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Los listos son de derechas y los tontos de letras

Es una frase hecha que se dice mucho en las universidades: los listos son de ciencias, los tontos de letras. Y que eso ocurra en el país de Cervantes explica muchas cosas. También hay gente que piensa lo mismo de la política: los aptos para mandar, la gente de orden, son los de derechas, los otros no saben de la misa la media. Y eso ocurre en un país que sufrió una dictadura sanguinaria de treinta y ocho años que, en el fondo, sostenía y se sostenía en lo mismo: la idea de una oligarquía dueña del país por la gracia de Dios y de las élites económicas. Sumen todo eso y tendrán la respuesta a algunas preguntas fundamentales.

El desprestigio interesado de las humanidades, de las que sólo parecen interesar la Economía y el Derecho, fomenta que se consideren un asunto menor la Literatura, la Filosofía, el Arte, la Historia o la Psicología, tal vez porque menospreciarlas ayuda a crear una ciudadanía manejable y poco crítica, y aparte de que echa por tierra la posibilidad de valorar el tesoro cultural que posee España y que es, junto con su geografía propia de un paraíso en la Tierra, la razón de que nos visiten ya cerca de cien millones de turistas cada año.

Pero el caso es que en lo que aquí, al parecer, se considera el territorio propio de los conservadores, los hechos y los números demuestran con frecuencia lo contrario. El líder, o al menos cara visible, del PP, Alberto Núñez Feijóo, dice que cuando su partido gobierna cuadran las cuentas, algo muy alejado de la realidad, y con su tendencia quién sabe si a meter la pata y esconder la mano, es decir, a equivocarse, mentir o las dos cosas, afirma que su formación gestionó de manera modélica la crisis en el año 2014, mientras que ahora La Moncloa no da una y nos está llevando al fin del mundo, como quien dice. Pero los datos lo dejan, otra vez, mal: en diciembre de 2014, sin pandemia de coronavirus y sin invasión de Ucrania, había una tasa de paro del 23,7% y ahora del 12,7 %. Está bien que esto se le recuerde y vaya completando su formación, ahora que ya sabe que George Orwell no escribió 1984 ese año, sino en 1948, y lo publicó en 1949. ¿Ven lo importantes que son las humanidades? Entre otras cosas, porque son las ciencias que estudian aquello de lo que estamos hechos, lo que nos realiza, nos enseña qué y quiénes somos, nos dota de una musculatura intelectual y, como resultado de todo ello, nos convierte en seres íntegros y libres. Lo contrario de eso es reducir la existencia al dinero, que es como encerrarla en el círculo de una moneda. Lo llaman neoliberalismo y hacen trampa en las dos partes de esa palabra compuesta que, en la práctica, es lo contrario de lo que aparenta: es lo de siempre hecho por los de siempre, y es un tipo de esclavitud.

Todo lo que sale mal, es por culpa de quienes sufren las consecuencias: ¿recuerdan cuando el estallido de la burbuja inmobiliaria se resumió proclamando a los cuatro vientos que vivíamos por encima de nuestras posibilidades?

La estrategia del embaucador consiste en decirle lo que quieren oír a sus damnificados, algo que ocurre con cualquier timo, y utilizar las necesidades o ambiciones de los demás para convertirlos en sus porteadores. Y, por supuesto, en no admitir jamás un error ni una mala práctica; todo lo que sale mal, es por culpa de quienes sufren las consecuencias: ¿recuerdan cuando el estallido de la burbuja inmobiliaria se resumió proclamando a los cuatro vientos que vivíamos por encima de nuestras posibilidades? Ahora mismo en Madrid hay otra huelga sanitaria, las y los médicos, enfermeros y demás protestan por el ataque despiadado que el Partido Popular de Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso lanzaron y lanzan, día sí y día también, contra los servicios públicos, a todos los niveles y con todas las armas de la demagogia y la hipocresía a su alcance. La actual presidenta ordenó que los ancianos de las residencias no fueran atendidos en los hospitales, se favoreció con ello la muerte de casi seis mil de ellos por covid-19, algunos llegaron a convivir durante días con cadáveres; en cuanto pareció que el virus era doblegado por las vacunas, despidió a la mayor parte de los contratados durante la emergencia. Sus dos grandes logros fueron construir el Zendal, que nunca tuvo personal suficiente y hoy no sirve prácticamente para nada, y que su familia sacara comisiones desorbitadas por trapichear con mascarillas. Después cerró las urgencias de los ambulatorios en los barrios del cinturón rojo, que la habían votado masivamente. Y ahora, tal vez porque las elecciones de mayo empiezan a asomar por el horizonte unas orejas que ella no tiene claro si son de oveja o de lobo, ha intentado dar otro golpe de efecto, reabriéndolas en versión mejorada. Era todo falso, porque sigue sin haber facultativos y auxiliares suficientes, porque Madrid es la comunidad donde peor se les paga y, en definitiva, porque de donde no hay no se puede sacar. Ambulatorios cerrados, centros de salud sin doctoras o doctores de guardia… Y su as en la manga, el de siempre: culpar a los propios profesionales de sabotear el plan y a la oposición de hostigarlos.

Aguirre llamaba vagos y absentistas a los docentes que le hacían mareas y su sucesora hace lo mismo ahora con, no lo olvidemos jamás, quienes se jugaron y en muchos casos dieron su vida por atender a los pacientes enfermos de coronavirus, a cuerpo limpio, con bolsas de basura como única protección, sin las mascarillas con las que poco después el hermano de la lideresa haría tan buen y lucrativo negocio. Con eso y tres retahílas sobre el comunismo, el independentismo y el terrorismo, sale del paso, no paga ningún precio, de momento, por sus errores y quién sabe si delitos: ¿No lo es declarar que el presidente Sánchez prepara un golpe de Estado contra el rey? Algunos de sus dislates, como el de las residencias, acarrean consecuencias dramáticas, y tiene sus seguidores, que la ovacionan y avala. Insisto: las humanidades.

¿Quién le va a parar los pies? ¿Quién le va a poner el cascabel al gato? Feijóo no, desde luego, ya se ha visto el zarpazo que se llevó por intentar negociar la liberación de la magistratura. Él, a lo suyo, a ver si consigue radicalizarse un poco y recupera algo del prestigio dilapidado entre los suyos. La última, regresar a la cantinela de que la ley de memoria reabre las heridas, con lo que consigue dar la impresión de que a él le parecen menos onerosas las fosas comunes cerradas y las tumbas de asesinos como Queipo de Llano convertidas en monumentos donde se les homenajeaba; y dice que hacer esas cosas es contrario a la Constitución, pero bloquear el poder judicial no. La última encuesta dice que va el primero en la carrera a La Moncloa. No hace falta ni creer en Dios para rogar que nos pille confesados.

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