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Muros sin Fronteras

Un país que se partirá en tres

Si un analista internacional desea hacer predicciones sin equivocarse demasiado en una zona tan compleja como Oriente Próximo, lo más seguro es mostrarse pesimista. En el caso de Irak, lo realista es afirmar que el país se partirá en tres entidades: kurda en el norte, suní en el oeste y el centro y chií al sur. Esa división, que ha comenzado, se realizaría de manera violenta. Este link de la BBC contiene un reportaje del veterano periodista John Simpson. Recomiendo que lo vea antes de seguir hablando.

Los kurdos de Irak han traicionado a los chiíes que gobiernan en Bagdad, aliados hasta hace unos días. Han visto la oportunidad, saben que este conflicto puede acabar en partición y tratan de asegurarse el control de las zonas petroleras en disputa, como la rica ciudad de Kirkuk, donde la población kurda no es mayoritaria. Los kurdos ya piensan en independencia.

No debe confundir estos kurdos con los de Turquía, al otro lado de la frontera. Para Occidente (léase EEUU), los kurdos de Irak son los buenos, los aliados; los turcos son los malos, los terroristas. Defienden lo mismo, igual que los kurdos sirios y los kurdos iraníes, pero la geopolítica es la geopolítica.

Este otro link de la cadena británica de televisión (pública) está repleto de información, como este mapa de Irak que sacamos aparte para situarnos. El Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS) y sus aliados (miembros del disuelto Ejército de Sadam Husein, tribus suníes de la provincia de Anbar y antiguos miembros de la insurgencia antiamericana entre 2003 y 2007) controlan ciudades y carreteras en el norte y oeste. El resto es desierto, nada que conquistar; poco que defender. La gran mancha amarilla se dirige a Bagdad. Es el objetivo, la pieza principal que desean incorporar al emirato suní que incluiría amplias zonas de Siria. El ISIS maneja armas y hashtags con maestría, como muestra este reportaje de la cadena estadounidense de televisión CBS.

En Bagdad viven más de un millón de chiíes, muchos de ellos concentrados en Ciudad Sáder, antes llamada Ciudad Sadam. Ese barrio pobre y abigarrado, que sale al final del reportaje de John Simpson que le recomendaba, es la cuna del Ejército del Mahdi, la guerrilla chií que más problemas dio a EEUU tras la invasión. No será fácil para los suníes del ISIS tomar esta parte de la capital.

Estamos ante un intento claro de rediseño de fronteras cien años después de que la caída del imperio Otomano y el mangoneo de británicos y franceses dejara Oriente Próximo condenado al conflicto permanente. Irak, por ejemplo, es un país inventado para sentar en el trono al rey Faysal ibn Husayn, a quien Londres dejó sin el de Arabia Saudí en beneficio de la dinastía Saud. Si ha visto la película Lawrence de Arabia se acordará de él; es el personaje que interpreta Alec Guinness.

Los juegos de ajedrez con países y personas son más obscenos ahora. Los hay de primera división en los que es necesario atacar, bombardear, invadir, ocupar, salvar; y otros a los que se les deja pudriéndose mientras se arma a las partes en conflicto. Irak, Siria, petróleo.

Han salido raudos los exégetas de la invasión de Irak en marzo de 2003. No sé si es cinismo, desconexión total de la realidad o desvergüenza, pero que el británico Tony Blair diga que la situación actual de Irak no tiene nada que ver con su decisión de invadir un país basándose en una sarta de mentiras, a sabiendas de que lo eran, es de nota. Y el senador de EEUU John McCain culpa a Barack Obama (en España léase Zapatero) del desastre sólo porque retiró las tropas (promesa electoral). Mientras, José María Aznar, el tercero del trío de las Azores, se hace el Tancredo.

Hay presidentes, primeros ministros, ministros y lobbistas que merecieron acabar ante un tribunal internacional por crímenes de guerra: Guantánamo, Abu Ghraib, los civiles muertos en Irak. No hay memoria. Hay personajes que tienen una responsabilidad concreta.

Lo sorprendente es que los medios de comunicación acudan a ellos en busca de su opinión y la repitan como si fuera inocente, como si los autores fueran faros de moralidad. Es de lo que se queja Katrina van den Heuvel en este texto publicado en The Washington Post.

La ONU siempre llega tarde, sin un discurso político, sin un plan para los cientos de miles de civiles que han huido de las ciudades ocupadas por el ISIS. Pero culpar a Ban ki-Moon sería un despropósito; la ONU es EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia, los cinco con asiento permanente en el Consejo de Seguridad y derecho de veto. Son también los principales fabricantes de armas, sus exportadores. En las guerras se usan fusiles, morteros, se gastan balas. Las guerras son un buen negocio para quienes no las sufren.

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