentiras de los líderes independentistas, similares a las del Brexit, las manipulaciones sobre una Historia que ya llega manipulada por otros (lean, por favor el libro del medievalista Ruiz-Domènec: Informe sobre Cataluña, una historia de rebeldía (777-2017), y por otro, un odio a todo lo catalán azuzado por las derechas españolas. Resulta extraño que para convencer al que se quiere ir se emplee la antipatía extrema como argumento. Si no te gustan, déjales que se vayan; y si te gustan, convénceles para que se queden.

5) Con Vox no esperen nuevos argumentos ni políticas integradoras. Sucederá como en otros lugares de Europa: el discurso xenófobo marcará la agenda y serán los partidos de la derecha democrática los que se suban al carro. Aquí no hemos tenido que esperar mucho. Ya estaban en él. Comparar a Podemos con Vox es el último disparate de Casado, un tipo disparatado. Uno quiere ensanchar derechos; otro, solo arrebatarlos. O decir que Vox es el partido de Ortega Lara, como si fuera un nihil obstat de decencia democrática. Es la utilización permanente de las víctimas. Siento una enorme cercanía emocional por el Lara secuestrado por ETA y una enorme lejanía de sus ideas actuales. Una víctima puede ser un fascista y su condición de víctima no blanquea su ideario.

6) Cataluña ha influido porque una parte de ese electorado ultra, franquista, quería sangre política y no un 155 limitado, como el aplicado por Rajoy. Ese sector, que es el de Aznar, Aguirre y Casado, y del que se ha desgajado Vox, tanto en dirigentes como en votantes, considera que el presidente del gobierno fue un blando. Lo afirma también Rivera. Sostienen que Rajoy agravó la situación al convocar elecciones demasiado pronto y al no intervenir TV3, que consideran poco menos un émulo de la Radio de las Mil Colinas en la Ruanda del genocidio.

7) Este sector tiene apoyos en la magistratura, es el que el busca una sentencia ejemplar contra los políticos catalanes. Aseguran que lo ocurrido fue un doble delito de rebelión y sedición. No todos los que defienden la validez de estos cargos son unos fachas. Jiménez Villarejo no lo es, desde luego, y el fiscal Mena, tampoco. El primero defiende la tipificación de rebelión y sedición; y el segundo la considera un disparate. Ambos son amigos y juristas de prestigio. Las derechas anti catalanas ansían que Pedro Sánchez se estrelle en su búsqueda de puentes con Cataluña. Anhelan que Puigdemont y Torra den un paso en falso para justificar la caída del Gobierno y una intervención total. El problema es que tras el final apocalíptico está la catástrofe.

8) Susana Díaz ha perdido las elecciones. Aferrarse a lo contrario es marcarse un Tezanos en toda regla. El resultado es mucho peor que el último resultado, que ya era peor que los anteriores de Griñán y Chaves. Lo ocurrido el domingo invita a la dimisión. Es comprensible que Díaz espere a la investidura por si sonara la flauta, o para forzar al PP y, sobre todo, a Ciudadanos a retratarse con Vox. Se trataría de una misión al servicio del partido, y de Andalucía. No parece que este sea su plan. Cuando se lleva toda la vida dentro de un partido y no se ha trabajado fuera de él resulta muy difícil dejar la política.

9) La aún presidenta andaluza es un cadáver político. Empezó a serlo en el tumultuario comité central en el que se echó de mala manera a Pedro Sánchez de la secretaría general, en octubre de 2016. La imagen fue poco democrática. Y todo por la abstención exigida por el Ibex por el bien de la estabilidad (del Ibex) para hacer presidente del Gobierno a Mariano Rajoy. Le queda la lealtad de la “máxima autoridad”, ¿lo recuerdan? Se llama Verónica Pérez y en Sevilla la llaman “mini yo”.

10) No solo aquel comité fue un espectáculo bochornoso, es que ni siquiera se detuvo a comprobar si el muerto estaba muerto, algo que se aprende en cualquier película del Oeste de serie B. El muerto regresó en 2017 y le ganó unas elecciones primarias en contra de todo el aparato del partido. La célebre foto de Susana Díaz arropada en Madrid por González y Zapatero fue un brindis al sol de un partido desnortado. Se enrocó en su feudo de Andalucía, no para trabajar para los andaluces, a los que se ha dedicado poco, más allá de estar en un mitin permanente, sino para preparar el contraataque. Se sintió capaz de volver, como ahora.

