QUÉ VEN MIS OJOS

¿Sabrá Pablo Casado la diferencia entre ir de gira y dar vueltas de campana?

Hay quien cree que tirar piedras contra su propio tejado le convierte en arquitecto

“Érase una vez Pablo Casado de viaje por América y se convirtió en el lobo y se comió a mordiscos la bandera de España.” No sé tal vez si las dos líneas anteriores funcionan como microcuento de Navidad, ya que estamos, pero desde luego sí que lo hacen de la visita que ha hecho por diferentes países latinoamericanos para desacreditar al suyo. Su idea del patriotismo es extraña, consiste en lanzar todas las piedras contra el tejado de la nación que asegura querer tanto y que desmiente la saña con que lanza allá por donde va sus críticas, por otra parte llenas de tal cantidad de falsedades, inexactitudes y tergiversaciones de todo tipo que ya casi producen más vergüenza ajena que indignación. Alfonso Guerra se burlaba del supuesto viaje al centro de nuestra derecha: “¿Pero de dónde viene esta gente, tanto viaje al centro, tanto viaje al centro y el viaje no se acaba nunca?” Pero lo de Casado no va en esa dirección, se ha radicalizado de manera evidente, quizá porque ya no sabe si sus enemigos son sus rivales o sus aliados, y dispara a todo lo que se mueve, lo mismo trata de torpedear la llegada de las ayudas económicas de la Unión Europea que intenta resucitar el fantasma de la ruptura territorial, que ya sabemos que él y los suyos opinan que se soluciona a palos y que ha olvidado que cuando estaban en La Moncloa lo hicieron tan bien que el separatismo se multiplicó por diez, les montaron un referéndum ilegal, les declararon la independencia y, de postre, se les escabulló Puigdemont a Bélgica. Están como para dar lecciones.

Casado puede tener sus limitaciones, pero no tiene límites, como dejó claro en su intervención en Chile, donde llegó a afirmar que "en España hay ministros financiados por el narcoterrorismo" y que "blanquean la historia de ETA", que “el debilitamiento de las instituciones se lidera desde el Gobierno de izquierda radical” o que PSOE y UP querrían prohibir el uso del castellano en Cataluña. No explicó si lo que hacen ellos con el Consejo General del Poder Judicial y otros estamentos básicos lo considera también un debilitamiento de las instituciones, quizá porque entonces igual tendría que haber explicado también por qué las bloquean: todo el que tenga ojos y oídos sabe que es para intentar obstaculizar la ley y a los tribunales que los persiguen no por defender España sino por saquearla.

Ya no sabe si sus enemigos son sus rivales o sus aliados, y dispara a todo lo que se mueve, lo mismo trata de torpedear la llegada de las ayudas económicas de la Unión Europea que intenta resucitar el fantasma de la ruptura territorial

Lo de Chile lo empezó en Argentina: allí tuvo la desfachatez de criticar a la jueza que investiga los crímenes del franquismo, claro, cuando él no ha apoyado ni una medida para recompensar a las víctimas de una dictadura, que para él parece que son de segunda división, ni siquiera le pareció bien que al Funeralísimo lo sacaran del Valle de los Caídos, ya están estos rojos con las batallitas del abuelo y su manía de desenterrar a no sé quién, ¿se acuerdan? Eso sí, para arreglarlo en Buenos Aires, se sacó de la manga la chuleta del examen de matemáticas y comparó la economía Argentina, con una inflación del 50%, con la de España, del 5,5%. El hombre no da una, le tira a la botella y se da en el zapato.

Y de la desfachatez a lo facha, se le escapó una verdad en otra de sus escalas, Uruguay, y mientras perdía el norte se le vio el plumero, al confesar lo que todo el mundo sabe, que está loco por la música y que si le "obligaran los números” gobernaría con la ultraderecha, a la que lanzó flores desde el balcón porque, según su llamémosle criterio, defiende “la Constitución española”, la “unidad nacional” y “el libre mercado.” ¿El PP defiende la unidad de la patria financiándose irregularmente y con otros asuntillos por los que ha sido condenado ya en dos ocasiones por los jueces? La verdad es que resulta desalentador que un partido como el de la calle de Génova esté en semejantes manos. Lo de vender la sede no parece que vaya para delante, se ve que no encuentra comprador y que quitársela de en medio es más difícil que alquilar la casa de Psicosis para una fiesta de comunión. Si encuentran algún incauto, casi mejor que se la den con él y algunos de sus principales colaboradores dentro. O eso o la hunde.

Pablo Casado quiere ser presidente por las malas. Será que también confunde tirar piedras contra su propio tejado con ser arquitecto.

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