Volantazo de legislatura con amnistía de fondo

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Estamos en la legislatura de Schrödinger, donde los partidos –como las partículas del experimento– existen en múltiples estados al mismo tiempo. Donde se puede estar vivo o muerto dependiendo del acontecimiento de la semana. Aunque el volantazo catalán genere incertidumbre, la legislatura que no arranca lleva en su ADN ser breve o muy larga. Y otra vez, como en las generales, depende de Cataluña.

Hace mucho que las citas electorales ya no responden al ciclo legal de cuatro años. Son un artefacto político para quien tiene el botón. Y en un tablero poliédrico como el nacional, el giro de Pere Aragonés lo cambia todo. Redefine la legislatura de Pedro Sánchez y el post sanchismo. Tres meses por delante, tres elecciones. Con un adelanto en Cataluña que pone al Gobierno frente a su partida más importante con el PSC. La oportunidad de debilitar definitivamente a Carles Puigdemont en las urnas, hundir el voto independentista en Cataluña como hizo el 23J y conseguir el aval de la España plural que defiende el proyecto Sánchez-Illa. Se juega más en estas elecciones que con el vuelco a la hoja de ruta de aplazar los Presupuestos. 

ERC ha visto varios incentivos. Junts está más fuerte en la negociación con el Gobierno y no tiene candidato. Al omnipresente Carles Puigdemont le pillan a contrapié. Podrá encabezar la lista pero no llegará a tiempo de ser amnistiado y recoger el acta. “Es bastante razonable pensar que en el próximo debate de investidura de la Generalitat yo pudiera estar”, ha reaccionado desde Bruselas; para dejar caer después un “es prematuro”. Los tiempos de tramitación, sin contar con las cuestiones prejudiciales del Supremo, lo hacen casi imposible.

Los de Esquerra también pueden pinchar en las europeas. Con el adelanto evitan la gestión de la sequía de este verano antes de las urnas y creen que la ley de amnistía desgasta más a Salvador Illa a corto que a largo plazo. Eso y que “el PP va a disparar a cualquier cosa que se parezca a una mascarilla”, léase caso Koldo, citando a un dirigente de ERC en referencia a que irán a por la gestión de Sanidad con o sin hechos. Aún con los incentivos de quien aprieta el botón, el adelanto de Pere Aragonés es una ruleta rusa para todos. Si ERC se juega ‘no ser un accidente histórico’, un partido de una sola legislatura, revalidar no le va a ser fácil. En las encuestas sigue en cabeza Salvador Illa y la estrategia del PSC es el break de partido que Sánchez necesita.

La derecha puede tener la tentación de incendiar la campaña activando los anticuerpos independentistas del espíritu del 155 o la disolución de partidos propuesta por el PP en sus enmiendas a la amnistía. Si no lo consigue, estas elecciones catalanas serán la confirmación del fin del procés. Los independentistas pueden no sumar. Y aunque lo hagan, el pegamento ha desaparecido. La debilidad parlamentaria de Aragonés, 33 escaños, viene de la desintegración de la alianza con Junts. La rivalidad es irreversible y pondrán por delante la hegemonía a la independencia. 

La aritmética y la estrategia del ejecutivo y el PSC empujan a Cataluña a una situación de entendimiento, a un gobierno que supere las condiciones del 1 de Octubre. Por fin se romperán los bloques y llevará a pactos transversales para hacer políticas públicas en lugar de más procés. Si gana Salvador Illa como en 2021 y logra que ganar sea gobernar, confían en abrir el horizonte post polarización en Cataluña. La apuesta a largo plazo desde 2018, un aval para la política del reencuentro que genera tanta animadversión en Junts, PP y Vox. 

De momento, queda el análisis de lo inmediato. Es inexplicable que ERC no haya cedido a un Hard Rock modo casino que no tiene encaje ni en Madrid. También que los comunes hayan tumbado los Presupuestos más sociales de las últimas legislaturas por este proyecto. Serán los propios comunes y Yolanda Díaz quienes tengan que pelear el relato. Desde la dirección de Sumar, “respetan y comparten la decisión”, lo que significa que no se autorizó desde Madrid y el espacio carece de dirección estratégica nacional. 

Ya era inesperado que el caso Koldo tapara la ley de amnistía. Lo ha sido más todavía que el caso Ayuso tapara el anterior. En esta aceleración y cambio de ciclo permanente, hoy se vota en Pleno la primera amnistía de la historia democrática el mismo día que la legislatura se encamina a tres citas electorales. El 21 de abril se definirá el futuro del País Vasco con la irrupción de un Bildu que la sociedad vasca está normalizando y un PNV más resistente de lo que parece. Las europeas de junio marcan el peso de la socialdemocracia o la derecha española para la legislatura europea más convulsa geopolíticamente de las últimas décadas. Y las catalanas pondrán punto y final a un ciclo que se calentó en los últimos meses de Zapatero, el destrozo llegó con Rajoy, hasta el posible punto final de este 12 de mayo. 

La legislatura vuelve a cambiar su hoja de ruta. Los Presupuestos Generales se aplazan a 2025. Y, otra vez, ningún partido puede dar nada por sentado. El PP se ve gobernando en cuestión de meses. El PSOE, atravesando el ciclo electoral de las vascas, catalanas y europeas, ganar Cataluña y encender el motor presupuestario más adelante. Es el momento Schrödinger.

Estamos en la legislatura de Schrödinger, donde los partidos –como las partículas del experimento– existen en múltiples estados al mismo tiempo. Donde se puede estar vivo o muerto dependiendo del acontecimiento de la semana. Aunque el volantazo catalán genere incertidumbre, la legislatura que no arranca lleva en su ADN ser breve o muy larga. Y otra vez, como en las generales, depende de Cataluña.

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