11) El PSOE ha gobernado 36 años en Andalucía. Primero desde la ilusión, desde el afán transformador de una de las regiones más pobres de España. Casi cuatro décadas después, Andalucía sigue en la cola de las estadísticas de calidad de vida. De aquella fuerza inicial se pasó al clientelismo, algo habitual en Cataluña con CiU y en Galicia con el PP. Recuerdo que durante la crisis del Prestige, un alcalde socialista me contó esta anécdota. Tras ganar unas elecciones municipales electrificó las calles del pueblo. Otro alcalde del PP le amonestó, “no tenéis ni idea de cómo funciona esto. Si les poner electricidad a todos se creen que es un derecho. Hay que esperar a que vengan. Primero te lo pedirá uno que no ve al llegar a su casa. Después vendrá otro, y otro. Al final se lo has puesto a todos, pero todos te deben un favor”.

12) Pepe Fernández-Albertos explicaba en su cuenta de Twitter que Vox se ha nutrido “desproporcionalmente de ex votantes del PP”. Eso explicaría su éxito en los distritos acomodados, como Los Remedios en Sevilla. Pero también “logra atraer a votantes de distritos pobres” como Cerro-Amate y Macarena Norte”. Para Fernández-Albertos, hay dos claves de fondo. Una es la baja participación. Está claro que la izquierda no salió a votar, tal vez desilusionada o harta de escuchar el cuento del lobo (con perdón). Afirma el politólogo en su cuenta que buena parte de la mejora de la derecha en los feudos socialistas no se debe a un transvase de votos sino a la abstención diferencial. La otra es que “resulta más fácil ganar votos donde se es muy débil que donde ya se es hegemónico”. Esa abstención cae en el debe de Susana Díaz y en el de Adelante Andalucía, que también ha fracasado.

13) La participación subió o bajó muy poco en los distritos en los que Vox ha obtenido un buen resultado. Este partido de extrema derecha ha conseguido galvanizar el descontento y generar ilusión entre sus votantes potenciales, que eran del PP. Hay muchos indicadores que deberían preocupar a Casado, que parece inmune al desánimo desde que se libró por la puerta de atrás del máster. El PP ha perdido siete escaños y miles de votos. Ahora tiene dos competidores.

14) Veremos si lo ocurrido en Andalucía es transpolable al resto de España. En Madrid, por ejemplo, hay mucha ultraderecha emocional que ha idolatrado a Esperanza Aguirre. ¿Votarán a Vox? ¿Afectará ese trasvase a la izquierda? Todo dependerá de los candidatos y de lo que diga Tezanos. Hemos aprendido a descodificarle: la realidad es lo contrario de cómo él dice.

15) El resultado andaluz es otro revés para el partido de Pablo Iglesias, que parece haber tocado techo. La candidata Teresa Rodríguez no se ha planteado, que sepamos, la dimisión. En su pelea con Díaz ha terminado por copiarle modos y decires. Algunos analistas sostienen que Antonio Maíllo, de IU, hubiese sido un mejor candidato.

16) Podemos está enredado en los personalismos desde Vista Alegre II. El que se mueve no sale en la foto. El último rifirrafe en Madrid con parte del equipo de Manuela Carmena es un ejemplo. Parece que todos están empeñados en jugar en contra de los intereses de los ciudadanos que se sienten de izquierda. No se quejen si hay espantá en las urnas.

17) Sería bueno otro 15-M, una gran movilización ciudadana. Pero también estaría bien que los cientos de miles de jóvenes que se sienten estafados, y con razón, y muchos de los que han salido a estos días a manifestarse en las ciudades andaluzas, voten. Toda manifestación es útil, pero lo sería más que la izquierda abandonara los eslóganes y regresara a las ideas, y sobre todo a la gente. No hay política sin personas.

PD. Olvídense de sacar a Queipo de Llano de la Macarena. Den las gracias de que no lo transformen en un paso de Semana Santa. Todo llegará.

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